“El niño que vivió en la cárcel”

El novelista crea caracteres y a menudo sucede que esos caracteres se le rebelan al autor y actúan conforme a sus propias naturalezas, de manera que con frecuencia una novela no termina como el novelista lo había planeado, sino como los personajes de la obra lo determinan con sus hechos”
 

(Juan Boch)

 

“El niño que vivió en la cárcel”
Por: Domingo Caba Ramos
 
El novelista crea caracteres y a menudo sucede que esos caracteres se le rebelan al autor y actúan conforme a sus propias naturalezas, de manera que con frecuencia una novela no termina como el novelista lo había planeado, sino como los personajes de la obra lo determinan con sus hechos”
 

(Juan Boch)

 

«El día empezó brisoso.Joel se levantó como siempre a las 6:00 de la mañana. Abrió la ventana de madera reforzada con material de zinc, que miraba al este, y se dijo para sí: “A pesar del vientaso, el cielo luce despejado…”» (Cap. 1)

 

Así comienza la trama en “El niño que vivió en la cárcel”, la singular novela de dramática esencia  escrita por el destacado médico ginecólogo, Francisco Espino Torres.

 

Toda trama supone necesariamente el planteamiento de una historia, de un problema que se complica en la medida en que esa historia se desarrolla, desarrollo este que a la vez contribuye a crear la tensión narrativa que aumenta a la par con la progresión de la historia contada.

 

Y eso, en realidad, es lo que sucede en “El niño que vivió en la cárcel”. El narrador atrapa al lector en el  mismo primer párrafo y lo suelta al final del relato, en el  preciso momento en que Joel, ¡por fin!, logró desvelar el misterio que durante cuarenta y cinco años mantuvo envuelto el secreto relativo a su verdadera paternidad.

 

Todo sucedió en tiempos del “corte” o matanza de haitianos llevada a cabo en la República Dominicana durante la dictadura de Trujillo. Juana, una negra que parecía haitiana sale a comprar leche para   mitigar el hambre del negrito hijo que lleva en los brazos. Unos guardias la apresan por ser negra y no  portar la declaración de nacimiento del niño (Joel) y  es conducida a la cárcel junto a este.

 

Para evitar que el pequeño muriera de hambre y frío, la madre se lo concede en adopción a un soldado del régimen (Niple). Joel es ya un hombre y cree que Niple es su padre biológico. Esta creencia se mantuvo hasta que doña Carmen, cuñada suya, levanta el velo que descubre la verdad.

 

La obra está inspirada en un hecho real, recreado, naturalmente, por la fantástica imaginación del narrador. Se trata de una dramática y desgarrante historia en la que el elemento humano aparece en primer plano.

 

La novela como subgénero narrativo, ¿para qué sirve?, ¿Cuál es su función?

 

En virtud de su naturaleza eminentemente estética, la novela, como expresión del arte literario, cumple una función lúdica,  por cuanto su intención primaria consiste en recrear la realidad a través de la palabra. Pretende conmover la sensibilidad del lector o despertar en este sensaciones y sentimientos. Significa esto, que más que reproducir la realidad,  el novelista lo que hace es recrearla o inventar un mundo imaginario semejante o parecido al mundo de la experiencia.

 

 Pero aparte de esta función, la novela tiene como propósito crear conciencia y producir cambios en el seno de la estructura social. George Lukács  (1885 –  1971), brillante pensador marxista de origen húngaro,  establece al respecto que “la novela debe ocuparse de la vida del hombre que vive, cargado de problemas, convertido él mismo en problema, en este nuestro mundo absurdo”

 

En parecidos términos escriben los profesores y ensayistas españoles  Martín Duque y Marino Fernández Cuesta, cuando, citando a Ortega y Gasset, afirman que:

 

«La función esencial de la novela moderna es describir una atmósfera, a diferencia de otras formas épicas, cuya misión es referir una acción concreta» (1973:99)

 

Merced al planteo precitado, vale resaltar que el Dr. Espino describe una realidad en la que la atmósfera de la tiranía trujillista se percibe en cada uno de los nueve capítulos que conforman la obra. El sabe muy bien lo que es el drama, por la condición del actor teatral que fue durante sus años juveniles  cuando cursaba estudios de medicina en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).  No debe extrañar, pues, el intenso tono dramático que a todas luces se aprecia en el entramado narrativo de “El niño que vivió en la cárcel”.

 

En la historia de la literatura dominicana no abundan los médicos que se hayan destacados como  creadores literarios,  y mucho menos como novelistas. El doctor Espino, sin embargo, nos sorprende con esta su primera novela.  A él, que, en su condición de médico ginecólogo, ha contribuido con   sus conocimientos científicos a que tantas madres paran  a sus tiernas criaturas humanas, esta vez le ha correspondido dar a luz una criatura literaria emanada de su  fértil imaginación creadora.

 

¡Enhorabuena!, Dr. Espino

Francisco Espino Torres.
Francisco Espino Torres.

 

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