El “Sueño Frustrado” de Martínez Pozo

Confieso de entrada que, el título no tiene nada que ver con algún fracaso, desilusión o desengaño, que yo mal suponga, arrastra el periodista líder del programa El Zol de la Mañana. Pienso que, por el contrario, a Julio la vida le ha devuelto sin creces lo que concibió y con tanto tesón se dedicó a construir. No creo que haya un solo ápice de éxito inmerecido en su escalada social. 

De modo que lo de “sueño frustrado”, es solo una alusión al trabajo que leí en este periódico y lo hago para poner en contexto mi opinión sobre su respuesta a la pregunta que dos de sus colegas le formularon: ¿Por qué en segmentos de la diáspora dominicana se ha construido una imagen tan negativa sobre el panorama de la República Dominicana que arrastra a líderes de opinión? (sic). 

Lo primero es que la pregunta en sí, ya refleja el derrotismo que de una forma u otra arropa a buena parte de los dominicanos que vivimos fuera del país y que Julio puso de relieve en su exposición. Endilgarnos con tanto fervor la condición de “diáspora”, es una señal de que tenemos vocación de mártires mas que de luchadores. Solo penurias y dolor es lo que el pueblo judío reclama en el injusto hecho histórico de haber sido expulsados de sus territorios. 

Yo no estoy seguro de si el término fue expuesto por el articulista o por los colegas que formularon la pregunta y que asumo son residentes locales, miembros de la Comunidad (no diáspora) dominicana en el Exterior; pero, de igual manera, los refiero -a los tres amigos- a Julio Martínez, Santiago Matías y Juan Alberto Del Toro, al artículo que sobre el tema se publicó en este portal y cuyo link está al pie de este trabajo. Personalmente los invito a leer el trabajo y luego trataremos el asunto. 

Sobre la pregunta formulada por sus colegas, he de admitir que Julio hace algunas precisiones que me parecen justas y por tanto las comparto; pero creo que omitió algunos conceptos que merecen ser aclarados. Por lo general, los emigrantes son antigobiernistas, tal y como sugiere Julio pero, en el caso dominicano, hay algunas particularidades.   

Por ejemplo, la avalancha de dominicanos que llegó hasta estas tierras a partir de la caída de Trujillo, estaba convencida de que los gobiernos de Joaquín Balaguer “los empujaba” a emigrar. De forma que ese sentimiento “contra el país”, en la persona de Balaguer, fue formateando la mente de la comunidad, que compara el orden a que hay que someterse aquí, con el caos institucional que dejamos atrás. 

A esto se suma la influencia del “estado de bienestar” que representan las ayudas públicas como: atención médica inmediata en las emergencias de los hospitales y el consiguiente seguro médico casi gratuito para todo el que lo solicitaba, si estaba en el quintil definido como “bajo el límite de la pobreza”; el Supplemental Security Income (SSI), que garantiza una entrada extra para las personas mayores, aunque no hayan aportado lo suficiente al fondo de retiro del Seguro Social. 

Los programas de cupones de alimento y la ayuda a las mujeres en estado de preñez y parturientas, así como a sus infantes (WIC), combinados con la educación gratuita hasta el bachillerato, con sus programas de desayuno y/o almuerzo, hasta en las vacaciones, hacen que la familia se sienta en el paraíso. 

Y ni hablar de los apartamentos, que aun en las peores condiciones, hacen la vida incomparable con el hacinamiento que existe en los cinturones de miseria de nuestras ciudades. Energía eléctrica y agua caliente y fría todo el tiempo, son “comodidades” prohibidas para los pobres de Quisqueya y aquí resultan comunes y hasta obligatorias para la gente de a pie. 

Y todavía no hablo de lo que pudiera ser el mayor anhelo de todo padre emigrante, que sus hijos puedan graduarse en la universidad; y eso casi lo garantiza la ayuda financiera y el crédito educativo, combinados con los programas de becas para los estudiantes mas dedicados. 

Como podrás notar Julio, esos hechos que te refiero, no aparecieron con los movimientos sociales que se desprendieron de la crisis inmobiliaria del 2008. Las verdaderas causas de la aversión hacia el país de origen -no solo de los dominicanos sino, de todo emigrante- está en el “estado de bienestar de esta nación y en la acción afirmativa”, conquistas que son parte del “New Deal” del presidente Roosevelt, de mediados del siglo pasado. 

Hay un detalle que no puedo pasar por alto, cuando hablamos del presunto sentimiento “anti dominicano” a que se refieren tus dos colegas y que tú pretendes explicar con ese desacertado análisis. Los dominicanos no odian su país sino, el estado de abandono en que lo han sumido sus gobiernos; y prueba de ello es el volumen de las remesas enviadas y la decisión de cada dominicano de comprar su casa en su pueblo; así sean los absurdos -por minúsculos- apartamentos de la llamada Ciudad Juan Bosch. 

Como no pretendo desautorizar el análisis, no voy a tratar de buscar mas desaguisados en la exposición, que considero bien intencionada, aunque bastante sesgada. Pero no puedo pasar por alto, otro pequeño detalle de tu juicio sobre la dichosa pregunta de tus colegas. 

En realidad, Julio, los movimientos de ocupación de espacios públicos que siguieron al crac inmobiliario del 2008 en Estados Unidos, no culpan a los inmigrantes de las penurias de las clases media y baja sino, a las políticas neoliberales de los cuatro gobiernos previos al de Donald Trump. Algo similar se puede observar en Europa y el resto del mundo. 

¡Vivimos, seguiremos disparando!  

 of-am

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