El derecho a protestar por una mejor nación
La República Dominicana ha venido experimentando una serie de nuevos comportamientos ciudadanos que son saludables para la solución de los problemas de la noción y por lo que apreciamos, tienden a madurar en sus exigencias, conforme avanza el tiempo.
Una muestra palpable de eso lo es, el movimiento más reciente surgido a raíz del fracaso de las elecciones del 16 de febrero, llamado wa wa y popí, que alrededor de la Plaza Independencia ha venido reclamando transparencia en el proceso electoral de cara a las elecciones del 15 de marzo, algo con lo cual se identifican la mayoría de los ciudadanos.
Aunque estos movimientos se han venido reeditando en diversas partes del mundo y muy particularmente en varios países de América Latina, sus características han sido totalmente diferentes, porque mientras en otras partes del continente sus acciones se enmarcan en el ámbito de la violencia, en que en nuestro país las protestas se han llevado de manera pacífica y con resultados inmediatos.
Para sustentar el hecho de que las protestas han recibido la atención de las autoridades, debemos remontarnos al movimiento de las sombrillas amarillas que se propuso conquistar el 4 por ciento para la educación y logro que los candidatos desde el 2012 se comprometieran a honrar ese compromiso que al asumir la presidencia de la Republica cumplió el presidente Danilo Medina, y se ejecuta tal y como se convino.
Luego, como todos conocemos, surgió el movimiento Marcha Verde y también logró parte de sus objetivos haciendo que el gobierno renegociara el contrato con la Barrick Gold y conforme pasó el tiempo al cumplir con su cometido se fue diluyendo, por lo que ahora estamos frente a otro escenario en el que han surgido nuevos actores.
Todos estos movimientos, aun cuando son espontáneos y esporádicos, según hemos visto en el análisis que hacemos de su surgimiento, son buenos y representan las demandas de los ciudadanos en momentos en que la población dominicana entiende que la paz social y la democracia se encentran amenazadas por circunstancias que se presentan alrededor de la patria.
Lo más importante es que, como han clamado algunas voces autorizadas de la sociedad dominicana, estos movimientos que surgen del seno del pueblo dominicano no sean contaminados con la política, porque eso desnaturalizaría la existencia de los mismos y los resultados que se obtendría no serían favorables al país.
El gobierno y los partidos de oposición están en el deber de preservar el derecho que se ha ganado el pueblo dominicano de demandar pacíficamente en las calles la solución a los problemas que acogotan a los ciudadanos y propugnar porque los mismos reciban las respuestas que demandan las comunidades en cada momento.
Las manifestaciones pacíficas de la población dominicana, es una demostración de la madurez cívica que han alcanzado los sectores de la vida nacional y la garantía más efectiva de solución a los problemas por los que atraviesan la mayoría de dominicanos.
Por lo sucedido, debemos felicitarnos todos los dominicanos, gobernantes y gobernados, porque somos capaces de exigir nuestros derechos y proveer respuestas en momento oportuno, como ocurrido a raíz de las elecciones fallidas el 16 de febrero, cuando fuimos capaces de ponernos de acuerdo para impedir un baño de sangre en el país y ahora al buscarle la salida con el concurso de un actor neutral como los organismos internacionales que se encargara de esclarecer todo lo ocurrido ese fatídico día de fin de semana.
JPM
bueno, medina. si la protesta no toma un carácter politico, vamos buscando las palas para irle cabando su tumba, sin pena ni gloria.