El fanerón y la categoría triádica de Pierce

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EL AUTOR es catedrático universitario. Reside en Santo Domingo.

 

 

En el artículo próximo pasado definimos el fanerón de Charles Sanders Pierce como la totalidad de todo lo que tenemos en la mente. Sostuvimos que tal totalidad extracorpórea es el resultado de nuestros recuerdos, secuencias de interacciones sincrónico-diacrónicas que nos definen como seres pensantes y, a la vez, definen nuestra identidad. Estuvimos de acuerdo en que el fanerón –una vez expresado en cualquiera de sus formas– corresponde, entonces, al lenguaje entendido como “universo de universos comunicativos”.

Falta mucho por agregar del amplio acervo cognitivo que implica la vasta producción del insigne pensador de finales del siglo xix y principios del xx. En este artículo he añadido algunas reflexiones en torno al fanerón de Pierce y también ofrezco un breve ejercicio mostrativo de la categoría tríadica en un meme sobre la senadora dominicana, Sonia Mateo.

En el recién anterior artículo, igualmente, alegué que la totalidad de consciencia no puede ser entendida sólo en términos mentales, sino además, en sus dimensiones socio-culturales, tempo-espaciales, ideológicas, etcétera. Como se admite desde el pensamiento materialista alemán, los sujetos se constituyen a sí mismo, y construyen el mundo en ese devenir y discurrir multidimensional.

Se trata de una convergencia –y no divergencia– empirista-racionalista/racionalista-empirista, la cual confluye en una fenomenología ontológica o, lo que sería equiparable, una ontología fenomenológica, como también parece entenderla el filólogo y semiólogo argentino, Victorino Zeccbetto (2005).

No hay diferencia alguna entre el lenguaje y el fanerón de Pierce, siempre y cuando lo que se entienda por el primero sea la totalidad de nuestros pensamientos expresados a través de formas verbales y no verbales. Por eso, Pierce entiende un signo sólo como un aspecto de ese gran universo enunciativo que es el lenguaje –fanerón–.

Es, entonces, cuando este insigne autor propone su categorización triádica del signo a partir de tres sucesivas dimensiones que en esencia encuentran sus respectivos correspondientes: primeridad/representamen, segundidad/referente y terceridad/interpretante.

Justamente, para Charles Sanders Pierce, el signo es algo que se encuentra en representación de algo con sentido para alguien. Si observamos un relámpago (primeridad/representamen) percibimos que habrá lluvia (segundidad/objeto) con sentido para alguien, el sujeto observante (terceridad/interpretante). Pero a la vez, cada elemento de esta tríada constituye un signo por separado, incluyendo al sujeto. Además, un relámpago por sí solo no es determinante para que llueva.

Invito a observar el siguiente texto semiológico (verbal y no verbal) extraído del blog Periodismo Dominicano en: www.periodismodominycano.blogspot.com. Luego, presento una explicación, a través de la categorización triádica de Pierce:

El aspecto del fanerón de este texto está constituido por un representamen, el texto como tal. Él en sí mismo no comunica mucho. Si lo presentamos a un extranjero posiblemente no sepa de qué se trata puesto que el ritmo semántico entre colores, formas, escritura, fotografía… no forman parte de sus representaciones mentales.

No obstante, todo lector medio dominicano, de inmediato podrá establecer asociación entre la explícita expresión verbal y la expresión pictórica. El objeto o significado, el cual corresponde a la segundidad, se ubica en el contexto. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se representa por los colores morado y amarillo, amén del símbolo de la libertad expresado a través de la estrella. Ya no es difícil reconocer la figura de aquella pintoresca senadora del PLD.

Para comprender el significado de la expresión “Digan lo que digan de mí”, es indispensable hurgar en las redes sociales para identificar el conjunto de memes que, como el que aquí comentamos, representan las expresiones y actuaciones espurias a la investidura de la senadora Sonia Mateo.

El que se incluya la expresión escrita con errores de redacción y  defectos ortográficos, es también una manera de describir a la senadora. La ausencia de tilde en la variante pronominal de primera persona “mi” y en las palabras “tendran” y “proximos”, así como la ausencia de coma entre proposiciones, y la sincope en “cuidao”, indican la forma en que habla y escribe nada más y nada menos que ella.

La metáfora “chuparse este cajuil”, en realidad constituye una denuncia al sistema politiquero dominicano. Si su partido la impone, no importa que el pueblo la rechace. Seguirá en su curul por los siguientes cuatro años y tal vez más ¿No fue acaso esto lo que sucedió el pasado dieciséis de mayo de 2016?

En la terceridad se encuentran los lectores. No todos estamos en capacidad de comprender todos los textos. Los lenguajes requieren ser vistos a partir de los ojos de una cosmolingüística que trasciende las parcelaciones taxativas de la faneroscopia pierciana; ya que esta última no permite ver todos los matices semánticos del aspecto del fanerón abordado en el ejemplo anterior.

Por eso, sería una quimera pretender que el fanerón se limite a este texto visual. Se trata, más bien, del significante a través del cual se esconden elementos  del significado en sentido macrosemántico. Comprender un texto de esta naturaleza implica un pragmaticismo transcontextual y mental complejo. En una próxima publicación abordaré la taxonomía de los signos de nuestro autor. (Véase: C. S. Pierce (1973) La ciencia de la semiótica. págs. 9-33. Traducción de Armando Sercovich. Ediciones Nueva visión, Buenos Aires). 

 

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