El profeta de Dios

 
 
El comunicador de una nueva noticia futura, es considerado un profeta. Sin embargo, esa noticia puede ser buena o mala, pero siempre tiene que ser verdadera. Muchos llamados profetas, eran también considerados profetas falsos, debido a que lo que ellos decían no procedía de Dios. El profeta debe ser un conocedor y fiel comunicador de lo que Dios dice, puesto que solamente Dios tiene conocimiento perfecto del pasado, del presente y sobretodo del futuro. En consecuencia, toda noticia sobre el futuro tiene valor de verdad, si Dios ha sido el emisor de la misma.
 
El profeta de Dios sabe identificar todo lo que emana de Dios. En un mundo secularizado el hombre se basa generalmente en el conocimiento obtenido por el hombre, el cual presenta el objeto del cual procede y puede ser verificado por el hombre en el futuro. Mas hay que señalar, que aunque el fanatismo religioso es producto de la ignorancia de las escrituras cristianas, realmente existe un mundo espiritual divino, en el cual vivimos y nos movemos. El profeta conoce ese mundo, y por tanto sabe conducirse en él: Dios, el hombre y las circunstancias físicas y espirituales.
 
Dios protege a sus profetas, como lo hizo con Abraham. Abimelec, rey de Gerar, quien había tomado la mujer de Abraham, recibió en sueños un mensaje de parte de Dios, diciéndole: «Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto ; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no permití que la tocases. Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos» Gén. 20:7.
 
El pueblo de Israel, el cual era de Dios, tuvo muchos profetas, quienes supieron ejercer ese oficio con dignidad. Algunos de ellos pagaron con sus vidas el precio de ese ministerio; otros, fueron encarcelados y desterrados. Pero, hubo profetas de Dios entre ese pueblo. Lamentablemente el pueblo no siempre escuchó a los profetas verdaderos, sino que surgieron profetas falsos, a quienes tanto el pueblo como sus gobernantes preferían oír. Esto trajo como consecuencia que cuando vino el cumplimiento de las profecías, el pueblo y sus gobernantes sufrían las consecuencias; por esa causa volvieron a ser esclavos de otras naciones. 
 
Uno de los profetas más importante lo fue Moisés, quien se convirtió en líder en Israel. Este tuvo que enfrentar al faraón de Egipto, para que dejara libre al pueblo de Israel. Además enfrentó a su propio pueblo para que pudiera aceptar de que él era enviado de Jehová; y también tuvo que enfrentar a sus hermanos (Aaron y María) quienes trataron de desconocer la misión de Moisés como profeta, diciendo: «¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová…Oíd  ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profetas de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras»… Núm. 12: 2- 8.
 
El profeta Elías, fue otro de los más importantes profetas en el pueblo de Israel, a tal grado que su misión más tarde fue dada a Juan el Bautista, el cual vino con el espíritu de Elías, y Juan al cual Jesucristo consideró «Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista,» pero además dijo de él: «Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir»  y  declaró «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan» Mt. 11:11- 13. Juan fue el último profeta del Antiguo Pacto, entre Dios y su pueblo Israel.
 
Durante la estancia de Moisés, Dios prometió  un profeta que sería de carácter universal y permanente. Moisés escribió: » Profeta le levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él le hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuentas» Deut. 18:18, 19.
 
 Ese profeta es Jesucristo, como bien interpretó  Pedro, quien citó dicho por Moisés y agregó diciendo: «Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo enviado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad» Hc. 3:25, 26.     
 
El pueblo de Israel tuvo sus dos últimos profetas que fueron Juan el Bautista, y Jesucristo. Luego la iglesia tuvo profetas en el primer siglo, quienes junto a los apóstoles recibieron todas las revelaciones y profecías que contiene el Nuevo Testamento, como está escrito: «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo» Ef. 2:20. Asimismo está escrito: «misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu» Ef. 3:6; 2 Pd. 3:2. 
 
En la actualidad existe un solo profeta de Dios, quien es Jesucristo; pues todo lo que Dios quiere que el hombre sepa, ya sea del pasado, del presente o del futuro está escrito en la Biblia. El hombre  puede hacer aplicaciones de mensajes bíblicos, a las circunstancias que se le presentan; especialmente utilizando el Nuevo Testamento, el cual es el único que está en vigencia ante Dios y los hombres. Si alguien hoy se llama profeta, debe saber que es un profeta falso, pues, Dios no se le aparece a nadie, ni le  habla por sueños ni visiones. Cuídese de los falsos profetas, y sólo reconozca a Jesucristo como su profeta. Dios le bendiga.
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