El poeta sin rumbo

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EL AUTOR es presidente del Partido Unión Demócrata Cristiana. Reside en Santo Domingo.

 
 
En los barrios marginados  es  donde se notan los mayores cuadros de miseria  de los dominicanos que viven en total desamparo.
 
Visitar un barrio es afincar la sensibilidad social, y hacer el compromiso de luchar por un mundo mejor, donde haya igualdad y consideración para los más necesitados.
 
De acuerdo con las estadísticas hay cientos de niñas y adolescentes dominicanas que se embarazan cuando no han terminado la niñez e iniciado la escuela básica.
 
Ese paso desacertado, motivado en el mayor de los casos por la miseria extrema, reaviva el círculo de la miseria, con una madre soltera analfabeta y sin posibilidades de entrar a la era del pleno empleo, y un hijo sin techo y tampoco sin futuro.
 
De ahí sale la delincuencia dominicana. Hay delincuentes de cuello blanco que son caso de tratamiento aparte. Pero las pandillas, el ladrón callejero, el que muere en los intercambios de disparos, o la muchacha que nutre las salas de casa de cita, los salones de masajes y vende su cuerpo por un pica-pollo, sale de ese detritus.
 
Los poetas y ensayistas izquierdistas que hace años vendieron sus esperanzas de redención al mejor postor, y que ahora son neo-capitalistas y hombres del sistema, no me perdonan que esté luchando por los que no tienen voz, le compran o venden  el voto por un puñado de pesos el día de las elecciones, y carecen de techo, servicios sanitarios, educación y esperanzas.
 
Andrés L. Mateo, intelectual de la vieja izquierda hoy a la deriva, no me perdona mi lucha y  mi sensibilidad social. No es mi culpa que cuando hago labor social él se vea en el espejo de la generación perdida, y reedite a los que quisieron hacer del libro bajo el brazo el fusil de la revolución, y terminaron siendo peones del sistema y alabarderos del empresariado y sus políticos preferidos.
 
Critica Leonidas, Andrés L. Mateo, que llevo a los barrios un batón ballet y una banda de música para alegrar los encuentros culturales, sociales y comunitarios que organizo. Esa es la única oportunidad de diversión sana en esos barrios donde en cada esquina hay un colmadón, donde se vende desde drogas hasta el cuerpo marchito de adolescentes.
 
Andrés Leonidas, en vez de ver con morbosidad  jovencitas que bailan battón ballet y levantan las piernas, piensa que podemos abrir una puerta a la esperanza, para que los jovenes marginados no pierdan su macha hacia el futuro, y terminen siendo victimas de intercambios de disparos, o de infecciones sexuales, como el Sida.
 
Lo siento poeta. A ti se te terminaron tus esperanzas y tu deseo de lucha, tu puño cayó al suelo y no has tenido ni siquiera el coraje de tus viejos  compañeros de lucha, de hacerte la autocrítica en el parque Salvador, de San Pedro de Macoris. 
 
Mi camino, ayer, hoy y mañana será luchar por los pobres, pero el tuyo, ¿hacia dónde va?.
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