El transporte público es un desorden
Para el grueso de la población el transporte público que presta la OMSA, los carros y guaguas de sindicatos y federaciones y los vehículos y motores privados del concho en el país, es un desorden que se suma a la inseguridad que se vive y siente en las calles.
Este servicio público se agrava por la falta de educación, el irrespeto a la ley de tránsito y la designación de políticos incompetentes quienes desde el cabildo, tránsitos terrestre o los organismos técnicos de transporte utilizan las instituciones para repartir empleos, enriquecerse y defender el sistema de privilegios.
Con la misma visión neoliberal del estado, han debilitado el gobierno para enfrentar los problemas del transito y le han entregado este servicio a los empresarios del transporte quienes han adquirido tanto poder que hacen y deshacen lo que le venga en gana. Hablar de Fenatrano, Conatra y Fenatrado y otras federaciones, es hablar de monopolio, poder y anarquía en el transporte público.
Muchas de las instituciones que ha creado el estado como la antigua ONATRATE, y las Banderitas han terminado saqueada. La OMSA anda cayéndose y levantándose. Y en la AMET, la OPRET, la OTTT, los Ayuntamientos y la Dirección General de Tránsito Terrestre, hay duplicidad de funciones y muchas espumas y poco chocolate.
Cuando se creó la Oficina del Metro 2004 y luego la Opret 2005, el objetivo era mejorar el servicio del transporte, reducir la presencia de vehículos públicos, diseñar tarifas para recuperar la inversión, racionalizar el servicio y organizar sistemas integrales de rutas
Sin embargo, han pasado 11 años y de 6 lineas del metro que se propuso construir, solo se han construido dos para beneficiar el DN y la Provincia de SD en las que se han gastado más de $ 60 mil millones. Pero aún no hay lineas alimentadoras, el parque vehícular ha crecido sin control, no hay recuperación de inversión, se agrava el conflicto por el monopolio y la solución del tránsito está lejos.
El servicio público masivo es deficiente, el privado masivo funciona pero a media y el de los sindicalistas y federaciones, lo mismo que de motor de concho privado, es inseguro y de mala calidad. Se puede decir que el tránsito hoy es un caos en el que nadie respeta las autoridades, ni los semáforos en rojo ni las señales de tránsito.
De los miles de problemas aún están los tapones que se forman a la hora de entrada y salida de escuelas y de trabajos en todo el territorio nacional. Hay dificultades con los vehículos mal parqueados, la proliferación de los policías acostados, los parqueadores que se apropian de calles, la falta de parqueos en Centros Comerciales y el manejo temerario de vehículos.
También hay demandas de asientos que convierte al usuario en una piñata a merced del chófer, el trato de los chóferes hacia el pasajero es deprimente, las ventas ambulantes en semáforos son peligrosas y horrorosos, los asaltos en motores, carros y guaguas es el pan de cada dia y la violencia intersindical es patética y vergonzosa.
Los heridos y muertes que han ocasionado estos sindicatos, su complicidad en el robo de los combustibles y sus desordenes han provocado que la población los llame los dueños del país. El gobierno les teme y el Conep lo enfrenta para compartir el monopolio.
En conclusión, la AMET no ha podido regular el tránsito de la ciudad, la OPRET no ha reordenado el transporte como se propuso, la OMSA no ha mantenido un buen servicio ante la demanda, la policía nacional no ha dejado de macutear por violación de tránsito y la OTTT tampoco ha podido ordenar el transporte público de vehículos.
Aún con este desmadre, el gobierno invierte todos los años en la (AMET) $ 748 millones. Mientras que para la (OMSA) dispone de $ 1,073 millones. Para la (OTTT) invierte $2,424 millones. Y para la (OPRET) le asigna un presupuesto de $ 7,678 millones.
En estas 4 instituciones se gastan más de $ 12 mil millones y en nóminas más de $ 527 millones. Sin mencionar lo que invierte la DGII para el marbete ni la Dirección de Tránsito Terrestre de OP en la señalización, la licencia, la revista y mantenimiento vial.
A pesar de esta gran inversión, la señalización es insuficiente, la inspección o revista no funciona, el mantenimiento vial es deficiente y excluyente y el desorden del tránsito cuesta mucho y está peor.
jpm
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