Es María la madre de Dios ?
Los hechos históricos: Estoy seguro que muchas personas nunca se han hecho esta pregunta. Primero, porque nunca se les ha ocurrido meditarla y, segundo, porque ha sido una mentira blasfémica y antibíblica que por más de un siglo y medio ha sostenido la iglesia católica, cuyos principios religiosos descansan en el paganismo y la idolatría romana. Pero, como en todo campo del conocimiento no basta con negar las cosas per se, sino que hay que demostrar con razonamientos lógicos el porqué de la negación y partiendo de ese enunciado, vamos a analizar y dar respuesta a la interrogante que ha motivado este humilde trabajo. La «mariolatría» tuvo su génesis en el Concilio de Efeso, el cual fue celebrado entre el día 22 de junio y el 16 de julio del ano 431 en un puerto antiguo griego de la actual Turquía. Fue ahí donde surgió un decreto dogmático por parte del clero de la iglesia católica, en relación al lugar que debía ocupar la virgen María en la jerarquía celestial y en la naturaleza de la encarnación de Jesús. Dicha reunión fue convocada por Teodosio II emperador romano y con la anuencia del papa Celestino I, con la única finalidad de salirle al paso a las declaraciones de Nestorio de que «María sólo debería considerarse como la «madre de Cristo» y no la «madre de Dios «, algo que fue considerado «herejía» por la curia romana y en contra de Nestorio. Después de este Concilio de Efeso, en donde se estableció la naturaleza de María como culto cristiano entre los católicos, a partir del siglo 18 fue notoria la participación papal para el culto a María y su título de «Madre de Dios' dando paso por igual, a una serie de «apariciones' en Paris, Francia (1830), Fátima, Portugal (1917); Lourdes, Francia (1858); Knock, Irlanda (1879), etc. Después de esto, dos encíclicas papales son vitales para el desarrollo de la «mariolatría» en el culto católic «Inffabilis Deus» del papa Pío IX en donde se traza la inmaculada concepción de la virgen María (1854) y «Munificentissimus Deus» escrita por el papa Pío XII, erigiendo la asunción de María (1950). El silogismo theotokos de la iglesia católica: Antes de entrar en la contradicciones del concepto católico sobre el término «madre de Dios» con la Biblia, debemos por ética ir definiendo términos para la mejor comprensión del tema. En consecuencia, debemos preguntarnos: Qué es un silogismo ? El silogismo no es más que una manera de razonamiento con características deductivas, el cual consta de dos componentes esenciales que son: la premisa y la conclusión, constituyéndose la última lo que se conoce como una inferencia deductiva de las dos anteriores. En cuanto al término»theotokos', el mismo no es más que una palabra griega cuyo significado es «madre de Dios». La iglesia católica ha creado diversos títulos a María, llevandola casi a tener la misma paridad de grandeza que el mismo Jesús. El más relevante de todo es llamarla la «madre de Dios», algo que no es cierto ni es bíblico y, sobre todo, una blasfemia. El fundamento para tan osada distinción, es el siguiente silogismo teológic Jesús es Dios (premisa). María es la madre de Jesús. Entonces, María es la madre de Dios (conclusión). Si lo vemos de esa manera tan sencilla, podemos llegar a concluir que el silogismo no está errado. Sabemos que Jesús es tanto Dios como hombre. Esa deidad no es cuestionable. Ahora bien, dónde es que falla el silogismo católico ? De una manera muy sencilla: De la misma manera que Dios no tuvo padre, de esa misma manera no puede tener madre porque Dios es, ha sido y será eterno. María, bajo ninguna circunstancia o razonamiento lógico, puede pasar de ser una hija del Creador y a la vez ser madre de quien la creo. Eso raya en el absurdo y la irracionalidad de la iglesia católica en imponer por encima de toda lógica un dogma de fe y, sobre todo, sin sustentación bíblica. Si usted lee con detenimiento las Sagradas Escrituras, jamás usted encontrará que en la misma se llame a María la madre de Dios, sino que siempre se le reconoce como la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios que se hizo hombre para redimir a la humanidad del pecado original. Jesús, que siempre ha existido desde la eternidad a la diestra del Padre, se hizo hombre y tuvo hambre, sed, se durmió, etc. de la misma forma en que lo hacemos los humanos y de esa forma así nos lo enseña la Biblia: «En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El estaba con Dios en el principio. Por medio de El todas las cosas fueron creadas; sin El, nada de lo creado llegó a existir. En El estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» (Juan I: 1-4; 14). Esto nos demuestra que María sí fue la madre del Jesús que adquirió humanidad, pero no la madre de Dios que siempre ha sido eterno al igual que su Hijo. En consecuencia, si María fuera la madre de Dios, ésta hubiera tenido que haber existido antes que El, algo que es inaudito, pues Dios no tiene principio y nadie puede haber existido antes que El. El silogismo correcto que debe ser aplicado en torno al verdadero papel de María, debe ser corregido y enunciado de esta manera: Jesús es Dios que se hizo hombre. Jesús se hizo hombre a través de María. Por lo tanto, María es la madre de Jesús. Así no habría contradicción alguna con la Palabra de Dios. Jesús ha existido mucho antes que su nacimiento humano en Belén. Basta recurrir a este pasaje bíblico que nos dice: «Ciertamente les aseguro que, antes que Abraham naciera, !yo soy!. (Juan 8-58). Es propicio señalar que hay una gran diferencia en la María de que nos hablan las Sagradas Escrituras y la María que ha presentando al mundo la iglesia católica, fruto de una posición dogmática y antojadiza de la curia romana. El «título» de «Madre de Dios no es bíblico como de igual manera tampoco los son los títulos que has dado la iglesia católica a María, como «Madre de la Iglesia», «Madre de la Misericordia», «Emperatriz de América», «Reina de los Cielos», «Intercesora», etc. La doración o veneración que se le endilga a ella en vez de a Dios, no solamente denigra el aprecio por la Deidad, sino que conlleva a la apostasía más profunda.