El Ayuntamiento que Santiago espera

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

En cada proceso electoral los habitantes del municipio de Santiago de los Caballeros sueñan delirantemente con la esperanza de lograr una sindicatura que sea modelo entre modelos; fantasear esta ilusión como si se tratara de un ritual parecido a la ceremonia que realizaban los griegos al dios Elpis, con flores y con el cuerno de la abundancia como símbolo de la prosperidad, y conseguir que un alcalde logre romper, como hizo Zeus cuando era niño, uno de los cuernos de la cabra Amaltea para que con su poder le conceda todo lo deseado a este municipio como comunidad vibrante de anhelos frustrados.

Santiago se ha convertido en una tragedia y sus munícipes (polis) parecen como si estuvieran asistiendo a un  teatro griego a ver una de las sátiras políticas de Aristófanes en la que un alcalde ateniense con su máscara aparece haciendo el papel de un rufián gobernando un municipio. Para enfatizar sobre esta clase de tragedia y poder apreciar su extraordinario contenido irónico me gustaría traer aquí una expresión del propio Aristófanes: «Para gobernar al pueblo no hacen falta hombres provistos de buena cultura y de buena educación. Se necesitan ignorantes que, además, sean unos granujas«

Sin embargo, en casi todos esos procesos en lo que la esperanza alucinante de los ciudadanos de este municipio se ha convertido en una gran desilusión, ha sido en cambio el espíritu de la diosa griega de la fatalidad Atea lo que ha aparecido personificada en el humano personaje de algún alcalde con apetencias insaciables, como aquel Tántalo mitológico que su tanta voracidad exhibida al ser invitado a la mesa de los dioses en el Olimpo, se robó el néctar y la ambrosía para repartirla entre sus amigos.

Podría decir, sin caer en una exageración ordinaria, que los munícipes de Santiago han visto sentarse en la gran mesa de la orgía y de la depredación de su alcaldía a muchos alcaldes que han actuado con la ambición de Tántalo, siendo capaces, como hizo Deméter, quien trastornada por la pérdida de su hija Perséfone, sin darse cuenta se comió el hombro izquierdo de la hija de Zeus. Sin embargo, estos alcaldes terrenales han devorado las finanzas de los municipios, como hizo Saturno, que devoró su propio hijo.

Estos alcaldes terrenales y execrables de la postmodernidad no creen que al saquear las finanzas de los ayuntamientos no van a ir a parar al infierno o al inframundo donde sus almas serán torturadas eternamente por sus latrocinios. Algunos entran a ese cargo municipal arrastrando su miseria humana y material y al cabo de unos cuantos días hacen como los miserables de la Biblia entre los que estaba Pedro, que  negó a Jesús; estos alcaldes seculares y sus cómplices fariseos niegan la moral y la ética convirtiéndose en poco tiempo en adoradores de tesoros denunciados en el discurso sobre la ostentación en el Sermón de la montaña.

¿Quién de mis asiduos lectores no estaría en capacidad de identificar siquiera uno de los alcaldes del municipio al borde de Groenlandia que siendo pobre y al robarle a su pueblo oprimiendo a los necesitados se hicieron ricos, como menciona la Biblia en Ezequiel 22:29? De seguro no quedará un solo dedo de las manos; casi todos han cometido robos a este pueblo menesteroso de la tierra.

La población de Santiago se nota sobresaturada hasta el cansancio por los problemas acumulados causado por la lentitud y la negligencia incuestionable en la recogida de basura. Léanse uno de mis cuentos recientes sobre la ciudad de «Ratilandia y la política». Se trata de unos ratones haciéndole campaña a favor de un alcalde que se distinguía por no recoger la basura y esa falta de responsabilidad tenia contento a los ratones.

Las autoridades municipales, casi en todas las épocas, han mostrado tardanza en darle repuesta a tiempo a una serie de demandas sociales relacionadas con el aseo público, cuya actitud ha permitido dolorosamente la expansión de la contaminación ambiental y la propagación de enfermedades infectocontagiosas en la población.

Lo mismo ha sucedido con la falta de organización del sistema de transporte urbano, descuido que ha hecho cada vez menos eficiente y más costoso el desplazamiento humano a los distintos destinos.

