El caso de SPM: una lección para los periodistas

 
He mantenido un bajo perfil como periodista y ahora más con el giro de ese sector que empaña lo que debieran ser los esplendores morales de muchos.
 
Aunque específicamente no señale a nadie, puedo decir que, por su naturaleza y condición pequeña burguesa, los periodistas somos ambiciosos arribistas, clientelares y, sobre todo, enemigos de la anonimia.
 
Cuando he tenido la oportunidad de ejercer este oficio, he trabajado periodismo, pero no me he dedicado a “vivir”, de él; es decir, he recibido mis remuneraciones como tal y nada más. Ni tengo amigos ni “hermanos” funcionarios, para no sentirme neutralizado.
 
Lo expuesto arriba es pertinente en estos momentos, porqué lo que trato es de alertar  sobre ciertos tejemanejes en que incurren ciertos periodistas y comunicadores.
 
No tengo certeza  sobre si en el último lamentable suceso en que fueron asesinados dos comunicadores (excúsenme este término porque no si exactamente era periodistas, oficio muy vapuleado en los últimos tiempos), no sé si habría algún motivo de peso que incidiera para que un pistolero los ultimara, mientras laboraban en una emisora de San Pedro de Macorís.
 
Se rumorea que intervinieron  en la transacción sobre una compra de unos terrenos del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y que debido a no honrarse un pago, José-Joselito- Rodríguez, lo habría cobrado de la forma más intolerable: asesinándolos.
 
No conozco la conducta de los occisos como comunicadores o, como hombres mediáticos, y lamento esas muertes de gente valiosa. Pero debo ser honesto y abierto en mis criterios; es sintomático el que el pistolero que se sindica como deportado no haya matado a ningún funcionario del CEA, y en cambio, penetró al local de la emisora y asesinó a los dos periodistas o comunicadores.
 
Repito que deploro estas muertes, pero sí debo señalar que en cualquier otra circunstancia y otro medio de República Dominicana, podría ocurrir lo mismo. En República Dominicana sólo hay que establecer un precedente para que haya un efecto dominó
 
Como periodista, cual que sea mi categoría o como se me juzgue, debo alertar a los demás -si lo antes citado fuera el caso-, para, de por Dios, y casi no uso este último término, no intervengan en nada que no les competa, y que no redunde en beneficio para la gente común y decente.
No seamos tan ambiciosos y arribistas; y como decía Juana, mi madre: dejemos de ser tan “afrentosos”.
JPM
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