Finanzas, regulación y control
Antes, durante y después de las elecciones nacionales la situación financiera de la República Dominicana es verdaderamente preocupante ya que los registros financieros estaban, están y seguirán en franco deterioro de seguirse con el mismo estilo de administración que hasta ahora se aplica.
No ha sido una ni dos las veces que se han escrito cuartillas y cuartillas acerca de la situación negativa de las finanzas dominicanas pero siempre se busca la forma de decir lo contrario.
La mejor forma de enfrentar una enfermedad es cuando el paciente acepta la misma y procura buscar y aplicar los antídotos más apropiados para mejorar o sanar la misma.
Cifras preliminares dan cuenta de que la deuda pública dominicana consolidada sobrepasa la barrera de los US$37,000 millones, el pago de intereses representa más de RD$27.00 por cada peso de ingreso tributario, los gastos corrientes son exorbitantes, los gastos de capital sobrepasan lo programado para todo el año.
Al compararse los gastos devengados frente a los ingresos percibidos arroja un déficit para los primeros cinco meses del presente año de unos RD$53,000 millones cuando para todo el año 2016 se estimó un déficit de RD$75,000 millones o el 2.3% del Producto Interno Bruto, lo que quiere decir la tendencia del país es terminar el año con un déficit por encima de los RD$100,000 millones.
Si, son cifras preliminares o poco precisas a la luz de la realidad ya que no obstante el país disponer de una ley de transparencia de las informaciones públicas, las mismas se ocultan cuando deben ser del dominio público ya que el dinero recaudado por el gobierno proviene del pueblo trabajador que merece que se le informe al centavo o de forma pormenorizada el uso que se le da al dinero que con mucha lucha logra producir.
Dinero que un grupo, vive bien, lo usufrutua sin consideración. Ahora se comenta que el Gobierno requerirá de unos US$1,500 millones adicionales en préstamos para poder hacer frente a un déficit fiscal superior al estimado para el 2016 (RD$75,000 millones).
Se repite una y otra vez la necesidad de celebrar, tal como expresa el documento de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 (END), un pacto fiscal para elevar la presión tributaria que según expertos ronda el 14% del Producto Interno Bruto (PIB).
Pero hasta que no se organice la casa, las finanzas andarán manga por hombro o simplemente sin ningún control, y así, no puede ser.
Se debe hacer un alto en el camino, amueblar bien la casa, disciplinarla, planificarla, organizarla, cambiar de camino, variar el estilo de vida que hasta ahora se aplica, de lo contrario todos los esfuerzos que se hagan será en vano.
Se llenaran las páginas de los periódicos, se informará en la radio, la televisión y en las redes en torno a lo que hay que hacer pero hasta que no haya intenciones sanas o de buena voluntad, se regularice y controle el quehacer administrativo dominicano todo quedará en simples palabras que se las llevara el viento.
Lo tratado en las presentes reflexiones no es nada nuevo, como también se enseña en las aulas universitarias a los estudiantes que deben seguir las recomendaciones de los expertos acerca del manejo de las finanzas personales, empresariales y públicas para que el dinero sea bien administrado pero algunos seres humanos de malos sentimientos prefieren manejarse sin control, sin regulación, como Pedro por su casa, sin rendir cuentas.
Se prefiere el caos, la improvisación, la desorganización, las aguas turbulentas, el rio revuelto, a cambio de una administración que planifique, organice, coordine, dirija, controle, evalué y retroalimente.
La presente generación de jóvenes tiene un gran compromiso ante su país que es la de tratar de cambiar este estado de cosa, institucionalizar el país, donde se respeten las leyes, donde se regulen y se controlen las acciones de quienes tienen la encomienda de administrar recursos.
La legislación dominicana contendrá todo tipo de leyes bien elaboradas, sopesadas, pero ¿para qué? si no se cumplen. Es tiempo perdido seguir con el mismo cuento de hacer y hacer pero no se predica con el ejemplo.
Muchos se benefician del desorden, de la anarquía, entonces para que celebrar un pacto fiscal, un pacto eléctrico y aprobar una ley de partidos sin no se van a respetar.
Como no todo está perdido ya que lo último que se pierde es la esperanza, se invita a las fuerzas vivas de la nación dominicana que contribuyan a cambiar la forma de pensar del dominicano.
Se debe desarrollar una cruzada para que desde el nivel de la educación básica o primaria se eduque al dominicano sobre la forma honesta de administrar el dinero personal, familiar y público, para que haya menos personas adultas dadas a la vida fácil, al robo, corrupción a servirse de los recursos ajenos.
Se percibe que el pueblo está agotado, hastiado de lo mismo y que en cambio se ha dado por vencido sumándose a los que detentan el poder de forma malsana y de que no hay causa por la cual se debe luchar porque todo está perdido.
No, lo anterior es una actitud derrotista, sin esperanza, sin norte. Recuérdese que siempre hay luz al final del túnel la cual se debe buscar a como dé lugar.
¿Por qué no desmontar toda esta falsa, porque no empoderarse y hacer los cambios que demanda la sociedad dominicana con tanta urgencia que de no aplicarse a la vida dominicana el país peligra con languidecer y perder lo poco que queda de confianza en sus instituciones.
Son muchos los gastos innecesarios que hoy se erogan y siguen en aumento. Hay gastos en sueldos, honorarios, prebendas, publicidad, comunicaciones que se originaron en la pasada campaña electoral de parte del oficialismo y que hoy se pretende mantener no obstante haber pasado las elecciones nacionales y que los mismos aumentan el déficit fiscal.
Ante todo estos desmanes deben levantarse las voces más honestas y de buena voluntad y seguir hacia adelante sin escatimar esfuerzos y someter a la obediencia, a la disciplina, a la planificación, a la efectiva administración de los recursos del país a los acostumbrados a robarse el erario.
Finanzas sin regulación, supervisión o control es el mejor caldo de cultivo para el robo y el fracaso de un país de gente buena que madruga para lograr sus objetivos, metas, cumplir su misión, llevar una vida más llevadera llena de felicidad y prosperidad. felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com
jpm