EE.UU y China: El desencuentro comercial de los imperios

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El autor es médico. Reside en Santiago.

 
«El antiguo imperialismo – la explotación para obtener ganancias del extranjero- no tiene cabida en nuestros planes».  Harry S. Truman, Presidente de EE.UU
Los imperios modernos difieren radicalmente de las fuerzas imperiales del pasado. Por ejemplo, Estados Unidos, que emerge en el siglo XX como superpotencia mundial,  ha fundamentado su hegemonía en base a ser un eje fundamental para el equilibrio mundial, tras la Segunda Guerra Mundial su política de cooperación con los países en vía de desarrollo y su diplomacia del dólar «business».
Los imperios antiguos desde tres milenios a.c. como el Chino hasta los de Eurasia, (Persa y Romano),  fundamentaban su fortaleza en base a la conquista de nuevos territorios y pueblos enteros, que pasaban a su  dominio como conquistadores, el ejemplo más elocuente fue el macedonio Alejandro Magno, que construyó los Reinos Helenísticos.
Mientras que los  autores inspiradores de la “The Federalist”, Thomas Jefferson, Madison, entre otros ideólogos de pensamientos luminosos, concedieron la fundación de EEUU, bajo la premisa de libertad y el desarrollo material y espiritual de la sociedad norteamericana. Thomas Jefferson, expresó: “Estoy persuadido de que nunca antes hubo ninguna Constitución tan bien calculada como la nuestra para la expansión imperial y el autogobierno”.
Estados Unidos, primero se convierte en un punto de encuentro de emigrantes de todas las latitudes, y en ese arcoíris étnico multirracial, construye la sociedad del siglo XX, fundamentada en el bienestar colectivo, respeto a los derechos inherentes a los seres humanos, investigación científica  y desarrollo tecnológico.  La aplicación  de la ley como norma obligatoria para todos los ciudadanos, estos fueron dogmas de vida, sobre los cuales giraron con la manecilla del reloj, el avance y fortalecimiento de la sociedad norteamericana, ese es el rostro de la política interna norteamericana.
Ahora, estamos en la era post moderna, la sociedad del siglo XXI, la era  de la sociedad global, donde lo que prima es el mercado como factor fundamental de equilibrio, progreso y estabilidad de las economías mundiales. La autopista de la comunicación es el conducto incesante del tránsito virtual de los capitales, que inciden en la estabilidad de los mercados globales.
República Popular China, conocida como China desde siempre grande, emerge a final del siglo pasado como una superpotencia mundial, siendo la única en la historia que después de haber sido un imperio milenario, que dejó de ser uno de los ejes de poder mundial, ha vuelto con bríos renovados a ocupar un lugar prominente en el ajedrez de poder a nivel mundial.
La China de hoy, tecnológicamente vanguardista y de economía floreciente, convertida en una sociedad capitalista e insertada en el mercado global, rompiendo con el viejo modelo económico surgido de la conjugación del materialismo histórico y el marxismo, el modelo socialista «comunismo», que es fue la resultante del triunfo de la revolución liderada al líder universal más extraordinario del siglo pasado, Mao Tse Tung, es indiscutible el giro de la economía de China aunque le siguen denominado «economía de mercado socialista».
Hoy día este gigante asiático posee la segunda economía más grande del mundo en términos de producto interior bruto nominal y la mayor economía del mundo en paridad de poder adquisitivo, según varias fuentes de información. Se le tipifica como el país de mayor crecimiento económico global desde la década de 1980, con un promedio de crecimiento anual oscilante entre 8% y 10 % hasta la presente década, ocupa el puesto 82º en ingreso per cápita nominal y con un PIB de US$ 9,4 billones, es la segunda economía del mundo y se espera que destrone a la Unión Europea como el segundo socio comercial de Latinoamérica.
