El país tiene que emanciparse de la vida mediocre

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

Una opinión pronunciada por la graduando con título de honor en Educación  mención Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, recinto CURSA, Santiago de los Caballeros, Winny Placencia Peralta, debe ser calificada como un acto de alta responsabilidad social cuya valentía hay que premiar sobre todo en una sociedad como la dominicana, donde se ocultan desde las actuaciones públicas y privadas éticamente condenables hasta las conductas consideradas moralmente insignificantes.

 

Un análisis crítico hecho contra un sistema educativo que frustra y decepciona al estudiante no debe calificarse de desmesurado, impertinente o un desatino por quien emite su apreciación, sobre todo si los juicios son inequívocos y quien  lo formula es un egresado con facultad para censurar las insuficiencias apuntadas con la única finalidad de que las mismas sean averiguadas, conocidas y enmendadas en beneficio del buen nombre de la universidad más antigua del Nuevo Mundo.

 

La denuncia de la egresada es extraña, no obstante edificante y provechosa. No es una ficción ni un espectáculo. La licenciada Placencia Peralta no es la  guionista de una película escrita por un libretista que no ha vivido la vida universitaria; ella es una alumna que ha podido sobresalir sorteando y escapando a mediocridades de algunos profesores que infringen el pensum o plan de estudio y, además, su crítica contra la academia o corporación estudiantil debió haberla hecho con el alma abatida porque se trataba de su universidad.

 

Cuando una alumna con la elevada valoración académica alcanzadas por  la señorita Placencia Peralta aprovecha un acontecimiento tan solemne  como es una graduación donde están presentes las autoridades universitarias, incluyendo el profesorado y más 569 estudiantes para lanzar unos reproches  que la han debido angustiar  y los cuales ha guardado reprimidos en su interior por tantos años, su pronunciamiento adquiere categoría de espanto cuyo eco y magnitud rebasa las paredes que recubren aquel símbolo conocido como la universidad primada de América.

 

Si hiciéramos una especie de regresionismo al veintiocho de octubre de 1538 y escarbamos los postulados bienaventurados que se encuentran en la Bula In Apostolatus Culmine, expedida por el papa Paulo III, la cual elevó a esa categoría el Estudio General que los dominicos administraban desde el 1518 en Santo Domingo, y traemos su pureza académica al año 2017 llorarían las páginas de aquella dispensa al oír los comentarios de la licenciada Winny Placencia Peralta. Sin embargo, de acuerdo a comentarios de estudiantes de otros centros de altos estudios a nivel nacional en algunos de ellos se dan los mismos despropósitos denunciados recientemente por la licenciada Placencia Peralta.

 

Entre estas paradojas hay profesores que entran al aula, no explican la clase y se limitan solamente a señalarles a los alumnos que estudien tales o cuales capítulos; se marcha del recinto universitario y cuando llega la fecha del examen dan la prueba sin nunca haber discutido los temas con los estudiantes. Encima de tales imperfecciones académicas algunos profesores se jactan amedrentando al estudiante al decirle: «A mí son pocos los estudiantes que me pasa la materia«.

 

El profesor universitario que se expresa de esa manera olvida la frase de otro profesor emérito y escritor, Ever Garrisson, quien advierte lo siguiente: «Un maestro es una brújula que activa los imanes de la curiosidad, el conocimiento y la sabiduría en los alumnos«.

 

Cuando yo estudiaba Derecho en los Estados Unidos, país donde me crié y donde ejercí la profesión, nunca los estudiantes oímos a ninguno de nuestros profesores dirigirse a los alumnos con expresiones atemorizantes ni tampoco hubo profesor que no explicara su materia a profundidad. Por el contrario, cuando habían estudiante que no entendían bien lo explicado en las aulas el profesor nos decía: “Aquellos alumnos que no hayan entendido la cátedra, reúnanse que yo hablaré para que me habiliten un  aula y así tomarme una hora de mi tiempo libre para explicarle la materia«.

