EL avestruz del desempleo

El desempleo no proviene de la orfandad del oficio, sino del pobre espíritu del holgazán y de la pésima administración de los recursos del estado. La venta de plátanos no denigra, nos ennoblece. Sin plátano, parte de la humanidad se hubiera extinguido, sin mangú, la vida no sería tan vigorosa. Si un ventorrillo y una paletera no es la solución, tampoco sería la queja que medra al espíritu. Si usted confisca un artefacto público de vender frutas, ha quebrado el sello de la nacionalidad pueblerina, píntelo de colores si le parece, pero no se lo expropie al héroe callejero. Cada pueblo es un planeta en cuanto a lo folclórico, idiosincrasia, relevancia de estilo. Los turistas no viajan para repetir o encontrar lo que le sobra a sus pueblos. ¿Acaso no somos los reyes de la irregularidad ciudadana? Si nuestras ciudades son bazares al aire libre donde reina la compra-venta, debía admirársele. No debemos clausurar las avenidas de la iniciativa popular, crear falsos atajos. No podemos modernizarnos antes de modernizar el bolsillo de los pobres. El desempleo es un mal de la mente de los que dirigen en cuanto a la retribución de lo económico y la administración del presupuesto y los recursos naturales. La creatividad del que imagina un medio de subsistencia no se puede reprimir. Si disminuimos la fábrica de los desocupados que otorgan los privilegios, obtendremos a un pueblo sin desempleo. Los pueblos son como los niños, no olvidan el castigo innecesario, la falsa reprimenda. Las hormigas nos ofrecen insuperables ejemplos de la sociedad ideal en cuanto al acarreo de hojas, comida, defensa del territorio, distribución de la basura. Con sus cuerpecillos diminutos son capaces de burlar la masa de su cuerpo. En el hormiguero no existe el desempleo, ni el abuso de la retribución de los bienes, no existe hormiga que no trabaje ni que viva del esfuerzo ajeno, ni que se vanaglorie de su rango o parentesco que le asocie al poder del hormiguero. La colonia es la reina de la distribución del empleo. El desempleo humano no es más que el producto convertido en injusticia de la distribución de los bienes del estad la enfermedad invisible de la fatuidad y de la indecorosa manera de aplastar a los pobres. El avestruz no mete la cabeza debajo de la tierra, la esconde debajo del ala.

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