El retiro de Alex Rodríguez

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

 

La grandeza de Alex Rodríguez en el beisbol de Grandes Ligas produjo hermosas y grandes sensaciones de regocijo y de preferencias justificadas, más por el señorío, consistencia y fuerza de su bate, su personalidad y superioridad al pararse en el home frente a los lanzamientos de cualquier pitcher, que por la impresión de desequilibrio emocional que provocaba en las hembras su desafiante presencia varonil y su audacia para acumular en su haberes hermosos y codiciados laureles femeninos.

 

Los fanáticos del sexo masculino mostraban, ya en el Yankee Stadium lo mismo que en cualquier otro parque de beisbol, una extraña y apasionada simpatía, caracterizada por la dicotomía de atracción/rechazo a su gloria como pelotero y como dilecto hechizo de las damas que iban a los parques de beisbol a apreciar desde las graderías a este atleta estadounidense con fuertes raíces dominicana.

 

Los fanáticos dominicanos, particularmente, presentan la más excepcional encrucijada emocional, sobre todo, cuando de defender a Alex se trate. Por cualquier infamia que se lance desde alguna gradería fruto del resentimiento y de la mezquindad contra el sensacional slugger no solo llegan a creer la especie sino que la afirman como un hecho cierto, sin indagar la fuente desde donde se ha producido ni los motivos o intenciones ocultos o evidentes que lleva dentro.

 

Creo que algunos dominicanos se comportan de esa manera contra sus propias glorias nacionales por su proverbial naturaleza veleidosa, condición ésta que lo hace ser un individuo caprichoso y manipulable a la vez.

 

Hay que apreciar que Alex Rodríguez es por todas las inigualables mentiras que se hablen de este incomparable o más bien, comparables solo con algunas de las estrellas universales del beisbol, uno de los peloteros activos o retirados más sólidos de la historia del beisbol.

 

Pensemos que este extraordinario pelotero ha tenido que luchar contra los celos de sus propios compañeros en el Club House de los Yanquis, con la envidia que genera su talento en los otros equipos de beisbol, contra algunos fanáticos anglosajones y negros que no aceptan que sus ídolos puedan ser bajados del trono emocional donde se encuentran en sus corazones, de los propios dominicanos fetichistas, de los maridos decepcionados y de las grandes y más bellas mujeres que se pelean entre sí por el slugger dominicano.

 

En una hermosa ocasión la reina Cristina de Suecia expreso que: «La grandeza y el honor son como los perfumes: los que los llevan, apenas los sienten.»

 

Alex Rodríguez, fuera de los campos de beisbol es un ser humano de una sencillez que ofende a quienes sin tener la grandiosidad de su arte atrapando la pelota en el shortstop o la tercera base o como bateador, se mostrarían soberbios e inalcanzables a los fanáticos.

 

Ni soy ni pretendo ser experto en escribir crónicas de beisbol, sin embargo, como intelectual y escritor estadounidense, cuando se trate de reconocer  y enaltecer talentos ajenos, puedo ascender a espacios donde moran los dioses de la escritura universal y beber de su fuente divina el néctar sagrado que da  sabiduría.

 

El anunciado retiro de Alex Rodríguez del beisbol es uno de esos momentos mustios que el ser humano no quisiera ver llegar. Ante tal hecho, el retiro repentino de esta súper estrella del beisbol uno tendría que preguntarse: ¿Es forzado el retiro de Alex? ¿O seria que los yanquis como franquicia tiene problemas financieros y no pueden pagarle a ese súper jugador lo que plantea y se comprometieron  de manera contractual?

 

El retiro de este espectacular pelotero se efectuará en el Yanquis Estadio el día viernes contra los Tampa Bay, en la propia casa de su equipo. Y no podía ser en otro lugar, pues este gigante del beisbol de Grandes Ligas le ha brindado a la fanaticada de su natal Nueva York muchas emociones las cuales continuaran en el corazón de la fanaticada de la Gran Manzana y engalanando las paginas indelebles de la historia de la Liga Americana de beisbol.

