El desplante de Fidelio

 

Hay santos que se caen de los altares por si solos; ni siquiera requieren de algún movimiento sísmico para “temblar” y venirse abajo. Lo penoso es que esta desgracia (la de caerse del altar) suceda apenas transcurridos unos pocos minutos de haberse levantado el “altar”.

 

Han de saber los lectores que en mis tiempos mozos me envolví en los movimientos democráticos y progresistas que surgieron a la luz de las luchas post-Trujillato. Durante buena parte de mi juventud adversé al doctor Balaguer hasta con cierta venalidad, porque lo responsabilicé enteramente de la muerte de cientos de jóvenes revolucionarios, caídos en combate contra la denominada “dictadura ilustrada”.

 

Y cuando digo que con cierta venalidad, me refiero a que aun y cuando todos sabíamos que el Military Assistance Advisory Group (MAAG), la fuerza de intervención extranjera, responsable de las acciones militares que terminaron con la vida de buena parte de los revolucionarios, siempre culpamos al doctor Balaguer de manera directa. Hemos reconocido que nuestro país es el traspatio de Estados Unidos, pero siempre razonamos en contrario a esa realidad.

 

Con todo y haber adquirido el mal intrínseco que ha afectado a la izquierda dominicana desde su origen, el sectarismo rampante, siempre tuve el tino de respetar y hasta admirar a los dirigentes -todos mayores que yo- aunque militaran en organizaciones con las que nunca llegué a comulgar, ni tener contacto alguno.

 

Es así como toda mi vida reverencié a Juan B. Mejía, Diómedes Mercedes, Narciso Issa Conde, Leopoldo Grullón, Jorge Puello y Fidelio Despradel, para solo mencionar unos pocos. Hubo otros, hoy seniles o ya idos de este mundo, a quienes siempre consideré como farsantes; y de ellos es mejor ni hablar, para no tocar viejas heridas. Algunos hasta fueron mis “orientadores” del momento.

 

Era una especie de conciliación silente, que denotaba -y así lo comprendí a tiempo- que mi pasta no daba para ser mas que militante democrático. Nunca llegué a militar, ni a considerarme siquiera marxista, leninista o marxista no leninista, como en su momento se proclamó don Juan. Para mí, los “revisionistas” eran tan valiosos y/o serios como los “pro-chinos”. Que estábamos equivocados todos lo sabemos hoy, pero debemos reconocer que los primeros dejaron mejor legado a la juventud dominicana, que los segundos.

 

Ahora que han pasado décadas de esa juventud de ensueño, aun guardo respeto por los que han llegado a viejo manteniéndose fieles a sus creencias, aunque no las comparta. A esos dirigentes que han pasado por la vida sin haber hecho casi nada de valor tangible en beneficio del avance del país, pero que siguen alineados con lo que ellos entienden son los mejores intereses de la nación.

 

Por eso lamentaba que varios diputados de los llamamos “progresistas” saldrían del Congreso Nacional, fruto precisamente de ese mal endémico denominado sectarismo. Pero al mismo tiempo me alegraba de que una persona como don Fidelio Despradel, tuviera la oportunidad de hacer sentir su voz en la cámara baja.

 

Como dice el refrán: “la alegría dura poco en casa de los pobres”, y el primer día de instalado, el viejo Fidelio me demuestra que ni los años vividos han conseguido que reconozca con fidelidad -como su nombre lo sugiere- el escenario donde se ha de manejar. Que no asimila, ni asimilará, eso de la lucha democrática en las condiciones que las circunstancias determinen.

 

Y me duele porque siempre creí que era uno de los mas sensatos. Pero que decepcionante ha resultado. Él supone que es de “principios”, no tomarle el juramento a la diputada Lucía Medina, porque es hermana del Presidente de la República. Y aunque tiene todo el derecho a negarse al acto protocolar propio del organismo donde él libremente decidió participar, son inaceptables -a la luz de la dialéctica- las razones que esgrime para tal desaguisado.

 

En su triste carta, leída ante sus compañeros de hemiciclo, Fidelio razona que es “inconstitucional” que ella dirija el organismo para el que fue elegida -al igual que él- por ser pariente del presidente Medina. Nada mas falso e incoherente. A seguidas afirma que también es inconstitucional que dos hermanos formen parte de un mismo organismo, como lo es el Consejo Nacional de la Magistratura; y yo me pregunto: ¿en qué parte de la Carta Magna se justifica ese juicio tan peregrino?

 

Hay otro detalle que me preocupa y es que Fidelio parece no saber que el Consejo Nacional de la Magistratura no designa ni a los miembros de la Junta Central Electoral ni a los miembros de la Cámara de Cuentas, como él dice. Esos nombramientos son prerrogativa del Senado de la República y ni Lucía Medina, ni su hermano Danilo Medina, son miembros del Senado.

 

Pero lo que mas me llama la atención de esta inexplicable nota leída por Fidelio Despradel, es que con ella, él mismo se descarta como elemento interactuante de la Cámara de Diputados. Porque si él no es capaz de cumplir con las normas que rigen ese organismo, ¿cómo pretende que se le respete a la hora hacer propuestas a la sala? y lo mas preocupante aún, ¿cómo justificará su sueldo, simplemente ponchando el reloj de asistencia?

 

Cuando el viejo y novato legislador proclama que el pueblo dominicano no se merece este “escarnio”, me obliga a revisar el diccionario de la lengua española que define la palabra como: “burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar”; y me pregunto, ¿dónde está la afrenta de cumplir con un mandato de la Constitución?

 

Es evidente que Fidelio, aborda su nuevo y quizá último proyecto, con los mismos lastres con que enfocó la sociedad dominicana de hace cincuenta años; está claro que de nada le han servido las lecciones aprendidas. Va con gran legitimidad al Congreso, opino yo, pero tan desvalido como quien recibe el invierno de la vida con una simple franelita, destocado y en pantalones cortos.

 

¡Qué lástima! Esa era la indumentaria apropiada para un viaje de verano a la playa de Boca Chica. Que se aceptaba hace cincuenta años, no hoy.

 

¡Vivimos, seguiremos disparando!

jpm

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