 El Presidente de China, Xi Jinping, habló de las aspiraciones  del Sueño Chino y estableció dos fechas emblemáticas para lograr metas dé bienestar el año 2021, para que el pueblo chino, alcance un nivel de comodidades a nivel general, (2021 será el 100º aniversario de la fundación del Partido Comunista de China). La otra meta es a largo plazo para el año 2049 el desarrollo integral y bienestar colectivo cómo sociedad del primer mundo, el 2049 el centenario de la fundación de la República Popular China.
El presidente Donald Trump, ha expresado de manera consistente que Estado Unidos debe revisar sus relaciones comerciales con China, alega un balance negativo en la balanza comercial y acusa al gigante asiático de manipular su moneda el Yuan, para competir con ventaja con respecto a sus socios comerciales. Estas afirmaciones han abierto un debate interesante, hay quienes han hablado de «Guerra Comercial entre EEUU y China».
No se vislumbra entre China y Estados Unidos una guerra comercial, porque más allá del tema de rentabilidad, hay muchas aristas en política exterior critica a tomarse en consideración. Estados Unidos necesita a China como socio o aliado estratégicos para desmontar las tensiones de un ataque nuclear por Corea de Norte. El límite de en una frontera imperial es otra fuerza imperial, el camino más cerca de la paz es el diálogo y la comprensión.
Como quedó evidenciado durante la primera visita a China del Secretario de Estado, Rex Tillerson a China hace una semana, quien reiteró el deseo de tener una relación comercial «justa» en materia comercial entre EE.UU y China. A la vez que coincidieron el i de marzo pasado de que la tensión en la península coreana ha alcanzado un nivel de alta peligrosidad y se comprometieron a hacer «todo lo posible» para evitar un conflicto, expresó el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, con lo cual coincide el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, la reunión se efectuó en Pekín donde celebraron una rueda de prensa, según la DW.
Es importante destacar que durante este viaje el secretario de Estado norteamericano que incluyó previamente a Japón y Corea del Sur, donde advirtió que la diplomacia paciente con el programa nuclear norcoreano de la era del ex presidente, Barack Obama, había terminado y que todas las «opciones» estaban disponibles, incluyendo la opción militar.
China había expresado la necesidad de hacer esfuerzos para evitar un conflicto con Corea del Norte y propone que el país comunista cese sus actividades nucleares. Como contrapartida, EE. UU. y Corea del Sur deberá suspender sus actuales ejercicios militares, que son considerados una provocación.
Hay que señalar que esta aseveración de , Rex Tillerson, es la primera reacción oficial de la administración Trump a los desafíos del líder norcoreano, por lo tanto en cualquier momento se producirá una escalada de tipo militar, lo que obligará a Rusia y China a definir su posición diplomática y militar con respecto a la agenda de occidente.
China, Rusia y Estados Unidos están obligados al consenso imperial para mantener la  paz  global, aunque los países eurasiáticos no están obligados a formar una «Alianza militar».
Ningún presidente norteamericano heredó un país con tantas guerras abiertas e inconclusas como la del presidente Trump, y por otra parte, ningún inquilino de la Casa Blanca había dejado una nación con tantas guerras inconclusas, estas razones son poderosas para que el actual presidente estadounidense tenga la necesidad de reencauzar su política exterior, y comprender la necesidad de contar con el gigante asiático, y evite una guerra comercial la cual crearía un desorden geofinanciero a nivel global, es mejor una laxitud regulatoria, no es buena la idea de poner impuestos aduanales a los productos de origen chino o mexicano que entren al mercado USA,
Permitidme terminar estas reflexiones sobre la necesidad de un consenso urgente sobre quehacer con los desafíos constantes de Corea del N, Tucídides, Tito Livio y Tácito, quienes según Maquiavelo cuando analiza las obras de estos: “establecían sobre el orden mundial, que los imperios tienen que poner sus fuerzas al servicio de la justicia y la paz mundial”.
Hoy día, nosotros establecemos que  las superpotencias tienen que abocarse al consenso para producir el equilibrio y la paz universal, como un acto supremo de sabiduría y responsabilidad del liderazgo mundial.
jpm
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