 

Pienso que el mejor profesor universitario no es el que dice que a él pocos alumnos le pasan la materia, sino el que sabe guiar al estudiante, el que sirve de apoyo, el que sabe ser amigo y consejero. El profesor tiene que entender los alumnos, transmitirle el conocimiento de tal forma que los haga reflexivos y no solo memorizar conocimientos.

 

Frente a las críticas de la egresada de la facultad de Educación del CURSA-UASD la dirección del recinto universitario está llamada a hacer un replanteamiento o valoración a lo interno de esta alta casa de estudios con el objetivo de que los resultados finales provoquen un realineamiento y una mayor vigilancia del plan de estudio y, sobre todo, que se haga un examen más riguroso de la relación profesor y alumno para evitar que se sigan dando los desatinos denunciados por la egresada, Winny Plasencia Peralta.

 

Lo interesante de la denuncia de marras durante un acto de investidura fue que la misma no se circunscribió a los profesores y a la academia; además, la licenciada Placencia Peralta tocó otros aspectos que afectan la vida universitaria y que ningún estudiante se había atrevido a querellarse públicamente sobre una representación incorrecta, como son los dirigentes estudiantiles. Los estudiantes saben mucho y denuncian poco la representación falsa de este segmento importante en la relación estudiante y claustro universitario.

 

Se da el caso de que algunos de los dirigentes estudiantiles son los peores alumnos en las aulas pero han formar un grupo de presión contra el sistema educativo universitario y la academia calla sus deficiencias y termina el maestro irresponsablemente aprobándole materias que no han podido liberar con su propia disposición al estudio y esos mismos son los «profesionales« que se convierten en nuestros diputados y senadores y hasta ministros de gobiernos.

 

La función de la representación de la dirigencia estudiantil es valorar las quejas y transmitirle a la academia las insuficiencias o incapacidades profesionales de los maestros en las aulas para que la administración del centro universitario investigue, evalué y subsane el descontento dentro de las normas institucionales que preceptúan la vida claustral.

 

Muchas veces el estudiante que acude a la dirigencia estudiantil para ponerle en conocimiento a su  gremio alguna deficiencia su queja nunca llega a la administración y cuando suele llegar el estudiante querellante es retrogradado o expulsado de la universidad.

 

La decisión anterior, aparte de ser lamentable, supone la existencia de un maridaje peligroso que evita  el buen desarrollo de la vida universitaria. La expulsión del estudiante quejoso  denuncia una confabulación institucional entre tres fuerzas que actúan internamente en la universidad para proteger los vicios de los cuales adolece el sistema de enseñanza universitario  cuya perpetuación podría erosionar la percepción que se tiene fuera del claustro de lo que debe ser una universidad.

 

Por eso es que las críticas de la licenciada Winny Placencia Peralta no debe valorarse como una protesta sino como un aviso que debe ser utilizado para corregir, reorientar y colocar la universidad dentro de un contexto racional a los fines de que los vicios o estados corruptivos que han sido puestos en evidencia se reparen prontamente para evitar que el maestro siga aterrorizando al alumno con actitudes que obligan al estudiante a tener que trasladarse de un centro a otro buscando mejores niveles de enseñanza porque algunos maestros son ineptos declarados, no obstante , esa impericia es protegida por razones de militancia política o por otra debilidad social.

 

En el único país donde un discurso de graduación como el pronunciado recientemente en Santiago por la licenciada Placencia Peralta se ve como una querella para fastidiar a las autoridades universidades y al profesorado es en la República Dominicana, cuando debería aceptarse como  unas críticas saludables al sistema educativo universitario.

 

Lo que se espera de la licenciada Winny Placencia Peralta es que no se deje utilizar ni prestarle su discurso de graduación al grupo de Verde o a ningún partido político pues entonces lo sano y beneficioso de su denuncia podría desnaturalizarse. El país está lleno de medianías y el sistema educativo universitario no es la excepción. Para que el país pueda salir avante tiene que emanciparse de la vida mediocre, como aconsejara el escritor español de la generación del 98, Pio Baroja.

jpm

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