El perdón curador de enfermos

 
 
La persona que ha ofendido de una manera consciente a otra, se debe considerar una persona enferma que necesita sanidad mental. No estoy hablando de locura, sino de defectos que son capaces de llevar a la locura.
 
La falta de sensibilidad humana y el engreimiento de un individuo, lo conduce con facilidad a afectar a los demás. Malo es ofender psicológica, social, física y económicamente a los demás. De ahí que, se hace necesario, saber perdonar a esa persona enferma, para que pueda ser curada.
 
Las campañas políticas siempre dejan un sabor de ofensas entre los contendientes, pues más de uno se pasa de la línea de la buena costumbres y ofenden a los demás. Inclusive, hay personas enfermas que siempre están ofendiendo, porque creen que sino ofenden no logran lo que quieren.
 
Las campañas políticas, deben ser decentes y en orden, si hablamos de democracia; pues se busca que gane el que obtenga más votos lícitamente. Entonces, si alguien gana con trucos y ofensas, simplemente demuestra que no es un ganador.
 
Ganando, a veces se pierde. Los cargos electivos son pasajeros, pero la historia es permanente. Las personas hacen ideas de los comportamientos de los demás y registran en su corazón y mente los comportamientos de éstos. Los pueblos permanecen y con su sabiduría analizan la historia, dejando a un lado a los que han ofendido el pudor, y la ética política. Estos ofensores de buenas conductas, son personas enfermas, son esclavas de sus ambiciones y sobretodo son negadores de la dignidad humana.    
 
La dignidad humana, como valor innato, se puede perder mediante las actuaciones de sí mismo, pero se puede dañar momentáneamente por medio de las malas acciones de los demás. Jesucristo, como ente social, fue dañado debido a los intereses de sus adversarios, quienes entendían que el éxito de él, era el fracaso de ellos. Por tanto, por envidia le dañaron, le entregaron a Poncio Pilato (Mr. 15:10) y pidieron su muerte. Sin embargo, hoy cientos de millones de personas, reconocen la inocencia de Jesús, y por eso le alabamos como nuestro Señor y Salvador.
 
Es verdad, que muchos que dicen que Jesús es su Señor y Salvador, no le glorifican como tal, más bien, son dañinos a la reputación de él; por eso, los cristianos como sal de la tierra y luz del mundo debemos dar el mejor ejemplo de ser seguidores de Cristo.
 
Pero, también hay que admitir que la gran mayoría de cristianos saben glorificar a su Maestro, como se puede demostrar  en la historia, pero también en el presente. Jesús como luz del mundo, alumbra a todos aquellos, que aunque hayan sido pecadores, él le llama al arrepentimiento.
 
El arrepentimiento es una actitud obligatoria para que el pecador pueda recibir el perdón. El apóstol Pedro dijo: «Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado» Hc. 3:19, 20. Dos palabras, arrepentíos y convertíos, las cuales adquieren gran significado mediante la fe en Dios.
 
El mal comportamiento de las personas, es lo que la palabra de Dios llama pecado, con la salvedad de que el pecado es determinado por Dios. Por eso la fe, es  creer en Dios y en lo que Dios dice. El pecado es una enfermedad que daña a toda humanidad, pues la consecuencia es la muerte (Rom. 6:23).  Esto afecta  la relación entre los seres humanos, y sobretodo con Dios. De ahí que, Dios decidió dar una solución a esta enfermedad en el ser humano, por medio de Jesucristo.
 
El profeta Isaías, escribiendo sobre la sanidad del pecado a través de Jesucristo, dice: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotados, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» Is. 53:4, 5.  
 
Si queremos un  mundo sano, entonces debemos aprender a perdonar a todos aquellos que nos han ofendido. El mejor remedio para los conflictos sociales es el perdón. Nadie que entienda que ha sido perdonado, deja de valorar esa cualidad en el perdonador.
 
Dios perdona y requiere de nosotros perdonar los unos a los otros. La sanidad del alma, sólo es posible, si buscamos de Dios y a la vez amamos al prójimo, entonces seremos perdonados y perdonaremos. El perdón sana a quien lo da y también a quien lo recibe. Por eso decimos: El perdón curador de enfermos. Dios le bendiga. 
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