Evo:  indio, cocalero y predestinado

En varios de mis artículos publicados en este prestigioso medio y en otros que se han hecho eco de los mismos, he manifestado que a comienzo de la década de los 90, Latinoamérica  se vio arropada e hipnotizada políticamente por una oleada de líderes  del populismo izquiedista que se ganó la confianza y el apoyo de muchos pueblos. Fueron la novedad del momento y nadie conocía de sus reales intenciones.

Eran los nuevos «Mesías , salvadores y redentores» que venían en pos de acabar con el hambre, las distorsiones económicas, la pobreza, el atraso social y muchos de los males que siempre han caracterizado a las naciones del llamado Tercer Mundo. Por eso crearon tantas expectativas, adhesiones y admiraciones.

Como una consecuencia de lo anterior, fue así que germinaron por esos lares como la portulaca oleracea,  individuos como los Chávez en Venezuela (1999); los Kirchner en Argentina y los Lulas en Brasil (2003); los Evos en Bolivia y los Zelayas en Honduras ( 2006); los Correas en Ecuador y los Lugos en Paraguay (2008). La América Latina creyó que esta cáfila de nuevos líderes al mando de la cosa pública, iban a dar al traste con la corrupción, el nepotismo, el desorden, la escasez de empleo y llevarlos a una nueva vida. El tiempo pasó y la realidad de eso falsos impostores quedó al descubierto: fue más de lo mismo y peor.

Pero, dentro de ese espejismo falsamente creado por los pueblos sobre estos hipócritas personajes de la política, hay un común denominador que lo ha caracterizado a lo largo del ejercicio político desde el poder a cada uno de ellos: su ambición desmedida por eternizarse  en el ejercicio del poder y  creerse seres únicos, insustituibles y predestinados. Ese es el leitmotiv que me ha impulsado a escribir esta humilde opinión enfocando el último proceder del presidente de Bolivia  Juan Evo Morales Ayma.

La ruindad del indio Evo Morales

   Juan Evo Morales Ayma asumió la presidencia en Bolivia el 22 de Enero de 2006 resultando reelegido de nuevo en dos ocasiones, lo cual le permitió volver a ocupar el solio presidencial del Palacio  Quemado al ganar los procesos electorales del 6 de diciembre de 2009 y del 12 de octubre de 2014 que le permite gobernar hasta el 22 de enero de 2020.

Pero, como ya conocemos, si hay algo que identifica en común a los populistas socialistas y más aún, cuando están en la cima del poder político, es perder o que lo aparten del mismo. Es algo que no soportan y para  evitar eso, están dispuestos a matar, mentir, socavar las instituciones del Estado y hacer cuantas marrullerías sean posibles para lograr sus objetivos.

La historia reciente así nos lo confirma, pues vimos a un enfermo y socavado Hugo Rafael Chávez Frías haciendo campaña con la muerte respirando en su nuca; José Manuel Zelaya Rosales en Honduras, quiso modificar los artículos pétreos de la Constitución para ir a la reelección y provocó que lo sacaran en pijama; el pedófilo de Nicaragua,  José Daniel Ortega y Saavedra, secuestró el poder Judicial a base de prebendas para que modificara la Carta Magna y así permanecer una eternidad  en la presidencia, creando una dinastía familiar similar a la de los Somozas que fue su estandarte de lucha para derrocarla en su época de guerrillero. (Ver información):  https://ecodiario.eleconomista.es/internacional/noticias/4118041/07/12/Chavez-en-campana-retoma-la-calle-tras-declararse-curado-del-cancer.html

 

En el caso del Indio Cocalero, está empecinado en  su cuarta reelección y que su mandato sea indefinido y para lograr ese propósito, se tiene que modificar la Constitución. Fue así que, con su mente puesta en las elecciones presidenciales del 2019, realizó un referéndum el cual pensaba que  iba a ganar de calle, despertando con la realidad que le borró la sonrisa al ganar el «NO» en febrero del 2016. Estos hipócritas y mentiroso, que se ufanan de decir que «representan a los pueblos y que respetan sus decisiones», cuando las cosas no les favorecen se valen de todas las artimañas posibles que les brinda el poder para imponer su voluntad al pisotear por encima a la expresión popular que ellos se jactan de decir que representan y respetan. (Ver noticia): https://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160223_bolivia_evo_morales_referendo_resultado_ep

En consecuencia con lo anterior y haciendo eco con su ambición desmedida  y el ego de su vanidad desenfrena, fruto de ser un resentido social por sus orígenes, recientemente se dio a conocer que el Indio Cocalero logró ser favorecido con la sentencia del Tribunal Constitucional de Bolivia  para que participe como candidato presidencial en los comicios a celebrarse para el período 2020-2025 y cuantas veces quiera. Como ya conocemos, la «independencia» de los poderes del Estado en donde gobiernan estos desaforados populistas izquierdistas, no son más que mera utopía y todos están subordinados a los caprichos de cada uno de ellos. La libérrima voluntad expresada en las urnas por el pueblo boliviano en el citado referéndum se fue al carajo ante el deseo de Evo. (Ver fallo Tribunal):  https://www.infobae.com/america/america-latina/2017/11/28/el-tribunal-constitucional-de-bolivia-autorizo-la-repostulacion-presidencial-de-evo-morales/.

