¿Es la inmigración haitiana demográfica y estadísticamente incontable? (1)

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EL AUTOR es demógrafo. Reside en Santo Domingo.

Por   JULIO CESAR MEJIA SANTANA
Con respecto a las magnitudes y características sociodemográficas y laborales de las migraciones internacionales a la República Dominicana, su conocimiento ha estado limitado históricamente por la carencia de informaciones confiables. Por un lado, los registros administrativos de extranjeros en el país sólo incluyen a los residentes legales, por lo que acusan un grave subregistro y restricciones en el acceso a los mismos.
Por otro lado, la tradicional baja cobertura de los censos nacionales de población en el empadronamiento de los extranjeros y los problemas de representatividad de las encuestas de hogares en las que se han incluido alguna pregunta que permita identificar a inmigrantes, ha dificultado enormemente las posibilidades de obtener a través de esas fuentes enumeraciones y estimaciones razonables medianamente cercanas a las reales magnitudes de stock y flujos inmigratorios que llegan al país.
Particularmente respecto de la inmigración haitiana, dado que en su inmensa mayoría era -hasta hace poco- indocumentada, y una buena parte de ésta penetra al territorio dominicano sin autorización legal, su medición ha sido más problemática, no obstante los esfuerzos intelectuales desarrollados por demógrafos y sociólogos desde los años 70 para cuantificar y caracterizar la población haitiana residente en el país.
Esta incertidumbre estadística ha sido históricamente el talón de Aquiles que ha dado pie a las apreciaciones estimativas más vario pinta acerca del total de inmigrantes haitianos en el país.
Sin embargo, ese incierto panorama estadístico-demográfico sobre la inmigración haitiana ha cambiado notoriamente desde principios de la década pasada. En el año 2002, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) realizó, con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Encuesta de Inmigrantes Haitianos (EIH), la que estimó en 315,000 el total de inmigrantes haitianos, y en 195,000 el de descendientes de haitianos, por lo que la población total de origen haitiana sería en ese año de 510,000 personas.
Más recientemente, tres fuentes de datos, el último Censo Nacional de Población y Vivienda de 2010, la Encuesta Nacional de Inmigrantes de 2012 (ENI-2012) y el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros en Situación Migratoria Irregular (PNRE) que concluyó en junio de 2015 revelan, por primera vez, cifras de residentes extranjeros que podrían estar relativamente cercanas a la magnitud real de la población de origen extranjero residente en el país. La primera fuente arrojó un total de casi 400,000 inmigrantes (395,791), de los cuales 311,919 son procedentes de Haití; y la última (el PNRE) registró un total de 288,467 solicitantes, de los cuales calificaron 250,241.
Precisamente para utilizarla como insumo para la implementación del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, el Gobierno dominicano optó por ordenar a la Oficina Nacional de Estadística (ONE) la realización de una Encuesta Nacional de Inmigrantes, la que se levantó en el año 2012, desestimando así la propuesta de un censo nacional de inmigrantes o especialmente de residentes haitianos en el país.
Dicha encuesta, basada en una muestra con representatividad nacional de 68,248 viviendas y lugares habitados, la más grande muestra utilizada en una encuesta en el país, estimó que son 458,233 el total de inmigrantes haitianos en país, y 209,912 los descendientes de esos inmigrantes que nacieron en RD.
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Pese a la rigurosidad técnica con que se realizó la ENI-2012, la controversia sobre la magnitud de la inmigración haitiana persiste. Muchos dominicanos, entre los que se encuentran líderes y dirigentes políticos, sociales, religiosos y empresariales, senadores y diputados, directores de medios de comunicación, comunicadores sociales, intelectuales, profesores y maestros y otras personas con influencia en la opinión pública, siguen apreciando y difundiendo cifras de inmigrantes haitianos residentes en el país muy distantes de las estimaciones derivadas de la ENI, el Censo de población de 2010 y el PNRE.
Esos dominicanos más ilustrados no son conscientes o aparentan ignorar que al asumirse cifras de dos, tres, cuatro, cinco y hasta seis millones de haitianos en el país, están invalidando los resultados de la ENI. Más aún, desconocen que la ENI-2012 sirvió de base para los esfuerzos de aplicación de la Ley General de Migración que realiza el gobierno para la regularización y control de la inmigración al país, y que dichos datos fueron avalados por la controvertida e histórica sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional que en su mayoría ellos apoyaron.
En todo caso, la pregunta clave es: ¿Son factibles, razonables o plausibles las cifras de 2-6 millones de haitianos en RD?
La dificultad de sostener racionalmente esas apreciaciones estimativas se puede mostrar con el simple ejercicio estadístico siguiente: teniendo en cuenta que en el país había un total de 2.6 millones de hogar en 2010, de acuerdo con el censo de población de ese año, de ser ciertas tales cifras, tendríamos en promedio al menos un residente haitiano en cada hogar de RD.
Dado que los resultados de la ENI no confirman, sino más bien refutan esas estrambóticas apreciaciones, algunos de esos líderes, intelectuales, dirigentes y opinadores han sugerido de nuevo un censo nacional de inmigrantes haitianos residentes en el país. Otros, en una posición de escepticismo extremo, han llegado a plantear que la inmigración haitiana es incontable, o que, dicho en otros términos, es tarea imposible para la Estadística y la Demografía, cuantificar la magnitud real de dicha inmigración.
¿Cuán factible y necesaria es esta resurgida idea de un censo nacional de inmigrantes o exclusivamente de inmigrantes haitianos?
Esta propuesta tiene, a mi juicio, dos graves inconvenientes que la hacen impracticable: i) su altísimo costo, pues su planeamiento y levantamiento equivale casi a otro censo nacional de población; ii) es muy difícil que, viendo el actual –pero recurrente- panorama de atropellos de las autoridades policiales y migratorias a inmigrantes haitianos detenidos y la exacerbada pasión y a veces hostilidad que volcán muchos ciudadanos dominicanos ante la presencia de esos haitianos en el país, es casi imposible que en un operativo censal de tal magnitud se cree en el país el ambiente adecuado que genere en los haitianos redientes en el país la confianza necesaria para que los mismos colaboren de manera voluntaria para ser empadronado.
Afortunadamente, la Oficina Nacional de Estadística ha anunciado recientemente que realizará la 2da. Encuesta Nacional de Inmigrantes este año 2017. Su directora actual ha asegurado que “En tal sentido, se tomará en cuenta la población inmigrante que reside en viviendas convencionales y no convencionales, tales como: furgones, almacenes, terrenos en construcción, enramadas en fincas y otros similares”.
Al país se le presenta de nuevo una magnífica oportunidad para cuantificar -con cierto margen de error, por supuesto- el número de residentes haitianos en el país. Toca a todos nosotros, incluidos los muy escépticos sobre la bondad de la ENI, y muy particularmente a los profesionales de la Demografía y la Estadística, aportar ideas que ayuden a mejorar este esfuerzo investigativo que es un ejemplo de que sí podemos los dominicanos cuantificar con eficiencia y rigurosidad científica -no con subjetividades ni poses melodramáticas basadas ni prejuicios atávicos-, el número de extranjeros, y especialmente el número de haitianos residentes en el país.
JPM
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