El mismo sensacionalismo

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

 

En la judialización de la corrupción el país ha ido de tropiezo en tropiezo sembrando frustración en una población que no llega ver resultados. Una de las razones es conocida, pero se reitera: la presentación de expedientes dirigidos al sensacionalismo mediático y al alimento del discurso de profetas de la catástrofe.

Casos en los que puede haber evidencias de irregularidades por parte de algunos funcionarios y de desfalco del erario, el Ministerio Público no los expedienta con investigaciones que precisen el monto distraído y el alcance de las violaciones en las que incurre, sino acusando al incumbente de haberse robado la totalidad de lo manejado, si es un contratista, se le expedienta el fraude por la totalidad del costo de la obra realizada.

El Ministerio Público no se contenta con presentar una acusación concentrada en los tipos penales que puede probar, sino que le vacía al imputado medio Código Penal, dejando lagunas muy obvias para que el prevenido pueda destrozar la acusación.

Con el caso Odebrecht la presión que levantan quienes se han instituidos en paladines de la lucha contra la impunidad, apunta a la comisión de los mismos errores.

Tenemos un elemento concreto para procurar resarcimiento económico y persecución judicial: los testimonios de una delación premiada en la que ejecutivos de Odebrecht admiten haber entregado sobornos por 92 millones de dólares, y aunque las diligencias de la Procuraduría General de la República no han podido determinar ni quien dio ni quien recibió sobornos, el peso de esa delación es el elemento mayor contundencia con el que se cuenta.

Pero a la admisión de la empresa, la simple deducción le añade dos acusaciones difíciles de probar: que todas las obras de Odebrecht están sobrevaluadas, y que el hecho de que el asesor de campaña del presidente Danilo Medina haya sido acusado y condenado por manejos de fondos destinados a algunas campañas, implica que ese dinero estuvo presente en la reelección del mandatario dominicano.

Tres hechos han desmentido esas apreciaciones:

1-Las declaraciones que ofreció en una conferencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el fiscal que ha estado a cargo de las investigaciones contra Odebrecht en Brasil, que preguntado si entendía que en todas las obras de esa empresa había manejos corruptos, expresó categóricamente que no

2-Las declaraciones ofrecidas por los técnicos de la firma estadounidense Stanley Consultants, Henry Pascual y Larry Shell, quienes después de ser interrogados en la Procuraduría ofrecieron una rueda de prensa en la que establecieron que el costo de la obra está en línea con los parámetros internacionales, que la oferta escogida fue la mejor y que en esa operación no hubo sobornos. Es una empresa que cotiza en bolsa en los Estados Unidos, no es de dueños y tiene un código principios inalterables a lo largo de más cien años de existencia.

3-La publicación del interrogatorio a la señora Mónica Moura, esposa de Joao Santana, en el que se evidencia claramente que República Dominicana no figura entre los países que recibieron aportes de las cuentas que Odebrecht manejó a través de ellos, lo que echó por tierra una versión manipulada en la que se le atribuía a ella haber expresado lo contrario.

Todo esto indica claramente que si la expedientación no se centra en lo que ni Odebrecht puede desmentir porque ha sido quien lo ha afirmado, volveremos a los fracasos de siempre, acusando de mucho sin ni siquiera probar lo poco

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