Estancias para adultos mayores
Dice Johan Manuel Serrat en una de sus joyas hecha canción lo siguiente:
Si se llevasen el miedo, y nos dejasen lo bailado para enfrentar el presente… Si se llegase entrenado y con ánimo suficiente… Y después de darlo todo – en justa correspondencia – todo estuviese pagado y el carné de jubilado abriese todas las puertas… Quizá llegar a viejo Sería más llevadero, Más confortable, Más duradero.
Si el ayer no se olvidase tan aprisa… Si tuviesen más cuidado en donde pisan… Si se viviese entre amigos que al menos de vez en cuando pasasen una pelota… Si el cansancio y la derrota no supiesen tan amargo… Si fuesen poniendo luces en el camino, a medida que el corazón se acobarda… y los ángeles de la guarda diesen señales de vida…
Quizá llegar a viejo Sería más razonable, más apacible, más transitable. ¡Ay, si la veteranía fuese un grado…! Si no se llegase huérfano a ese trago… Si tuviese más ventajas y menos inconvenientes… Si el alma se apasionase, el cuerpo se alborotase, y las piernas respondiesen…
Y del pedazo de cielo reservado para cuando toca entregar el equipo, repartiesen anticipos a los más necesitados…
Quizá llegar a viejo sería todo un progreso, un buen remate, un final con beso. En lugar de arrinconarlos en la historia, convertidos en fantasmas con memoria… Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina… O simplemente si todos entendiésemos que todos llevamos un viejo encima.
Un adulto mayor que tiene que andar rodando de casa de un familiar a otro, o dentro de la casa de un familiar estar consignado a un área específica en donde no moleste mucho, que sea constantemente objeto de disputa entre la pareja o el matrimonio porque el uno le reclama al otro que no tiene por qué soportar al susodicho, que por qué no lo atiende fulano o mengano que también son hijos…
Ya sea por lo dicho anteriormente, o porque realmente no tenga como dijere Cristo “en donde recostar la cabeza, ya que al llegar a la tercera no encuentra a nadie que lo empuje gozoso al Home, por utilizar un lenguaje del “argot beseballistico” (beibolístico)
La ley 87/01 sobre Seguridad Social expresa en su primer considerando lo siguiente: “Que el artículo 8 de la Constitución de la República establece que «el Estado estimulará el desarrollo progresivo de la seguridad social, de manera que toda persona llegue a gozar de adecuada protección contra la desocupación, la enfermedad, la incapacidad y la vejez.
La vejez aquí fue dejada de ultimo tal vez por la importancia que tienen sus titulares o tal vez por ser la última etapa de la “vida”; en “justa correspondencia”
La citada ley 87-01 dispone en su artículo 137, la creación del Consejo Nacional de Estancias Infantiles (CONDEI), y nos parece excelente; lo que no nos parece bien; es que nadie, ningún legislador, haya notado que en dicha ley faltara el Consejo Nacional de Estancia para adultos mayores.
Es hora de que mis amigos legisladores recuerden que el Estado debe crear lealtades entre las personas, en los miembros de la sociedad. Que los asociados deben sentir que el Estado está haciendo algo por ellos o lo ha hecho por sus ascendientes para que los descendientes sientan la necesidad de pagar esa deuda.
Que recuerden que La Dignidad Humana es la condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte. No puede haber actuación o disposición que válidamente límite o atente contra la Dignidad Humana. Y finalmente empiecen a pensar que en la vida no hay nada seguro y que todos absolutamente todos llevamos un viejo encima.
Hasta la Próxima