Enfoque sociológico, antropológico y cultural de la frontera domínica-haitiana
Cuando la situación de los haitianos que habían emigrado hacia República Dominicana se volvió un tema de preocupación social dada las condiciones de hacinamiento que imperaba en los bateyes pertenecientes a los ingenios azucareros, fue abordado este enfoque en los años 70. Haití estaba bajo un régimen de fuerza, con las consabidas implicaciones en los planos intelectual y científico. Es un momento en que los investigadores haitianos estaban muy preocupados por la cuestión política de la dictadura y la economía de miseria de la gran mayoría en el propio territorio haitiano.
Es por esto que relegaron los asuntos fronterizos y naturalmente todo lo relacionado con los exiliados haitiano en tierra dominicana. La excepción fueron los intelectuales Suzy Castor, Michel Héctor y Gerard Pierre-Charles, quienes se sensibilizaron con la cuestión dominicana, tal vez, por estos haber estudiado en México, un miembro de la comunidad hispanoamericana.
En medio de las dos culturas concebidas como entidades antagónicas, irremediablemente separadas por la historia y la política, en lo que compete a República Dominicana, demostraron gran interés por la cuestión bilateral, autores como Juan Emilio Bosch Gaviño, Emilio Rodríguez Demorizi, Rubén Silié, Frank Báez Evertsz, Bernardo Vega, Cordero Michel, Frank Moya Pons y autores extranjeros como Jan Michiel Baud, y André Corten entre otros.
En esta parte hay que ver también la revalorización de la parte africana en la cultura dominicana, que había sido presentada durante el régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina como exclusivamente blanca e hispánica. De tal suerte que autores como Max Puig, Carlos Dore Cabral y Carlos Esteban Deive, buscaron conciliar la mentalidad colectiva dominicana con la ascendencia africana de su cultura popular. Ese grupo de intelectuales se interesó en la cuestión fronteriza teniendo como punto de partida la situación de los inmigrantes haitianos y el deseo de encontrar una visión más adecuada de la frontera y las relaciones fronterizas.
Del lado haitiano, de acuerdo con FLACSO/INESA, (2003) la cuestión sociológica, antropológica y cultural ha sido objeto de tan pocos estudios que se deduce que para los haitianos no hay ningún “problema dominicano” que sea real, dado que el asunto de la frontera fue resuelto con la firma del acuerdo de 1929, (Tratado de fijación de límites entre República Dominicana y República de Haití 1929) que vía el Vaticano fue saludado y bendecido por la Iglesia. Si retiramos la cuestión migratoria, los haitianos tienen pocas oportunidades de oír mencionar a República Dominicana. Así las cosas, las pocas veces que la prensa toca el tema lo hace en referencia a las relaciones de los Estados.
De manera que, no es sorprendente que en este contexto se encuentren pocos escritos por parte de haitianos, lo que también está determinado por la dispersión de la clase intelectual haitiana, ausente de la escena nacional por causa del exilio en esa época y particularmente por la ceguera en cuanto a los problemas de las relaciones bilaterales en la isla. La República Dominicana despertó cierto interés en los investigadores en lo que concierne a los cortadores de caña, sus condiciones de trabajo y contratación. En cuanto a la frontera, esta permaneció siendo un lugar desconocido donde nadie tomaba el riesgo de ir debido al fuerte control ejercido por los militares en ambos lados contra toda persona ajena a la zona.
Del enfoque sociológico, antropológico y cultural, se desprende que, si bien, es cierto que las culturas de los grupos humanos que conforman los dos Estados, son antitéticas, no obstante se impone buscar formulas que le den un rostro solidario a un conglomerado humano, que existe, que está dentro de nuestro territorio, que de una manera u otra se estableció, pues si queremos hoy día que el concierto de naciones que conforman la comunidad internacional nos vean con respeto, debemos de abocarnos por las vías institucionales a reorganizar los desaguisados que representa esta realidad.