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El temor de Temo
En la película sobre Dantón escuché una frase impresionante, “El poder pudre a los hombres”. Yo veía la obra cinematográfica en youtube, pude retroceder las imágenes y oír otras veces la expresión. Mientras mi cabeza repasaba en fracciones de minutos nuestra historia. Me imaginé a Santana, Báez, Lilís, Trujillo y otros más recientes, en estado de descomposición cuando ejercían la presidencia de la república.
He sido testigo de cómo tres poderosos partidos han pasado por ese proceso. Consciente de esa realidad, quizás por eso Temo (Juan Temístocles Montás Domínguez) tenía y tiene el temor de que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), al madurarse demasiado en el poder, sin alternabilidad de sus líderes, pueda caer como un mango podrido.
¿Cómo ignorar que el tercer gobierno de Leonel Fernández salió del palacio con una fetidez de corrupción que provocaba náuseas? Y que el mal olor de “los vientos” provocaba sensación de mareo. El temor de Temo tenía base, porque era evidente que pretender retornar en esas circunstancias al poder, no solo era un suicidio para Leonel, sino también para el PLD.
Temo ha demostrado que no es un improvisado en política. Tiene el olfato del canino, por no decir que es uno de los mejores y más formados cuadros políticos de Juan Bosch. Probablemente Temo no ha visto la película sobre el brillante abogado y político francés Georges Jacques Dantón (1759-1794). Pero sabe demás que Maximilien Robespierre (1758-1794), dos veces presidente de la Convención Nacional francesa, se pudrió en el poder y que por sus órdenes Dantón fue ejecutado en la guillotina. No se puede negar que todo el derrumbe posterior de la Revolución Francesa también se debió a este estado de pudrición.
Pocos en el PLD se atrevieron en el año dos mil doce (2012) a enfrentar al saliente presidente Fernández en su eterna aspiración de volver al poder. Temo dio un paso al frente y dijo lo que otros temían expresar. Habló de la necesidad de alternar el mando para evitar el caudillismo. Combatió a Leonel con argumentos de mucha convicción y les llamaron “traidor”.
Este nuevo Judas para los seguidores del León, abrió el sendero de la crítica responsable. Luego se caminó en esa brecha con tranquilidad. Salió con su proyecto político y tuvo aceptación. Después de él continuaron otros dirigentes con sus propias ofertas. Mientras el presidente Danilo Medina trabajaba arduamente cada día sin exceptuar los domingos. En cambio, guardaba silencio sobre lo que acontecía internamente en el partido.
Cuando Leonel anunció sus aspiraciones ya la advertencia de Temo estaba hecha. Recuerdo que en la radio sonaba sin cesar una picante bachata: “Ay ay ay/ no me gustan las frutas muy maduras porque se pueden dañar./ Ay ay ay, / tu amor no me interesa, me lo puedes regalar, no me interesa/ Ay ay ay/ ya son noventaaaaa”.
Más allá de ese contexto artístico y sin música de fondo, Danilo anunció su nuevo viaje a la silla presidencial. Hubo crisis en el PLD. La historia es muy reciente para contarla. No obstante, sin mezquindades, hay que reconocer la amplia visión de Temo para apreciar a profundidad el rumbo que se debía tomar. Y como los hechos hablan, el PLD vuelve por quinta vez al poder.
La historia se repite
En el primer párrafo de su libro “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, Carlos Marx manifiesta: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795 …”
Pero la historia repetida del PLD hasta ahora no ha sido una tragedia, yo la aprecio como un drama de risas y lágrimas. Pudiera ser una farsa si el León desea volver en el veinte. O Danilo intenta reelegirse por segunda ocasión.
No obstante, los nuevos proyectos presidenciales de esa entidad, tienen la responsabilidad de evitar que las aspiraciones desmedidas terminen pudriéndolo todo en esa organización. Entonces, no quedaría más que lamentarse escuchando y tarareando el merengue, “Plátano maduro no vuelve a verde”.