El acuerdo de paz en Colombia

 

El acuerdo de paz firmado el pasado jueves en la ciudad de La Habana por el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC-, representa una de los acontecimientos de mayor significación histórica en América Latina. Las FARC eran el movimiento guerrillero más grande y de mayor tiempo en las armas, pero fruto de los cambios experimentados en todo el continente americano y tras la caída del muro de Berlín, su accionar militar se veía desfasado y fuera de época.

Las FARC surgieron en el año de 1964 y durante más de 50 años se convirtieron en un frente permanente de combate a los gobiernos colombianos, llegaron a estar presentes en 28 de los 32 departamentos o provincias colombianas, llegaron a tener más de 20 mil personas en armas y controlaron un parte importante del territorio colombiano. Los gobiernos de colombia no pudieron derrotar a las FARC, pero tampoco ese movimiento guerrillero podía derrotar a los gobiernos colombianos. Entre ambos había una guerra inútil, dolorosa, llena de víctimas que muchas veces no eran actores directos de ninguno de los bandos, por lo que la lógica militar y política llevaba a que ambos fueran capaces de ceder y buscar una negociación que llevara a feliz término esta guerra innecesaria y absurda en los tiempos actuales.

La negociación se inició en la ciudad de La Habana en el año 2012, con la orientación del gobierno cubano. El presidente Raúl Castro fue pieza clave en ese acuerdo, pues Cuba siempre fue un brazo de apoyo para las FARC, pero su gobierno y sus líderes siempre estuvieron conscientes que ya las guerrillas habían jugado su papel en América Latina y que la vía de lucha política debía ser otra. El acuerdo se realizó en base a cinco puntos esenciales: Desarrollo integral agrícola, participación política, erradicación de cultivos ilegales, resarcimiento de las víctimas y cese definitivo al fuego, entrega de armas e incorporación a la vida civil. Este último punto, que fue el más complejo, es el que fue anunciado el pasado jueves, coronando de esta manera el primer tramo del acuerdo definitivo de paz.

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos alcanza un logro histórico con este acuerdo y su gobierno encuentra un respiro para Colombia. En cuanto a las FARC, empieza a caminar por un nuevo sendero político que si lo sabe aprovechar con visión e inteligencia, podría llevar a uno de sus líderes a alcanzar la presidencia de Colombia en un tiempo no muy lejano. Hay que recordar que existen tres casos significativos en América Latina donde tres ex-guerrilleros después de deponer las armas, alcanzaron la presidencia de esos países.

El primero de esos casos es el de Pepe Mujica en Uruguay. El fue miembro de los Tupamaros, fue apresado mucho tiempo y luego de incorporarse a la vida civil, alcanzó la presidencia de esa nación. Salvador Sánchez Cerén,  actual presidente de El Salvador, fue uno de los principales comandantes guerrilleros del FMLN. Y la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue una destacada activista guerrillera en los años 60 en esa nación.

Esos hecho muestran que si los líderes de la FARC sabe manejar una estrategia política correcta, se ligan a la vida política de Colombia y mantienen su accionar a favor de Colombia y los colombianos en la vía correcta, podrían convertirse en una opción política importante de esa nación y en un próximo torneo electoral no muy lejano, uno de los líderes principales de ese ex-movimiento guerrillero podría ser elegido Presidente Constitucional de Colombia. Y ojalá que así sea, para bien de la paz en Colombia y en América Latina.

jpm

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