Gas natural: alternativa limpia y sostenible

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EL AUTOR es profesor universitario. Reside en Santo Domingo.

Por EDWARD VERAS

 

 

Las grandes potencias del mundo tratan de buscar el equilibrio entre un crecimiento económico industrial sostenido, cónsono con la preservación del medio ambiente. La producción de energía eléctrica en grandes cantidades, ha sido desde su inicio un gran dolor de cabeza para medioambientalistas y precursores de los recursos naturales.

El crecimiento económico mundial durante el siglo 20 e inicios de este siglo 21, ha generado mayor demanda de energía para cumplir con los procesos industriales, comerciales e individuales. Los mecanismos convencionales utilizados para la producción de energía, han sido desde siempre grandes emisores de dióxido de carbono y otros desechos contaminantes.

En la búsqueda de fuentes alternativas con bajo costo de producción y por demás, opciones menos contaminantes, la innovación tecnológica ha migrado a mecanismos que usen el viento, el sol, fuerza hidráulica, entre otros para la producción de energía con recursos renovables a la naturaleza. Los costos instalación de estas son los suficientemente elevados, para que a nivel mundial existan mecanismos de incentivo para atraer su inversión como el Protocolo de Kyoto y los bien mencionados Bonos de Carbono.

En República Dominicana, existe una ley especializada en el incentivo del uso de la energía por mecanismos renovables, la ley 57-07, que beneficia a aquellos que accedan a instalar equipos de producción de energía con los mecanismos antes señalados, por medio a la reducción de cargas impositivas en las formas y plazos señalados en la ley. Muchas críticas han generado la falta de divulgación de esta legislación, lo que incide que en la actualidad pocas empresas del sector energía se han beneficiado de su implementación.

El uso de estas tecnologías posee una gran desventaja contra los equipos convencionales, ya que los sistemas eléctricos de potencia no consideran la capacidad de estos equipos como potencia firme, o sea los sistemas eléctricos no pueden garantizar la demanda contando con que en el porvenir habrá viento, o que los rayos del sol estarán más fuertes o que algún rio o marea crecerá. Los sistemas necesitan contar con reservas de combustibles fósiles para garantizar la producción de energía en el corto, mediano y largo plazo.

A mediados del siglo 20, tras la segunda guerra mundial y haciendo un rejuego entre medio ambiente y confiabilidad, el mundo se vio compelido a masificar el uso del gas natural (LNG), creando sistemas óptimos de transporte con gasoductos y contenedores presurizados. A diferencia de los derivados directos del petróleo, el gas natural se obtiene tras la apertura de grandes yacimientos de petróleo y carbón. La población común confunde el LNG con el gas licuado de petróleo (GLP), obtenido este del proceso de refinamiento.

En la producción de energía eléctrica, el LNG emite la mitad de dióxido de carbono que para una central eléctrica a carbón y solo la tercera parte si se compara con el uso de gasoil en turbinas similares. En términos de costos de instalación, la construcción de una central a gas natural costaría solo la mitad de lo que cuesta una central a carbón, con la desventaja de la primera en el hecho de que el depósito de gas necesario es un poco más caro que la construcción de un muelle carbonero y el parque de carbón.

Sin intervenir en las variables que influyen en los mercados del gas y el carbón, los costos de producción de energía eléctrica presentan en la actualidad una reñida competencia traducidos estos como costo de producción de energía eléctrica.

A todo esto se le suma el hecho de que la obra civil para la construcción de una planta a carbón, lleva un proceso de 4 a 5 años, mas sin embargo, una central a gas natural estaría puesta en servicio a los 18 meses de inicio de construcción del proyecto. Es decir, quien busca soluciones en el mediano plazo, apostaría al gas natural.

En el caso local, poseemos una terminal de gas ubicada en el cayo conocido como Punta Caucedo, junto a un puerto multimodal, al aeropuerto de Santo Domingo y a la zona turística de Boca Chica. El mismo suple una central de 315 MW ubicada en el mismo complejo, vía gasoducto la central de Los Mina de 236 MW y cuya expansión, completarían unos 350 MW el próximo año. Estas instalaciones datan de principio de los años 2000 y son propiedad de la empresa AES. Por igual, el mismo gasoducto suple 107 MW a una central de motores y vapor ubicada en la rivera del Ozama, propiedad de Seaboard TCC.

Queda pendiente la ejecución del proyecto de un gasoducto Caucedo – San Pedro de Macoris, que garantice reducir los costos de operación en la central de Quisqueya de 430 MW, compartida entre EGEHAINA y Barrick Pueblo Viejo. De igual forma, el mismo gasoducto supliría la central Sultana del Este de 152 MW, propiedad de EGEHAINA que comparte la energía producida con el sistema y la zona de Punta Cana.

Este proyecto convendría al Estado con la conversión a gas de la central de la Compañía Eléctrica de San Pedro de Macoris de 300 MW (Cogentrix), ya que reduciría las pérdidas de 4.9 a 1.7 millones de dólares por mes, por el contrato suscrito con estos.

La existencia de una central en Puerto Plata de 185 MW, propiedad de la empresa San Felipe LP, brinda la oportunidad de apostar a la instalación de una terminal de gas natural en esa zona del país, que por demás, atraería inversiones de nuevos capitales para la producción de energía eléctrica de bajo costo. El Estado por su parte, mostrando reglas de juego claras, puede brindar la opción de compartir capital con las empresas del sector privado en la construcción de las instalaciones.

Todo lo antes descrito nos muestra que el Estado Dominicano tiene la oportunidad de redefinir la matriz energética, disminuyendo los altos costos de generación, con mucho más bajos costos de inversión en la construcción y modificación de terminales de gas, y en la instalación de gasoductos comparados con la actual inversión de la construcción de una planta a carbón en Punta Catalina de 720 MW a un costo aproximado de 2,040 millones de dólares.

Aunque contaremos con energía de bajo costo, tendremos las quejas ante el país de los consumidores mundiales de mangos, reunidos esta semana en Miami FL, por la cantidad de dióxido de carbono que se emitirá en la provincia Peravia con la puesta en servicio de esa central a carbón. 

edwardverasdiaz@gmail.com

 

 

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