Los populistas y el Síndrome de Hubris

   Es una patología que se conoce como «la enfermedad del poder» y que quienes la padecen, acusan una terrible ignorancia de la real perspectiva de lo que acontece en su entorno. Se considera ya en cierta forma, como un trastorno de la personalidad de aquellos individuos que sustentan cierto grado de poder y observan ciertas características y comportamiento típicos entre ellos.

Su acepción tiene sus orígenes en las escenas del teatro griego y se traduce como la «desmesura» que viene siendo el orgullo o la confianza desmedida en sí mismo que desarrolla una persona y más aún, cuanto esta ostenta el poder. En las escenas del teatro griego, se indicaban como «las personas que robaban escenas», como una forma de querer sobresalir frentes a los demás o querer su absoluta atención para saciar la sed de su ego.

Esta condición tiene un campo fértil en la política y, sobre todo, en aquellos que ejercen el poder y se muestran narcisistas, creen que todo lo que ellos piensan o dicen es totalmente correcto y deben adoptarse como un dogma y lo que opinan o dicen los demás, no es digno de tomarse en cuenta. De igual manera, todo aquel que piense contrario a ellos o disienten de su manera de pensar, los consideran enemigos. Obviamente, este conducta absurda y egoísta en extremo, conlleva necesariamente a tomar decisiones erradas porque los individuos que la sufren pierden totalmente las perspectivas de la realidad total y sólo ve lo que quiere y le gusta ver. Un caso patético es el actual dictador de Venezuela.

Es dable señalar que, esta patología social es en cierta medida transitoria, la cual, aunque tiene ciertos síntomas del orden siquiátrico, debe ser observable desde el punto de vista sociológico, dado que la misma es inherente al momento que la persona esté viviendo ya que, se ha observado que suele revertirse cuando los afectados dejan las mieles del poder político.

No cabe duda alguna que,  esta ambición desmedida por retener el poder y pensar que son «predestinados» y que nadie lo hace o lo está haciendo mejor que ellos, cae dentro del ámbito del Síndrome de Hubris y sus mejores protagonistas sin temor a errar han sido: los Castros en Cuba, los Chávez en Venezuela, los Ortegas en Nicaragua, los Correas en Ecuador, los Kirchner en Argentina y los Evos en Bolivia.

Esta conducta narcisista de estos hipócritas y farsantes líderes del pupulismo izquierdista de hoy en día, nos hace recordar la figura carismática del radicalismo argentino que dio paso al «yrigoyenismo» en la patria de Carlos Gardel y  que se encarnó en la figura del expresidente Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen que forjó la anecdota que refuerza el rol que asumen los gobernantes que caen bajo el Síndrome de Hubris.

Los asesores (en República Dominicana se les conoces popularmente como «lambones») del presidente argentino Hipólito Yrigoyen en su afán de adularlo y no perturbar la visión que él mismo se tenía como gobernante, tuvieron la osadía y el tupé de imprimir un periódico hecho para él, con unas imágenes y noticias todas favorables a la Argentina que en  su realidad utópica veía Yrigoyen bajo su mandato, para así satisfacer su ego y su realidad distorsionada. A esto se le conoció en el espectro político como «leer el periódico de Yrigoyen».

Es exactamente lo que pasa en el Estado fallido de Venezuela y en la mente distorsionada del indio Evo Morales, quien emula en su proceder al rey de Francia Luis XIV cuando acuñó su famosa frase: «L’ Etat c’est moi» «El Estado soy yo». !Cuanta razón tuvo Nicolás Maquiavelo cuando expresó! :

«La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad».

JPM

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juan perez
juan perez
6 Años hace

Incluye en esas marrullas de izquierda al traidor pacoredista de Arroyo Cano (canchanchán y protector del Maduro), que pretende oficializar una dictadura en RD, montando a fuerza y sangre un brutal sistema de primarias abiertas, lo que le permitiría imponer dictatorialmente los candidatos que le venga en gana a todos los partidos del sistema, sería la destrucción del sistema democrático dominicano…todo con tal de perpetuar en el poder un comunista disfrazado de demócrata

Maximo D
Maximo D
6 Años hace

Penoso que para que los bolivianos sean dueños de lo propio tuviera que venir un indio, cocalero y predestinado. Debemos buscar uno asi en los demas paises hispanos?

José Flández
José Flández
6 Años hace

Excelente trabajo mi estimado amigo L. Arturo Morató… te felicito. El populismo ha traído al mundo grandes males, pero muchas personas de todas partes se dejan envolver por su discurso demagógico de promesas aéreas que atontan a imbéciles de todos los estratos sociales sin importar muchas veces que sean simples hombres del pueblo sin educación suficiente o profesionales con carreras universitarias.