 

Se sabe, con lamentos, que George Herman Ruth Jr., falleció un 16 de agosto de 1948, y que su memoria y sus grandes hazañas quedaron estampadas con letras de oro en el Yanquis Estadio para gloria del beisbol de Grandes Ligas. ¿Por qué, entonces, el equipo se empecina en mantenerse amarrado a ese atavismo crucificando otra gloria del beisbol como A-Rod para evitar que éste no rompa dicho record? Nadie podría olvidarse de la grandeza de Babe Ruth, ni siquiera el propio Alex podría hacerlo.

 

Es que el haber dejado a Alex en el banco sin darle la oportunidad de romper o empatar un record de otra gloria del beisbol, como fue Babe Ruth, uno debiera preguntarse  ¿Se intenta que Alex, estadounidense, nacido en Nueva York y de raíces hispana, se inmole por causa de pretender preservar el record y la memoria del Bambino?

 

Nos quejamos en el plano político del racismo a ultranza de Donald Trump, empero volvemos a preguntarnos: ¿Es o no es esta actitud de la Corporación de beisbol yanquis de Nueva York otra postura segregacionista contra los peloteros de origen hispano? ¿Cuál es el mensaje que está tratando de enviarle a la comunidad hispanas en los Estados Unidos, quienes son fervientes seguidos de los Yanquis, con su conducta contra Alex Rodríguez? Hoy es Alex a quien se trata de humillar, mañana podría ser otro pelotero hispano la victima de otra infamia.

 

Es posible que yo este errado en mis opiniones o apreciaciones sobre el retiro de A-Rod de la alineación de los Yanquis. Pero es que a veces el fanático pierde de vista el hecho de que los equipos de beisbol son corporaciones o franquicias establecidas para hacer dinero. Fijémonos por un instante, desde que los Yankees publicaron el homenaje que se le va a hacer a esta súper estrella (Alex Rodríguez): ¡Señores, todas las boletas están vendidas!

 

Ese comportamiento o impulso de los fanáticos por reservar un asiento para el juego del viernes, el último de Alex, se debe, por un lado, a la simpatía que sienten por él y además, que ningún fanático quiere perderse de ver ese gran espectáculo ni dejar de decirle a esta súper estrella: ¡Gracias por habernos hecho vivir tantas emociones! ¡Adiós, Alex! ¡Vivirá eternamente en nuestros corazones y en nuestros recuerdos!

 

Eso significa millones de dólares de ingreso por ese concepto y adicionalmente está el dinero que pagan los concesionarios por arrendamiento de espacios, los precios de los productos que se colocaran a la venta tendrán que ser pagados a sobreprecios y la venta de parafernalias alusiva al acontecimiento (el retiro), tales como: camisetas con el número 13, guantes, bates, pelotas, gorras, lentes, suvenir, etc. De todo lo que se exponga a la venta allí aquel día le tocará a los Yanquis un porcentaje. Y así debe de ser.

 

Quien haya estudiado Marketing comprendería que el beisbol de Grandes Ligas es un negocio para producir dinero. Alex es una marca mundial que en 2017 podría estar en buenas condiciones fisicas, a pesar de algunos achaques de salud que ha tenido. Le pregunto a los expertos en este deporte: Faltándole solo cuatro jonrones para  A-Rod empatar el record de Babe Ruth ¿Podría la franquicia Boston Red Sox contratar a esta súper estrella para que como bateador designado en un periodo corto de un año rompa dicho record en la que será la antigua casa de Alex Rodríguez o sea, el Yanquis Estadio? ¿Cuándo millones obtendría Boston por esa hazaña? Millones ¿verdad?

 

A partir de ese momento el Fenway Park se convertiría en un lugar obligado a visitar por fanáticos amantes de la pelota en el mundo y los Medias Rojas de Boston seria una verdadera marca país o atractivo turístico en el Estado de Massachusetts. Dejo esta interrogante como tema de agenda para los escépticos. Salvo que yo este muy romántico, y el acuerdo secreto se lo impida.

 

Alexander Emmanuel Rodríguez Navarro, cual es el verdadero nombre de A-Rod, es para la Corporación New York Yanquis una máquina, como ninguna otra. Todo lo produce esta súper estrella se convierte en dinero y eso lo sabe Brian Cashman, gerente general y los propietarios o accionistas de ese exitoso equipo o franquicia de beisbol de Grandes Ligas.

