El helenismo en la historia universal (2 de 2)

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EL AUTOR es abogado e historiador. Reside en Santo Domingo.

La vida del gran aglutinador de los pilares que sustentaron el período conocido en la historia universal como helenismo fue muy corta. Sólo 32 años vivió Alejandro Magno, siendo su fallecimiento tan controvertido que a más de dos mil años todavía no se sabe de qué murió.

Como lo muestra de manera clara la Historia el gran macedonio tuvo que abrir los cerrojos de un mundo cultural que tenía sus códigos secretos.

Vale significar que lo de Magno fue un hipocorístico que se merecía por sus hechos grandiosos ora en el arte de la guerra, ora en la política, ora en la vinculación de la historia con la geografía, ora en el impulso que le dio a la cultura de la antigua Hélade y más allá de sus fronteras.

Los ires y venires de Alejandro Magno por la amplia zona de expansión de su vasto imperio (incluyendo encuentros sorpresivos con caravaneros, pastores y mercaderes de camellos en la Península Arábiga) dejaron en esa parte del mundo, de alguna manera, destellos del helenismo, como una especie de incardinación  de decenas de pueblos en el largo período de la historia griega.

En más de una ocasión se vio obligado a bajar al pozo de las intrigas para materializar sus objetivos.

Aunque estoy tentado a pensar que obró sí de manera premonitoria, porque se encontró con sujetos que encajarían en el quinto círculo del infierno que describió más de mil años después Dante Alighieri en la Divina Comedia.

Algunos de sus detractores se han basado en sus propias e interesadas interpretaciones, dejando de lado los hechos, en una prueba palpable de que tenían su razonamiento bloqueado.

Los balances son claves para estudiar con objetividad los sucesos trascendentales de pueblos y personas. Es decir, que no se puede juzgar una época ni un individuo excepcional con anteojeras, con una visión tubular o con demasiada rigidez.

En el caso del helenismo se aplica esa visión de los balances, puesto que pesaba tanto la curiosidad intelectual como el cálculo político al momento de darle forma a esa etapa de la humanidad.

En el helenismo se potencializó un pensamiento crítico que ha perdurado con sus matices durante los muchos siglos que le han seguido, aunque al examinar esa época uno se encuentra con puntadas tejidas con el propósito de confundir.

Por las tantas distorsiones dispersas en la glosa histórica del helenismo hay que resaltar la labor intelectual desarrollada por el brillante filósofo dominicano Luis O Brea Franco, quien en su obra publicada en el 2010, titulada Antología del pensamiento helénico, puntualizó con la profundidad de sabio que lo caracterizaba que ese mundo cultural no nació:

“Como una planta trepadora, como una hiedra rastrera, como un parásito que necesita de otro cuerpo u organismo para ser, sostener, prevalecer…” (Antología del pensamiento helénico. Editora UNPHU, 2010. Luis O Brea Franco.)

El helenismo fue la fuente de donde brotaron varias escuelas de opiniones sobre la vida individual y colectiva, entre ellas las de los escépticos,  epicúreos y estoicos.

Esas escuelas todavía tienen adeptos y detractores alrededor del mundo, siendo todas herramientas para las más diversas tesis, no sólo en los llamados think tanks (tanques de pensamiento).

Los propulsores del escepticismo basaban su pensamiento en que la felicidad sólo descansaba en lo que era posible. Tachaban la dualidad del bien y el mal, y no creían en los términos filosóficos vinculados con  la llamada verdad objetiva.

El filósofo ateniense Epicuro creó en su ciudad natal una escuela que bautizó como El Jardín, de ella nació el epicureísmo, cuya base plantea la tranquilidad del alma como eje central de la vida terrenal. Afincaba su creencia  en la sensación que recibe el ser humano como base de la moral y el conocimiento.

Dicha escuela postula que el placer acerca a la felicidad y que el dolor es su contrario. De ahí que la consigna principal de Epicuro para una vida tranquila es aumentar el placer y alejar el dolor.

Tal vez algunos de los trazos más sobresalientes del epicureísmo pudieron servir de inspiración,  casi 20 siglos después, a algunos de los más lúcidos masones, como parte de la conjunción de ideas de la masonería.

La otra famosa escuela que tuvo un gran crecimiento en la etapa del helenismo fue la estoica, creada por el filósofo Zenón de Citio, quien defendía la necesidad de utilizar la lógica, controlando el pensamiento sobre los actos y  no escatimaba esfuerzos para unir su criterio de la felicidad al autocontrol y la tolerancia.

Pero del helenismo también salieron personajes que ocupan un espacio en la historia universal, por sus grandes aportes a la humanidad.

Uno de ellos fue el poeta Calímano, quien fue capaz de poner la poesía en el mismo sendero de la filosofía y  con la retórica. La estética importaba mucho en su producción poética. Fue una suerte de innovador de su época, pues echó a un lado los mitos entonces dominantes, que mantenían en constante pregón los partidarios de Homero.

Otra figura del helenismo que merece citarse es Menandro, el gran comediógrafo que con sus escritos eclipsó la colección de comedias  cargadas de expresiones ofensivas,

Menandro creó en el helenismo comedias encuadradas en la elegancia y el refinamiento de sus protagonistas, partiendo de sus lenguajes, hábitos y otros detalles. Él engrandeció ese género literario.

La geografía también formó parte importante del helenismo. Estrabón fue uno de sus más sobresalientes geógrafos. Su tratado de geografía sigue siendo un referente cuando se desea profundizar en el fascinante mundo helenístico, porque ella es, en resumen: “la discusión teórica con la descripción concreta”.

Del helenismo nació la primera Historia Universal, con el gran Polibio, que describió la grandeza de su pueblo y otros del mundo entonces conocido, pero también dejó para el futuro lo que logró el músculo militar de los romanos tiempo después de la muerte de Alejandro Magno.

Otro historiador perteneciente al helenismo que dejó su nombre vinculado con la posteridad fue Diodoro de Sicilia, poseedor de un espíritu crítico, aunque sus anotaciones fueron muy dispersas.

Por la fuerza de los hechos el helenismo dio paso al afianzamiento del Imperio Romano. En el centro de ese acontecimiento de matriz universal ocurrieron hitos históricos, pero también jugaron un rol esencial pensamientos en diversas vertientes que siguen integrados a las humanidades.

A mi criterio el famoso clasicista inglés Robert Lane  Fox ha sido uno de los historiadores  más lúcidos de todos los que han tocado la figura preponderante de Alejandro Magno, en su conexión con la etapa del helenismo.

En su magnífica biografía titulada Alejandro Magno; Conquistador del mundo no vacila en calificarlo como el creador de las bases del helenismo, señalando su ferocidad, pero también valorando en él la puesta en práctica de sus elevados conocimientos como alumno aventajado de Aristóteles.

Para llegar a su punto luminoso de verdad dicho autor despojó al referido personaje de las malezas y candilejas que otros colocaron entorno a su nombre. (Alejandro Magno; Conquistador del mundo. Editorial El Acantilado, 2007).

El drama histórico, en formato de película, titulado Alejandro, dirigido hace tan solo 20 años por el famoso cineasta Oliver Stone, ayuda también a comprender el helenismo desde la perspectiva del aguerrido macedonio.

Son muchos los intelectuales, historiadores y filósofos que, como los británicos Gilbert Murray Geoffrey Richard Lloyd, al tratar la historia griega en sentido general han abordado con profundidad el período llamado helenismo.

Al hacerlo con honestidad y sabiduría ellos, y otros, resaltan los aportes hechos al mundo por Alejandro Magno y sus más cercanos colaboradores.

jpm-am

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