«Hoy me he emocionado mucho porque al despedirme (del Vaticano) en la puerta de Santa Ana estaba una de las familias que están en la parroquia de Santa Ana, ahí en el Vaticano, acogidos».
El papa se refería a los refugiados alojados en esa parroquia tras el llamamiento que él mismo hizo el pasado 6 de septiembre tras el tradicional rezo del Ángelus para que cada parroquia católica acoja a una familia de personas que huyen de su país.
El pontífice señaló que eran «sirios refugiados» los que le despidieron antes de tomar el avión que le condujo a La Habana y añadió que «en su rostro se veía el dolor».
El papa mencionó la necesidad que el mundo «tiene de paz» y agradeció la labor de los periodistas que siguen su viaje: «yo les agradezco todo aquello que hagan en su trabajo para hacer puentes».
Francisco recordó que este viaje, que le llevará durante nueve días por varias ciudades de Cuba y Estados Unidos hasta el 28 de septiembre, es el más largo de su pontificado: «un día más que el de Brasil» que hizo en 2013, indicó.
El papa deseó «buen trabajo» a los periodistas que le acompañan en el avión papal y se refirió además a otros que no forman parte del grupo pero que informarán de sus actividades durante este, su décimo viaje internacional.
«Es justo que yo diga aquí mi gran saludo a tantos colegas suyos que en este momento están trabajando y trabajarán en las oficinas, en sus propias casas, para este viaje. También a ellos (les dirijo) un gran saludo y agradecimiento», añadió.