El papa Francisco celebra Jueves Santo
CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco inició el tramo final de la Semana Santa admitiendo el agotamiento que los sacerdotes como él mismo pueden sentir, pero exhortándoles a la vez a mantenerse vinculados estrechamente con su feligresía compartiendo con ellos alegrías y pesares.
Francisco ofició la misa del Jueves Santo horas antes de dirigirse a la prisión principal de Roma para lavar los pies de los presos, un ritual prepascual destinado a demostrar su vocación de servicio al prójimo.
El pontífice dijo que el rito demuestra que Jesús estaba dispuesto a involucrarse en las vidas de sus discípulos y agregó que todo sacerdote debe hacer lo mismo, compartiendo compasivamente las vidas de sus feligreses y no encerrándose en las sacristías por agotamiento o indiferencia.
Francisco afirmó que piensa a menudo en el desgaste de los sacerdotes «y rezo por ellos a menudo, sobre todo cuando yo mismo me siento cansado».
El papa exhortó a los sacerdotes a tomar un descanso, pero también aceptar el «cansancio positivo y saludable» de ser un buen pastor.
«Es el cansancio del pastor que se impregna con el olor de su rebaño pero que también sonríe con la sonrisa de un padre que se regocija con sus hijos o sus nietos», dijo Francisco, que se saltea las vacaciones, suele trabajar siete días a la semana y se levanta diariamente a las 4:30 a.m. para orar y meditar.
Más tarde el jueves, Francisco se dirigirá a la prisión Rebibbia donde ante la presencia de unos 300 presos hará el tradicional lavado de pies que ha revolucionado practicándolo con mujeres, no católicos y reclusos, pese a que las reglas del Vaticano lo estipulaban solamente para varones.
La mitad de los asistentes serán reclusas de la cercana cárcel de mujeres, incluso algunas madres con sus bebés, informó la Radio del Vaticano.
Francisco ha centrado la atención en la vida de los presos. Denunció la pena de muerte como una práctica inhumana y la prisión perpetua como equivalente a la pena de muerte.
Este año, el Jueves Santo cae en el décimo aniversario de la muerte de San Juan Pablo II.
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