El respeto al derecho ajeno

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Cotuí.

 

 

Toda la tarde ha  estado dando  vueltas por todo el vecindario a través de las redes sociales los héroes  del desparpajo llamando a la comunidad civilizada a desbaratar todo lo que se ha construido, porque a algunos renegados no los han designados como triunfadores en diversos puntos de la geografía nacional.

 

Llevan los amplificadores del galillo a todo volumen. La voz quiere penetrar en nuestra casa, en la casa del vecino, en todas las casas. Ni valiera cerrar la puerta. Sería inútil. El ruido –vibrante, potente, continuo—estruja los nervios, taladra los oídos, y se instala en el mismo cerebro. Y de allí no  hay quien lo saque. Ellos quieren que a la «cañona» les den un triunfo que no les pertenece.

Pretenden con su vocinglería amenazante que la sociedad dominicana se intimide porque llegaron los «Kakos» de épocas antiguas a aterrorizar el país. El escenario mayor es en los diferentes centros de la Junta Central Electoral. Allí se reúnen y quieren penetrar a la misma para destruir todo y llamar a un conteo de nuevo. Están como los haitianos que todos los martes se reúnen frente a Palacio para exigirle al gobierno sus demandas, pero sin violencia.

 

A muchos han querido amedrentar. Vía medios sociales, las ratas llaman al levantamiento armado. Son sopladores desde el ático, pero no dan la cara. Así es fácil. Las amas de casa amedrentadas; las trabajadoras tienen miedo de montarse en una guagua por miedo a que unos desaprensivos la quemen con cientos de pasajeros adentro; las ventas comienzan a bajar en los supermercados; quieren dar el porrazo antes  que los pongan en evidencia.

Nada puede hacerse. Los sembradores del caos están en las suyas. Al presidente Medina no le temblará el pulso para  terminar con los renegados y sediciosos. El pueblo dominicano no es tan lerdo ni mucho menos  estúpido y conoce muy bien que es lo que se busca tras estos movimientos del caos que lo encabezan los mismos perdedores de  siempre. Con estos sobresaltos no se puede escribir. No se puede leer. No se puede pensar. Rectifico: pensar sí se puede; pero se piensan  pensamientos horribles.

Se sorprende uno entretenido con la idea de arrojarle una granada de mano al grupo cuando pase arrasando con todo como si fueran dueños del país. ¡Si tuviéramos una granada de mano a mano! Pero no; el mismo estrépito cataclismo (¡esa elefantiasis monstruosa de la voz humana que sale del diafragma de los agitadores profesionales de siempre!) se encarga de rompernos la ilusión. No tenemos granada de mano ni sabríamos cómo tirarla. Nos falta la experiencia dirían muchos.

 

Los agitadores siguen. Los comunicadores del caos se mantienen promoviendo su parcela política aunque no ganaron en las elecciones. No existe telepatía tampoco. Porque de existir, ya hace rato que este gañan que con su micrófono en una arrebato de ira va anunciando a los cuatro vientos que el caos y la violencia regresarán a los hogares dominicanos si no le dan su compota como niño malcriado.

 

Valga por el desahogo. En la Florida para sorpresas de unos cuantos el PLD perdió abrumadoramente. Los eternos funcionarios del PLD no salieron a protestar. Aceptaron su derrota con altura. Los felicitamos por el gesto y a los muchachos del PRM por hacer un trabajo digno y sin aspavientos. Pero aquí en el lar patrio este ruido incivil de los agitadores y perdedores de turno es el más cruel y torturante de todos los ruidos vocingleros de políticos que uno pensaba que eran serios y han demostrados que son peores que las hienas. Hay cosas que uno puede callar con sólo darle vuelta a un botón.

Si es en un colmadón contiguo, una palabra cortés puede resolver el problema. Ah, pero la estentórea voz de los renegados de turno se quiere adueñar de toda un área. Desde cuadras y cuadras a la redonda obliga, quieras que no a recibir su desparpajo con la amenaza de que no se puede ni transitar por esos entornos. Caso interesante, por demás, de psicología aplicada. ¿No será contraproducente el resultado del hecho en esta forma de agitación? ¿Ablandará el ruido bochinchoso de los renegados de tal modo que la voluntad de la dominicanidad que, como reflejo de entrega, corra en la primera ocasión a identificarse con estos sietemesinos del caos? ¿Y si se resiste? De todo puede haber en la Viña del Señor.

 

Mientras el caos quiere volver a resurgir en el país y el gobierno guarda silencio antes de abrir el paso a la trocha de la manigua ya quemada, solo queda un arma de defensa: la meditación, sólo queda un refugio: la conciencia. ¿Qué clase de civilización es esta en que la  persona humana está expuesta a semejantes abusos? ¿Por qué se tolera y vuelve a tolerar una situación a todas luces atentatoria contra  el derecho de gentes? ¿Por qué los instrumentos coercitivos del estado, esto es, la policía, no hacen uso de la legislación jurídica que existe para proteger al ciudadano? ¿Por qué?

¿De qué nos vale vestirnos de saco y corbata, leer periódicos, tomar Jengibre Tomé del refrigerador; comentar la importancia del último cohete a la Luna si en el fondo nos seguimos conduciendo (como diría una amiga mía) como verdaderos indios con levita? ¿En qué se diferencia esta voz mecánica de los fonógrafos de hoy del grito del salvaje en la selva? ¿Bajo qué ley se vive?

 

Claro que la sustancia de la meditación va un poco mas allá del caso especifico que la promueve. Linda, por ejemplo, con la función del estado en relación con la paz social. Hasta qué punto el estado debe ser un guardador del orden, que es como decir un guardador del derecho, sin llegar a la zona peligrosa del estado-policía. Por más que se le parezca.

 

En resumen, la verdad que al final resplandece, diáfana como un sol, es que la única sociedad digna de llamarse civilizada es aquella en que la esfera del individuo, de la personas, disfruta de más garantías. Pensamos en Benito Juárez. Pensamos en el gran indio de México cuando dijo: «El respeto al derecho ajeno es la paz…»

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