Ezcaray ¡hasta siempre!

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Transitando por Ezcaray, municipio de La Rioja, España, ubicado en la parte alta del Valle del Oja -Sierra de la Demanda-, con una población actual de 2098 habitantes y vecino a la estación de esquí de Valdezcaray, descubrimos parte de sus riquezas paisajísticas y las facilidades para la práctica de algunos deportes relacionados con la montaña y las serenas aguas del Río Oja: senderismo, parapente, esquí, pesca y caza, entre otros. Desde Ezcaray, una de las localidades de mayor tradición turística de la región, las excursiones nos permiten visitar sus monasterios y algunas de las bodegas de los muy afamados vinos riojanos. El cultivo de sus ricas patatas (papas), además del movimiento anual de turistas, constituyen una considerable fuente de ingresos para la municipalidad. Próximo a Santo Domingo de la Calzada, que también tiene su historia porque “allí cantó la gallina después de asada”, cruzando por Haro – capital del Rioja-, decidimos hacer una parada en el «Echaurren», su acogedor hotel, ubicado en el centro de la villa, frente a la Iglesia de Santa María, y poder degustar algunas de sus exquisiteces. En esta ocasión, para ganar tiempo al tiempo, olvidándonos del cordero asado, cochinillo al horno y las verduras de temporada, ricos platos del establecimiento, optamos por la comida ligera, eligiendo unos pinchos de tortilla, chorizos a la sidra, hogazas de pan recién horneado, palmeritas, magdalenas y las deliciosas fresas cubiertas de nata, ¡todo un festín para saborear!, sin que faltaran los chiquitos(vasitos) de tinto riojano y unas copitas de licor. Lleno de encantos, con los huéspedes sentados alrededor de la chimenea -lo que daba un toque de magia al ambiente-, me pareció que entraba al salón de una de las novelas de Agatha Christie o Edgar Alan Poe. En voz baja, algunos comentaban sobre sus caminatas y describían las bellezas del pueblo; otros, en cambio, dialogaban en torno a la pesca, las pistas y lo bien que lo pasaron esquiando en ellas. Mirando mis alrededores, pude percatarme que todos tenían un libro abierto sobre sus piernas, abrigadas con finas mantas, de clásicos colores y cuadros, confeccionadas en la acreditada fábrica local desde el 1930. Luego de la merienda y disfrutar del café, chocolate o té bien calentitos, -otros preferían el vino- entre ellos surgió un inesperado silencio. Me chocó todo aquello, no entendía la dinámica del grupo. Observando la escena, en poco lapso entendí que concluido el intercambio de sus vivencias, ¡cada uno a lo suyo! Libros aproximados a sus caras y solo el casi imperceptible ruido del cambio de páginas leídas irrumpía en el salón. Procedente del trópico, desconocía la existencia de estos ambientes; las películas los muestran pero nada tienen que ver con ser parte de los mismos. Aquella escena me gustó muchísimo, experiencia que sumaba a tantas otras de la inolvidable y exuberante Rioja. Caminando por la plaza de esta hermosa villa, disfrutar del colorido de los trajes de los esquiadores y la algarabía que allí reinaba, sumado al rico «bocata» de jamón con el que nos despedimos de Ezcaray, logramos una estadía de gratas remembranzas. Cómo olvidar la visita al telar -máquina para tejer que desconocía por completo-, en la que confeccionan sus apreciadas mantas; las suculentas moras – si prefiere llamarlas blackberry- que recogimos en el borde de aquel estrecho sendero. Recordar el comentario de Scarlett, amiga entrañable y compañera en aquel viaje: “¡estamos situados tan altos que podemos rascar los pies de Nuestro Señor!” Y sí, como únicos compañeros en nuestro entorno, observamos los nimbos y penachos, aunados al impresionante silencio del infinito. Salimos de Ezcaray y en mi memoria emocional aún conservo el sabor de aquellas frutillas, buen regalo de natura, para que ese pueblecito encantador ¡no lo olvide jamás! Si logré transportarle hasta Ezcaray, lejos de la cotidianidad y titulares poco halagüeños, he cumplido con la misión de hacerle volar, sin costo alguno, y evitar las inconveniencias de un viaje larguísimo. Ya me contará si le gustó esta experiencia y saludaremos ¡Ezcaray, hasta siempre! giannellaperdomo@hotmail.com

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