 

Podría decirse, que aún sintiendo lo lamentable que resultaría este retiro, los que han asistido al Estadio de los Yanquis en el Bronx a admirar sus más grandes glorias de la historia del beisbol, como son, Babe Ruth, Mike Mantel, Roy Campanela, Hank Aaeron, Barry Bonds, Reggis Jackson, Alex Rodríguez, entre otras figuras notables de este deporte, no dejaran de soñar y de vivir incluso despiertos los instantes de emociones que le permitieron palpitar estos líderes excepcionales del beisbol.

 

Años después de este retiro intempestivo y hasta podría llamarse misterioso del tres veces jugador más valioso de la Liga Americana, el inmenso Alex Rodríguez,  podrá oírse la algarabía en todo el Bronx animando a A-Rod para que dé otro estacazo y envíe la esferoide fuera del parque. Sus jonrones, 696 en total, catorce veces elegido al Juego de Estrellas, hacen de él no solo un pelotero bestial sino también un jugador superior que sentó precedentes en ese deporte.

 

Me asaltan los más gratos recuerdos cuando Alex jugaba para Seattle y el gobierno norteamericano me había trasladado temporalmente a la Florida. En varias ocasiones, encontrándome de visita en su mansión de Miami, me tocó observar el juego junto a su madre, familiares y amigos en la televisión de su casa.

 

Mi entusiasmo y mi simpatía hacia este joven atleta se hizo más notoria y permanente cuando sonaba el timbre del teléfono y llamaba a su querida madre y le decía: «! Mamá, viste que palo di! ¡Ese fue para ti!« Y ella, como toda madre latina que añora ver sus vástagos triunfar, le devolvía expresándole con fogosidad y con un grande amor: «Gracias hijo de mi alma”, aquí estábamos todos viéndote jugar«.

 

Alex, como hijo ejemplar y amoroso con su madre que es, antes de despedirse de ella, porque entraba de nuevo a jugar, en una ocasión le recordó: «! Oye, mamá, no te olvide de guardarme un sabroso mondongo para cuando yo vaya a Miami!«

 

Para aquellos malos dominicanos que piensan erróneamente que Alex no gusta de las cosas dominicanas por haber nacido en los Estados Unidos, debo confesar, sin ánimo de defensa de su persona, que Alex Rodríguez es un paradigma para cualquier sociedad, bondadoso, sencillo, afectivo y de una espiritualidad que sorprende a cualquier mortal.

 

Estoy seguro, que aun quienes les desprecian y le aman también, echaran de menos su intrépida  figura en los campos de beisbol. Pienso que los espíritus que se disgustan con el éxito de Alex Rodríguez no terminan de entender que este pelotero de Grandes Ligas al retirarse dejará un vacío que durará mucho en poder ser llenado por otro jugador de tanto poderío con el bate.

 

Pocas veces se ha podido oír hablar de una persona que haya tenido la preciosa y sin igual virtud sin ser poeta, de escribir poesías con un instrumento tan menos propicio para tal arte, como lo es un bate de beisbol. Sorprendentemente, como intelectual no del canon, escribo y dejo esta incógnita como la revelacion de aquel testigo excepcional quien en Hechos 2:32 miró al futuro y habló de la resurrección de Cristo.

 

Me he preguntado: ¿Cómo es posible que Alex Rodríguez con un bate en sus  manos tan poderosas haya podido tener la virtud especial de escribir poesías en forma de jonrones y de hits con un instrumento que pesa tanto para las manos de un escritor, que no sea un lápiz virtuoso? Esta pregunta me la he formulado con persistencia, una y otra vez.

 

Al mismo tiempo, me aventuro en decir que el famoso pelotero de los Yanquis de Nueva York y del mundo Alex Rodríguez, frente a los tantos lanzamientos envenenados de sus detractores se dirá así mismo, como expresó el poderoso empresario de Microsoft, Bill Gates en un momento: «Algo habré hecho bueno en el beisbol para esto ¿no?«

 

Al final, cómo no pensar en un año como 1917 imaginar un día después del término del contrato Alex-los Yaquis talves las más grande amante de Alex desearía verlo con otra franela pero yo veo en el cielo una junta de gavilanes corporativos y no puedo adivinar el devenir y más si pienso en Benavente y «Los Intereses creados«.

jpm

 

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