Familiaridad social en Baní en la década del 1950

 

 

        En la década de 1950 como en un movimiento de inercia seguía evolucionando la vida social en Bani, tal como había sido desde el inicio del siglo XX. Ahora se le  agregaba el paulatino aumento poblacional con la apertura de nuevas calles con la expansión de la ciudad y nuevos entes sociales se incorporaban a las actividades.

 

        Una tradición, que se mantenía como algo socialmente necesario para destacar las costumbres y la familiaridad de los banilejos,  eran las fiestas colectivas de mucha participación social. Estas involucraban cumpleaños significativos como el de los 15 años, reinados infantiles, juveniles  y de adultos, que pese a las precariedades de una sociedad pobre, esas fiestas revestían una gran fastuosidad. Eran hermosas creaciones de la moda para las fiestas.

 

En los reinados infantiles, a los caballeritos y a los mayores, se les introducían en impecables trajes de etiqueta tropical o de smoking para desfilar con las niñas, jovencitas  o hermosas adolescentes en la flor de juventud, elegidas por su porte y presencia que impactaba entre los banilejos. Ellas se engalanaban con las creaciones de sus madres o modistas muy conocidas en el pueblo.    

 

        Pese a vivir en la década de 1950 bajo un férreo régimen de ahogamiento de las libertades,  siempre había un motivo de darle salida a sus inquietudes. Estas en todos los tiempos y sistemas políticos  rompen las cadenas de las imposiciones para permitir  un desahogo necesario por  las motivaciones sociales de inter actuar como debe ser la conducta humana.

 

REINADOS INFANTILES

 

        Los banilejos no se quedaban atrás  en eso de buscar motivos para celebrar actividades festivas colectivas. La participación de la niñez y de la juventud era esencial para el éxito de los eventos en que siempre  había una participación masiva de los grupos sociales que sobresalían en la comunidad.

 

        Recuerdo que en febrero de 1943 fue celebrado un reinado infantil en que la reina lo fue la niña Daysi Perelló Abreu, que con su corte de niños de edad similar, de  3 a 6 años, participamos en un recordado desfile por las calles del pueblo y luego el baile en el Casino de Peravia,  que en ese entonces estaba ubicado en lo que sería después el Bar Hollywood. Allí con mi  pareja Altagracia Medina Bairán pretendí bailar con elegancia el hermoso bolero de todos los tiempos Bésame Mucho y el emblemático merengue Compadre Pedro Juan,que ya estaban de moda. Y todavía lo están, ya que lo guardamos, al igual que mis congéneres, en las viejas neuronas del cerebro como el principal recuerdo de la niñez.  

 

        A inicios de 1950 había una niña muy mimada por sus padres Miguel Báez Díaz y Aida Perelló de Báez, de nombre Pilar, en honor a su abuela. Ella confraternizaba en nuestro medio, junto  a otras jovencitas, integraban la flor y nata de los hermosos capullos femeninos creciendo en belleza y feminidad.   Hoy en día la mayoría, que todavía están con nosotros, son venerables damas y caballeros de edad  que recuerdan el Bani de los años 50. Eran un nutrido grupo de adolescentes, varones y hembras, que algunos o algunas apenas superábamos los doce años de edad. 

 

        Y la tradición banileja, así como la de los demás pueblos de la república, para divertirse y mantener los lazos sociales, era celebrar reinados infantiles en favor de recaudar fondos para alguna causa benéfica. Se preferían los reinados infantiles y no con los de participación de jovencitas de mayor edad para evitar que llamaran la atención en algunas esferas de la dictadura de Trujillo.

 

        De muchos reinados infantiles, que se celebraron en Bani durante

 varias décadas, hubo uno  en torno a 1950 organizado para recaudar

 fondos para ayudar a los pobres y con el fin de elegir a la Reina del Altruismo, auspiciado por la  sociedad San Francisco de De Asís

que la presidía la  recordada dama que vive en el corazón de los banilejos Elena Mejía. Y la acompañaban distinguidas personalidades de Bani tales como América de Pérez, Eugenia  Contín de Mota, Federico Lithgow, Amado Mallol, Felix María Abreú,  Bremo Mejía y Juan Mejía.

 

        En el reinado para el elegir la Reina del Altruismo participaron las

 niñas Doris Read, Laositin Alberti, Aguedita Herrera, Sonia Velázquez,

Manón Velázquez, Pilar Báez Perelló, Esther Oliva Garrido,  Lili Ortiz,

 María R. Hernández, María Soto Franjul,  Licelot  Abreu y Dominica Mariñez

 

         Al celebrarse el escrutinio final del reinado infantil la ganadora fue

 Pilar Báez Perelló con mas de 20,000 votos. Entonces  una comisión del

 jurado fue a la residencia de los padres de Pilarcita,  Miguel Báez Díaz y Aida

 Perelló de Báez a informarles los resultados del escrutinio final y de que su

 hija era la triunfadora del reinado del Altruismo.

 

        Ese fue el primer reconocimiento que recibió Pilarcita  en su

 adolescencia, que por  sus simpatías  y proceder tan educado y sencillo

se ganó el cariño de los banilejos, pese a que se le ubicaba en el sector mas

 pudiente de la ciudad. Aún cuando en Baní se vivía en un ambiente de

 igualdad definido por la educación, formación moral y cultural, existían

núcleos bien definidos como se observó por la reputación de todas las

 niñas que participaron en el reinado del Altruismo.

 

LOS QUINCE AÑOS DE PILARCITA

 

        El 12 de mayo de 1954 cumplía Pilarcita sus quince años y para la

 ocasión, como se estilaba socialmente,  sus padres decidieron organizar un

 evento  de gran trascendencia social en su residencia que estaba ubicada

en el frente del Parque Infantil. La residencia poseía unos hermosos jardines

 con paseos interiores. La juventud  banileja se vistió de sus mejores galas.

 Los jóvenes que asistimos con elegantes trajes blancos y las hermosas damitas que deslumbraban por su belleza en hermosos trajes semi largos que tan de moda estaban para mediados de esa década de 1950.

 

        Fue una noche inolvidable para la juventud de Bani, que disfrutamos de la hospitalidad y atenciones personales de la familia Báez Perelló. Se

 disfrutaba de la amistad y cariño de una joven que se abría con esperanzas y

 sueños a la adultez. Pero en febrero de 1960 tendría un trágico final

 nunca bien esclarecido.

 

        Ese salón de fiestas de la residencia de la familia Báez Perelló se

 había construido  para la ocasión. Al ingresar el cortejo en el

 salón, una reputada orquesta del país,  aguardaba para iniciar el baile

 con la interpretación del tradicional vals que reservaba para ese tipo de

 evento social.

 

        Pilarcita, desbordaba en su sencillez innata, alegría contagiante junto a

 sus amigas banilejas y a sus varoniles acompañantes. Era un ambiente

familiar para disfrutar  de un evento que años después se recordaba con nostalgia. Después de 1960 su recuerdo sería de una profunda tristeza  cuando la tragedia se abatió sobre la familia Báez Perelló. Fue en el momento esperado con ansias por toda mujer de ser madre. Pilarcita en febrero de 1960 entregó su hija Pachi al mundo pero ella entregó su alma a la Eternidad.

jpm

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