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Es urgente la intervención humanitaria
El presidente provisional de Venezuela, Juan Guaidó, fijó para el 23 de febrero próximo la entrada de la cuantiosa ayuda humanitaria donada por Estados Unidos y otras naciones, acopiada en la ciudad colombiana de Cúcuta, fronteriza con Venezuela, en el estado brasileño de Roraima, que también hace frontera y en la isla caribeña de Curazao.
Guaidó ha dicho que la entrada de dicha ayuda se va a realizar “sí o sí”, aunque no ha revelado como es que se va a producir la entrada de las donaciones, en el entendido de que el régimen usurpador de Maduro se opone abiertamente, afirmando que Venezuela no está de limosna y que eso no es más que un show de la derecha y el imperialismo para invadir militarmente y derrocarlo.
Aunque Maduro alegue que el ingreso de la ayuda humanitaria violaría la soberanía nacional, el numeral 11 del Art. 187 de la constitución venezolana señala que le corresponde a la Asamblea Nacional, autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país, lo que significa que habiéndolo autorizado la legitima Asamblea Nacional, la entrada de esas misiones es perfectamente legal.
En 2005, la ONU aprobó por unanimidad de todos sus miembros la responsabilidad de Proteger a su población del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad. En dicha cumbre, los dirigentes mundiales acordaron también que cuando un Estado no cumpla esa responsabilidad, todos los Estados (la comunidad internacional), tendrán la responsabilidad de ayudar a proteger a la población amenazada de tales crímenes, de manera oportuna y decisiva.
Dicha resolución dice que esta acción debe ser aprobada por el Consejo de Seguridad, lo que en este caso sería imposible, ya que el consejo de seguridad no aprobaría tal acción porque esta sería vetada por Rusia y China, naciones que por intereses políticos y económicos apoyan el genocidio que ha estado cometiendo contra la población la dictadura comunista dirigida por Maduro bajo la supervisión de la Habana.
Cabe suponer que el presidente encargado debe contar con un apoyo seguro de fuerzas militares para contrarrestar la oposición violenta que probablemente ejercerán las fuerzas armadas que dicen apoyar resueltamente al dictador acorralado.
Sería decepcionante para el pueblo venezolano el hecho de que esta vez, cuando más los acontecimientos los han llenado de esperanzas, se repita lo que ha venido sucediendo a lo largo de 20 años de despotismo chavista, que a ultima hora todas las expectativas de cambio en cualquier momento suscitadas, se han desvanecido.
La seguridad y tranquilidad que muestra Guaidó dan a entender que hay confianza en lo que seguramente le han prometido los aliados del continente, encabezados por Estados Unidos, a la causa por la que luchan denodadamente los sectores verdaderamente democráticos de la sociedad venezolana para restablecer el estado de derecho perdido bajo la dictadura militar castrochavista.
En el último discurso pronunciado por el presidente Donald Trump en la Universidad Internacional de la Florida en el día de los presidentes, este fue muy enfático en recordarle a Maduro de que su tiempo de abandonar el poder ha llegado, ya que su última juramentación del 10 de enero es totalmente ilegitima y por lo tanto él ya no es presidente de Venezuela.
En su discurso Donald Trump enfatizó en lo que desde hace tiempo ha afirmado, de que todas las opciones con respecto a Venezuela están sobre la mesa, incluyendo obviamente la Militar. Dos días más tarde el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos le repitió la advertencia al dictador comunista.
El mundo está expectante ante lo que va a suceder el sábado 23 de febrero, pero más lo están lo venezolanos, que esperan con ansiedad la fecha, en la que han cifrado todas sus expectativas de esperanzas que los ponen a soñar con el fin definitivo del calvario que han padecido durante el catastrófico régimen comunista impuesto por Chávez y Nicolás Maduro, régimen que aparentemente, está en fase terminal.