El ciervo y su amo, una yunta muy especial
Desde que escuché -hace más de un año- que el Embajador se había reunido con el Procurador en su despacho, me asaltó un pálpito. Por un momento me cruzó por la mente el célebre cuadro de Leonardo Da Vinci, y casi de inmediato vi un santo cayendo del altar.
Por supuesto que no pensé que pudiera ser el Maestro; mi premonición apuntaba más bien, hacia alguno de los apóstoles. Casi a seguidas vi algo inusual: la mesa se levantaba en los extremos y se hundía en el centro; pero esa imagen solo duró un instante, fracciones de segundo, como los sueños; breves y eternos a la vez. Porque luego descubres que no pudiste estar tanto tiempo dormido, como para ver los hechos que al despertar “recuerdas” y hasta relatas.
Como no soy un creyente de barricada y supongo que no tengo condiciones adivinador, le achaqué la “visión” al tempranillo de La Rioja, que parece ser me trabajó por adelantado. Pero hoy que se ha conocido una nota de prensa donde se relata una nueva reunión del diplomático James Brewster y el Procurador General, caigo en cuenta de que yo he sub estimado mis “poderes” extra sensoriales.
Es muy probable que yo no llegue a la categoría de “profeta” -porque nunca he consumido esas cosas raras que ellos tanto degustaban- pero si estoy convencido de que por lo menos, doy para “caballo” de un “luá”, de esos que no son muy exigentes y que se decida “montarse” en mi cerebro.
Casi alarmado, leí los detalles de esa inusual sección de trabajo entre un representante del poder del Norte y una joven promesa de la política dominicana, hoy en funciones de Fiscal General de la República. Y las preguntas me asaltaron en tropel: ¿por qué el “luá” que me ilumina no me da luz suficiente para entender este dislate?, ¿hasta dónde llegará el desparpajo de nuestros funcionarios?, ¿cuánto tiempo estará ausente la vergüenza nacional?
Si alguien me hubiera dicho hace unos años, que llegaríamos hasta perder la capacidad de asombro, jamás se lo hubiera creído. Sin embargo, hoy no estoy tan seguro. Porque ver y oír a un pretendido candidato a la presidencia del país que se revuelca en la sinrazón, desde luego que me genera un sentimiento de desencanto; pero solo pensar que alguna vez pudiera ser favorecido con el voto popular, más que decepcionarme, me sobrecoge y atemoriza profundamente.
Me tranquilizo al saber que no hay forma de que nuestro Procurador pueda -en el futuro- explicar esta cobardía sin precedente, esta especie de abyección que cual eunuco postrado, de hinojos, se presta a servir alegremente a su señor con lo único que le queda, su miserable honra. Y lo mas doloroso de este sainete inmoral, es que el personaje actuante está convencido de que su papel está a la altura de la función mayor. Óiganme amigos lectores, esto es alarmante; este ciudadano cree que airear nuestras miserias, enseñar nuestras enaguas, mostrar la sumisión al poder del Norte, es un acto de valentía y responsabilidad ciudadana.
Por esa creencia distorsionada, es que vemos a un Ministro de Justicia declarar con fingida solemnidad, pero con sobrada sorna e hipocresía, que: “…me siente frustrado… el sistema de justicia le ha fallado al país y le ha otorgado un triunfo con consecuencias muy negativas, a la impunidad”. No piensa el Procurador que todo el daño que se pueda causar con una decisión “desafortunada” de un juez venal -si este fuera el caso- podría ser insignificante ante la imagen subliminal que muestra a un funcionario judicial de su categoría, narigoneado -como en efecto se ve- por el representante de una Nación extraña.
En este punto, hay que hacer notar que estas cosas sucedían antes a la sombra; las visitas de los pro-cónsules a los funcionarios del Estado siempre eran disimuladas, nunca admitidas y jamás exhibidas con tanto descaro; ni por los unos, ni por los otros. Hoy día, ya ni la vergüenza se cuida y nadie dice nada; por eso admito que hasta la capacidad de asombro se ha perdido.
Y es muy evidente también, que el “proyecto político” del Procurador marcha viento en popa con la bendición del Norte. El problema es que a la hora de la hora, el que votará en las urnas es el pueblo; y al pueblo no le puede parecer patriótico, legal, ni legítimo, este maridaje vulgar entre el delegado del Poder Ejecutivo en los tribunales del país y el representante de una Potencia cuya justicia nos ha devuelto los más conocidos narcotraficantes dominicanos, luego de pactar con ellos y hacerlos invulnerables -mediante el acuerdo de extradición vigente- a toda persecución que se pudiera desprender de sus nefastas acciones contra la juventud dominicana.
Este acuerdo de extradición USA-RD, lejos de ayudarnos a adecentar el escenario donde crecerán nuestros nietos, solo contribuye a afianzar la creencia de que “el crimen si paga”; porque eso es lo que se percibe cuando vemos a los delincuentes retornar “triunfantes” a disfrutar sus mal habidas fortunas, luego de unas ligeras vacaciones en las cárceles norteamericanas, exonerados de toda culpa y listos a reinsertarse en la sociedad.
El pueblo, jamás validará al actual Fiscal General como gobernante, aunque la USAID, la Embajada y el Departamento de Estado mismo nos lo quieran imponer. Solo hay que figurarse a este politicastro en el Palacio Nacional; sería capaz de montarle hasta oficina propia, junto a la suya, al titiritero de turno que le asignen sus amos del Norte.
En mi visión -que no es apocalíptica- veo claro el “santo” que caerá del altar; ahora lo que no sé, es si en su caída arrastrará consigo al Maestro; y eso si que me preocupa.
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