El gabinete de los apóstoles (1 de 2)

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo.

Breves notas sobre Espaillat

El gabinete de los apóstoles fue el sonoro nombre que se les puso en el país a las personalidades que acompañaron al presidente Ulises Francisco Espaillat Quiñones, en su breve gestión de gobierno constitucional.

Ese nombre colectivo, para definir un equipo de trabajo gubernamental, es una prueba más del ingenio creativo y la capacidad de humor político que siempre ha caracterizado al pueblo dominicano.

Pero como un gabinete (en su definición de órgano superior del poder ejecutivo) es generalmente hechura del que gobierna, es obligatorio abordar primero la figura presidencial para entender el resto.

Válido es, en consecuencia, decir que el mandato presidencial de ese dominicano de gran calidad humana, que fue boticario e intelectual, comenzó el 29 de abril de 1876 y terminó intempestivamente cinco meses después, el 5 de octubre de dicho año.

Espaillat fue una suerte de mirlo blanco en el fango de la política nacional en el siglo XIX. Antes de ser presidente de la nación dominicana había tenido un papel público protagónico, al iniciarse la Segunda República.

En efecto, el 14 de septiembre de 1863, siendo ya irreversible el triunfo de la Restauración, se formó un gobierno provisional, en el cual él fue designado ministro de Relaciones Exteriores y ejerció como vicepresidente de la República, por la fatal enfermedad que tenía a su titular, el patricio Ramón Matías Mella, postrado en su lecho de muerte.

En esas funciones, en momentos de extremo peligro, tuvo un papel muy activo denunciando muchas de las bellaquerías que seguían haciendo en el país los reductos de las tropas derrotadas que se movían en desbandadas y con ánimo desesperado pretendiendo revertir lo que ya era un hecho irreversible.

Prueba

Prueba al canto de su valentía y patriotismo sin tacha: En un memorándum del 14 de diciembre de 1863 Espaillat denunció ante los gobiernos de Francia, Inglaterra, Estados Unidos de Norteamérica y varios de Hispanoamérica, la acción criminal de las tropas españolas anexionistas que con el brigadier Buceta a la cabeza incendiaron la ciudad de Santiago de los Caballeros el 6 de septiembre del indicado año, “después de haber principiado a pillarla”. El propósito de esa acción criminal era “desnaturalizar la revolución, para desvirtuarla”. (Papeles de Espaillat. Etapa de 1863).

Esa valiente actitud, desafiante del peligro que ella aparejaba, llevó al culto poeta y valiente luchador restaurador Manuel Rodríguez Objío (fusilado por órdenes de Buenaventura Báez) a escribir lo siguiente: “Espaillat era el pensamiento, la idea filosófica de la revolución, y a la vez el freno moderador del gobierno”. (Gregorio Luperón e historia de la Restauración. Tomo I. Editora UASD, edición 2004.MRO).

Elecciones de 1876

Durante el proceso eleccionario del 18 abril de 1876 se sumaron activamente en favor de Espaillat, entre otras importantes figuras, el luchador independentista y restaurador mocano Máximo Grullón, quien declinó ser el candidato presidencial de las fuerzas liberales que apoyaron a Espaillat; y monseñor Rocco Cocchia, un prelado franciscano capuchino, nacido en el entonces reino de Nápoles, en el sur de Italia, que era en ese momento vicario apostólico de la arquidiócesis de Santo Domingo, vale decir jefe de la iglesia católica dominicana.

Espaillat ganó abrumadoramente dichas elecciones, pues al realizar el conteo hubo 26,410 votos, de los cuales él obtuvo 24,329. Buenaventura Báez, que fue otro de los candidatos, sólo sacó diez (10) sufragios.

Señales claras desde el Congreso

En su mensaje ante el Congreso, al tomar posesión de la presidencia de la República, Ulises Francisco Espaillat desgranó sin ambages sus grandes objetivos para el bien del país, lo cual fue recibido como un trago amargo por los que siempre habían hincado sus colmillos sobre el lomo de la población.

Así se expresó: “El estado de la Hacienda Pública, es, según es público, deplorable, y exige no tan solo una recaudación de sus rentas sumamente escrupulosa, sino también una gran moderación en los gastos ya sea disminuyendo algunos, ya suprimiendo otros, como único medio de restablecer el crédito público”. (Mensaje al Congreso. 29 de abril de 1876. U.F. Espaillat).

Cuando le correspondió ejercer la primera magistratura de la nación puso en práctica un gobierno de pluralidad madura, porque uno de sus deseos era reflotar la economía nacional, azotada por el caos político precedente.

Las fuerzas retardatarias del país se lanzaron a degüello contra el gobierno de Espaillat, cuando todavía era recentino, y no le dieron ni un día de tregua hasta que lograron derrumbarlo.

Los que movieron las patas del mastodonte de la conspiración para hacer caer el gobierno que presidió, y con él al gabinete de los apóstoles, no eran los que los gallegos ahora llaman “los tontos de la meseta”.

Al contrario, eran individuos invadidos por la ambición de poder y todas sus adherencias. Rechazaban la senda democrática por la que recién comenzaba a transitar el país.

Eran muchos los nobles propósitos que había esbozado Espaillat para desarrollar un gobierno dinámico, honrado y decente que permitiera romper las amarras del atraso económico y la ignorancia en que vivía la población más desprotegida, y terminar con los abusos que sufrían familias urbanas y rurales. Impartió órdenes para que se ejecutaran sus nobles planes.

Entre sus principales objetivos para llevar a cabo una administración pública ejemplar estaba cerrar los grifos de la corrupción rampante que había hecho cama en las instituciones públicas.

También pretendió hacer cumplir las leyes, consciente como estaba de que el caos anterior no se debía sólo a eso que los italianos llaman “il dolce far niente”, o el placer de no hacer nada, sino fruto de malsanas voluntades y actos de poderosos grupos que habían controlado los resortes del poder.

Dejó que fluyera la libertad de información, sin importar que sus opositores hicieran cuestionamientos falsos a su corta obra de gobierno.

Propició una amplia amnistía en favor de los presos políticos, con la sola excepción de que no se beneficiaran de ella aquellos que habían cometido crímenes bajo la mampara de la política.

También buscó acelerar el proceso educativo, porque sabía que la educación es un puntal de gran valor para que los pueblos conquisten mejores condiciones de vida.

Comenzó a crear las bases para el desarrollo de la agricultura y la pecuaria en la zona rural, e inclusive llegó a decir que se crearía un Banco de Anticipo y Recreación para trasvasar dinero a los medianos y pequeños agricultores y ganaderos.

De los integrantes del gabinete de los apóstoles dominicanos, en el gobierno de Espaillat, haré breves reseñas en la próxima entrega. Todos ocupan un lugar de principalía en los sinuosos senderos de nuestra historia.

jpm-am

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Cornelio
Cornelio
3 meses hace

excelente ponencia soy su lector, escribe muy bien, pa,lante espero la proxima entrega