Ha sido un asunto altamente evidente la falta de decisiones y de medidas estratégicas y de carácter vital para el desarrollo socioeconómico que pueda generar una mayor atención a la promoción efectiva de empleos en la población económicamente activa. Los programas de incentivación de empleos a todos los niveles de la escala social y profesional han sido prácticamente nulos.

La ausencia y/o frenazos en la creación de incentivos que posibiliten un mayor dinamismo a la inversión extranjera y local en aquellas zonas socialmente comprimidas del municipio, un programa tan fundamental y tan necesario que fue iniciado con singular agresividad pero que al cabo de un corto tiempo fue interrumpido hasta que desapareció casi totalmente, saliendo de la esfera de interés de los alcaldes.

¿No sería que ese programa social y económico estaba llevando a los munícipes a vivir el «Espejismo del bárbaro» plasmado genialmente en aquella obra literaria escrita por los intelectuales y profesores españoles de la Universidad Complutense de Madrid, especializados en la antigüedad clásica, David Álvarez Jiménez, Rosa Sanz Serrano y David Hernández de la Fuente?

Aquí en este municipio terrenal y, por lo demás, pobre; pobre no por carencias materiales sino por carencias espirituales y de falta de honradez de sus autoridades, se abandonó aquel hermoso plan de construcciones de viviendas de bajos costos y también la desidia hizo que se abandonara la limpieza de cañadas en zonas económica y socialmente comprimidas del municipio. Y con olímpica dejadez volvieron a sentirse las enfermedades y se llenaron los hospitales de niños  sin el sonrojo de las autoridades edilicias.

Hubo una gran dejadez y desconocimiento del compromiso de aquellas deudas del municipio a ingenieros contratistas aduciéndose como comodín al corrupto principio que proclama que «deudas viejas no se pagan y cualquier deuda nueva había que dejarla envejecer para que se volviera impagable» atribuido a la época de Balaguer, pero en realidad este concepto aparece por primera vez en el epistolario de la colección de cartas españolas de Antonio Pérez, secretario de Felipe II de España.

Siempre los alcaldes le han dado poco o escasa atención a la solución de las diferentes crisis o conflictos administrativos que aparecieron en distintas épocas en la sindicatura de Santiago. ¿Por qué esa actitud se convirtió en un ejercicio negativo y rutinario en la cual se ampararon casi todos los alcaldes? Era más fácil comprar voluntades a precios de colmados de barrios, quienes por su ignorancia vendían su dignidad y su conciencia para fines mal intencionados en detrimento del bienestar de la ciudadanía santiaguesa. En la vida cotidiana de los esclavos en la antigua Roma eran esas mismas costumbres lo que se consideraba ante aquellos ojos algo perfectamente normal.

Ha habido penosamente en el municipio un abandono casi absoluto de una visión cultural que pudiera impactar positivamente en la población joven. Ningún alcalde de la contemporaneidad se ha preocupado por poner en ejecución un programa indicativo financiado por la sindicatura, dirigido por verdaderos gestores culturales y artísticos con objetivos claramente definidos hacia nuestros jóvenes que los pudieran sacar de las drogas narcóticas y otros vicios que corrompen la sociedad.

La lista de planteamientos que podrían formularse desde una alcaldía del municipio de Santiago y que harían de esta comunidad una población digna de admiración sería larga y el espacio en este medio escrito no nos permite extendernos con sugerencias provechosas hechas sin aquella adulonería de Juan en tiempo en que Pedro fue senador.

Soy de opinión, finalmente, que frente al estado físico tan deprimente, a la visible inoperancia de la institución edilicia y al caos administrativo y organizacional en que ha caído lamentablemente Santiago de los Caballeros como municipio, esta otrora hidalga, pulcra y ejemplar ciudad merece ser intervenida de emergencia por la presidencia de la República para que junto con el nuevo alcalde se pueda realizar una labor conjunta de adecentamiento y para que sean corregidos los absurdos que se han estado observando en este territorio generador de grandes riquezas para la nación y el cual cuenta con una hermosa cantera de hombres y mujeres dispuestos y preparados para llevar a cabo una revolución regeneradora y moralizadora de esta prócera sociedad.

jpm

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