El pueblo dominicano no tiene quien le defienda

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EL AUTOR es  administrador de empresas. Reside en Santo Domingo.

POR: LUIS FERRERAS

Al igual que aquel afamado personaje de la célebre novela del laureado escritor colombiano Gabriel García Márquez, publicada en el siglo XX,  específicamente en 1961, “el coronel no tiene quien le escriba”, la sociedad Dominicana, especialmente su franja mas pobre que es la abrumadora mayoría, “no tiene quien la defienda”.

 Quienes han tenido la oportunidad, al igual que un humilde servidor, de leer la afamada novela antes citada, probablemente les habrá sobrecogido la triste historia de su protagonista, un viejo coronel que esperaba una pensión que nunca llega, causándole tantas angustias, espera  y desasosiegos que, salvando las diferencias entre la obra de la imaginación literaria de Gabriel García Márquez y la realidad de un pueblo que se llama “República Dominicana”, guardan paradójicamente grandes similitudes.

 De la misma forma que en la novela , “El coronel”, se cansa de esperar su bien ganada pensión, el pueblo Dominicano se ha pasado décadas sobre décadas esperando políticos, gobiernos nacionales y locales, legisladores, funcionarios, Jueces y porque no, hasta coroneles, que lo defiendan.

 Al igual que “El coronel” de la novela se refugiaba y cifraba sus esperanzas en ganar dinero en un gallo de pelea mientras se desvanecía la esperanza de recibir su bien merecida pensión por sus años de servicio en el ejército, así los Dominicanos, sobre todo los más pobres, se sumergen en busca de supervivencia sin nadie que los defienda ni los oriente, en todos los juegos de azar habidos y por haber.

El dominicano busca siempre tener la esperanza de suplir con la lotería, los juegos de gallos, las apuestas deportivas, las máquinas tragamonedas, los caballos, etc, los bienes y servicios básicos que demanda para el diario vivir, incluyendo aquellos que debe proveerle o facilitarle el estado, mientras espera estoicamente la llegada de la ilusión, utópica tal vez, de un buen gobierno que los defienda, y que al igual que la pensión del coronel, nunca llega.

 Así  como duraría el coronel de la novela, 15 años esperando cada Viernes que una lancha traiga en el correo su anhelada  pensión, llevándose cada vez una decepción, de igual forma el pueblo dominicano lleva más de cinco décadas en la era supuestamente “post dictadura”, asistiendo a las urnas a votar cada 4 años esperando sacarse el premio de un gobierno que le defienda, el imaginario y aparentemente utópico gobierno del que teoriza la democracia, “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, para llevarse cada vez el mismo desengaño del coronel de la novela de García Márquez .

 Ahora bien, dentro de las similitudes o analogías que vemos entre la narrativa literaria de la vida del coronel y la suerte que hasta nuestros días ha corrido el tan pisoteado pero no menos valeroso pueblo dominicano, podemos ver también oportunidades y diferencias,.

La novela es una obra ficticia prohijada por la imaginación del afamado escritor, mientras que la tragedia que ha vivido la sociedad dominicana durante mas de 50 años por las malas administraciones gubernamentales, la corrupción revestida de impunidad, la pobre inversión social, la concentración y centralización de las riquezas, constituyen por el contrario una amarga realidad que nos golpea como nación, sin embargo, tal como dice el mismo pueblo en su filosofía popular, “los tropezones hacen levantar los pies”,  y “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”.

 El pueblo dominicano ha pasado las mil y una, su historia está llena de tragedias pero siempre seguidas de actos heroicos, de grandes soluciones que le han puesto un “Hasta aquí llegamos” al oprobio, y no estamos hablando de actos bélicos ni de violencia en ninguna de sus manifestaciones, hablamos de salidas cívicas, pacificas, democráticas, propias del estadio social  en que vive el mundo en este siglo XXI.

 En fin, deseamos y estamos convencidos de que más temprano que tarde, de las mismas entrañas del pueblo brotará la luz esperanzadora, en donde diferente al coronel de la novela de Gabriel García Márquez, que murió arropado con la desesperanza y la insatisfacción, los dominicanos no tengamos que tener perdida nuestra mirada en el horizonte, ni tengamos que decir jamás, “No tenemos quien nos defienda”.

 

 

 

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