El efecto rebote
Esto que se dice comúnmente de que lo que das se devuelve a ti, no siempre aplica en todos los ámbitos de la vida, siempre se devuelve, pero no necesariamente retorna a ti lo que das. Ciertamente el efecto boomerang siempre se dará, pero, a veces lo que nos rebota en nuestra cara no es lo deseado o esperado.
Me concentraré en este pequeño y humilde escrito en lo que llamo el efecto Rebote en la educación de nuestros hijos.
Recordando los Padres Buenos, que lo dan todo a sus hijos. Mucho amor, muchos bienes materiales. Padres que no permiten que a sus hijos se les mire o hable pues solo ellos pueden llamar la atención a sus hijos. Se desviven por ellos. Los ves y son chicos muchas veces impecablemente vestidos, no les falta nada de lo que está en última moda.
Muchos padres dan todo lo que sus hijos piden, no necesariamente lo que necesitan. No enseñan a sus hijos los limites en las diferentes circunstancias que van experimentando en la vida. Suplen el tiempo de ausencia con objetos de valor, moda o simplemente capricho.
Claro, debo aclarar, que ellos están dando a sus hijos lo mejor que pueden darles, y entienden que están haciendo lo que deben. Lo respeto. Pues ningún padre o madre da algo malo a sus hijos de forma consciente o expresa.
En este tipo de padres, Padres Buenos, el efecto rebote es absolutamente indeseado y crea un sentimiento de sorpresa y confusión en ellos, ya que como mencioné anteriormente, ellos dan lo mejor de ellos a sus hijos, solo que, de forma equívoca, lamentablemente.
El efecto rebote consiste en tras tanto dar y dar, conseguir hijos majaderos, maleducados, engreídos, orgullosos y malcriados. Claro, sin querer, por la falta de límites, la ausencia de enseñar a sus hijos de carecer de algo deseado, por ser tan consentidores, van creando pequeños monstruos, que rebotan en sus caras con conductas totalmente indeseadas. Entonces aquí vienen los sentimientos de frustración y sorpresa.
Sentimientos encontrados, angustias, confusión. Si se lo he dado todo, si he vivido para él, si lo he complacido en todo, si no le ha faltado un gusto, ¡¿Porque?!
Sí!!!! , lo has dado todo, pero no le enseñaste el valor del sacrificio, no le enseñaste a ganarse las cosas, no le enseñaste limites, no le enseñaste a necesitar y desear algo, entonces, sin querer, creas en tus hijos un sentimiento de dioses, y crecen con muchas carencias de humildad, sacrificio, limites, necesidad, y sobre todo, con una gran carencia de asombro.
De asombro y valor de todo lo que le rodea. Carencias del agradecimiento. Del amor por su vida y lo que tienen, ya que siempre desearan más y más.
Entonces, tristemente, quieres, que todo aquello a lo que le enseñaste, que todo lo que sembraste, desaparezca. Y empezamos ahora a exigir conductas que no enseñamos. Viene esa lucha de poder, entre ese hijo que tú mismo formaste deformado, a querer formarlo a la fuerza, rápido y por la vía de la violencia, que viene de la frustración que genera el efecto rebote en nuestra cara.
Si aún eres padre de niños y niñas que no han llegado a la juventud, estas a tiempo de convertirte en un Buen Padre, dejar de lado el padre Bueno, y evitar educar en falsos valores a tus hijos, preparando hombres y mujeres llenos de valores positivos, para que el efecto rebote que recibas con el pasar de los años te lleve a la satisfacción y orgullo de haber contribuido, trascendido, en hijos humildes, certeros, honestos, responsables, de fe, de amor.
Hijos que valoren, se asombren y agradezcan cada día por todo lo que reciben. Te amen, cuiden de ti, te respeten, y representen con dignidad y orgullo la educación recibida por ti, en el momento de su niñez.
Dios nos ayude a ser buenos padres.
jpm