El consuelo de Dios
Los seres humanos no estamos preparados para los momentos de pérdida de nuestros seres queridos. Y mucho menos cuando se trata de un padre o una madre que pierde a uno de sus hijos. La lógica razonable de los humanos es que los padres sean quienes entierren a sus hijos y cuando el orden se invierte, entonces el dolor se hace tan grande que perdemos todo el sentido de la razón, la tristeza nos consume de manera total y no sabemos qué hacer.
Nadie nunca quiere pasar por una situación así. Nadie quiere perder un hijo y mucho menos si es un joven con muchas esperanzas y mucho futuro. Cuando sucede una situación así es que debemos, con mucho más fe , volcar nuestros corazones y nuestras mentes hacia el creador, hacia nuestro Dios que es el único que puede darnos consuelo y fortaleza, el único que puede darnos esa paz que sobrepasa todo entendimiento humano, como muy bien dice el apóstol Pablo en Filipenses capítulo 4 versículo 7.
Y es que Dios, a través del Espíritu Santo, es el mayor y mejor consolador de todas nuestras penas y de todas nuestras pérdidas. No importa la magnitud ni la dimensión de nuestros problemas, Dios es refugio y fortaleza para seguir adelante y para superar cualquier momento o circunstancia donde sentimos que ya todo está perdido.
No hay dolor grande ni situación insuperable, lo que hay es un Padre Celestial más grande que toda situación y capaz de darnos la fortaleza para superar todos nuestros problemas y tristezas.
Y la Biblia es muy clara y precisa estableciendo que cualquiera que sea la situación que estemos atravesando, Dios es la mayor consolación. Y que nosotros podemos consolar a otros, porque El nos ha consolado a nosotros.
En 2da de Corintios Capítulo 1, versículos 3 y 4, Pablo lo precisa de manera magistral cuando afirma: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.»
Y esa situación la hemos vivido esta semana en nuestra familia. El pasado domingo murió en un accidente automovilístico en la ciudad de Weston, Florida, un sobrino querido de tan sólo 24 años. Se llamaba Nathan Bello Rodríguez. Su madre Yira Rodriguez, es como una hermana menor de mi esposa Zinayda.
Para nosotros fue un duro golpe y era una gran preocupación saber cómo iba a soportar su madre Yira esa dolorosa situación. Pero ella abrió su corazón y a pesar de esa pérdida irreparable, entregó su dolor a Dios y nuestro Padre Celestial le dio las fuerzas para soportar y empezar a superar este duro momento que ninguna madre quiere vivir.
Y Yira, sumamente dolida por la pérdida de su hijo Nathan, nos confirmó que Dios es el mayor y mejor consuelo en cualquier situación. Que si cuando estamos atravesando por un valle de sombra de muerte, abrimos nuestros ojos espirituales y confiamos en nuestros Dios, el nos llevará a lugares de delicados pastos, como establece el Salmo 23.
El consuelo de Dios todo lo puede y todo lo supera. Yira ha sido un gran ejemplo y nos ha confirmado que la presencia de Dios en nuestros corazones es el mejor antídoto para soportar y superar cualquier situación que nos afecte. Gracias, Dos Mío, por tu bondad y por tu amor.