El Coronavirus nos muestra el camino a seguir
De esta peligrosa pandemia, debemos tratar de enfocarnos en sacar lo positivo de la misma.
¿Qué puede tener esta epidemia de positivo? Nosotros diríamos que nos ha mostrado, que, como pueblo, debemos cambiar nuestro estilo de vida y que el gobierno debe reorientar sus expectativas.
Habíamos escrito en otras ocasiones, que nuestro país no podía tomar, como base para su desarrollo, ni el turismo ni las remesas.
Explicábamos que cualquier catástrofe de la naturaleza, como un huracán, un terremoto, inundaciones o epidemias, ya sea en nuestro país o en los países de los cuales nos nutrimos del turismo y las remesas, podrían causar una debacle económica y social en nuestro país.
Desgraciadamente el coronavirus nos ha dado la razón.
Pero, como decía El comunicador estadounidense, Dale Carnegie, Cuando tengamos un problema, enfoquémonos en lo peor que pueda pasar y comencemos a tratar de resolverlo desde ese punto, cualquier otro escenario será siempre menor.
Esta pandemia nos ha enseñado la fragilidad del turismo y de las remesas. Pero también nos ha mostrado que, el hecho de producir el 85% de los productos que consumimos, ayuda grandemente a paliar los estragos de esta.
Ese 85% lo podemos elevar mucho más, si cambiamos algunos hábitos de consumo de nuestra población.
Por ejemplo. Nuestro clima no es apto para sembrar trigo, pero si lo es para cosechar maíz.
Por lo tanto, desde el gobierno, a través del desayuno escolar, los comedores económicos, el Plan de Asistencia Social de la Presidencia, las Tarjetas de Solidaridad, etc. Debemos comenzar a cambiar el consumo de pan de harina de trigo y sustituirlo paulatinamente por casabes, arepas, pan de maíz y tortillas al estilo mexicano.
Cosas estas, que sí podemos elaborar con productos locales.
Añadir al menú de esas instituciones, quesos, huevos y jugos de producción nacional y dejar de importar las bebidas con sabores y colores artificiales que no aportan nada a la salud de la población y que además consumen divisas.
Seguir incentivando la producción en estanques, de pescados y mariscos para abaratar el costo, para que llegue a un precio asequible a la población y así incrementar su ingesta.
Retomar el programa del recordado doctor Rogelio Delgado Bogaert, para incentivar la cunicultura y el consumo de la carne de conejo.
En una palabra, cambiando nuestros hábitos alimenticios, podemos garantizar que, en situaciones como las que estamos pasando en estos momentos, la población dominicana tenga, por lo menos, su alimentación asegurada.
Muchos escépticos dirán que es imposible cambiar la cultura de un pueblo. A esos incrédulos, nosotros los de la Diáspora, le podemos decir, que hemos aprendido a comer Cachapas venezolanas, tacos mexicanos, ceviche peruano y guineítos verdes, al estilo puertorriqueño. Entre otras muchas cosas.
Y nosotros no somos los únicos que han cambiado su estilo de vida. No es raro, aquí en la ciudad de Nueva York, usted ver entrar en un restaurante dominicano, a un caucásico anglosajón o a un afroamericano y pedir, en perfecto español.
¡Dame un tres golpes!
Sí. Se puede.
JPM
que raro que este baboso no esta alabando a este gobierno corrupto