Educación vial y turismo
Para nadie es un secreto que nuestra economía es, básicamente, de servicios y abierta: turismo, zona franca, banca, libre mercado, transporte, telecomunicaciones y, en menor medida, exportación -importamos más- renglón que, dicho sea de paso, deberíamos planificarlo con más estudios, certeza y vincularlo aún más, como se ha venido haciendo, con nuestra política exterior para equilibrar e ir cerrando la brecha balance comercial-país.
¿Por qué asociamos educación vial con turismo? Sencillo: el turismo es la “espina dorsal” de nuestra economía -como lo fue, décadas atrás, la industria azucarera- junto a remesas, economía-informal, zona franca, agroindustria e inversión extranjera; sin embargo, resulta harto difícil la sostenibilidad del turismo sin calles, avenidas, puentes y carreteras en optimas condiciones y que proyecten un paisaje atractivo al visitante -aspecto en el que ayuda mucho nuestras bellas naturales y hospitalidad-.
No obstante, eso no basta para alcanzar sostenibilidad y proyección marca-país, sino invertimos y formamos ciudadanos en educación vial y bilingües. Y no hay que abundar mucho, al respecto, pues, las estadísticas están ahí.
El otro aspecto, es el de la seguridad ciudadana; pero ese flagelo implica un urgente esfuerzo decidido, pues también lesiona y daña nuestra economía y la imagen-país desde una perspectiva nacional e internacional. Ese fenómeno y sus ondas expansivas, hay que encararlo -¡ya!- sino queremos transitar la ruta del Triángulo Norte y México.
Urge pues, seguridad ciudadana y educación vial, pues no es posible que, por poner un ejemplo, un ciudadano, una familia o un turista, tengan que arriesgar sus vidas para cruzar una avenida comercial como la George Washington -específicamente, en los tramos de hoteles y restaurantes- por falta de elevado peatonal, semáforos, señal-pare o personal de tránsito que cuide y regule el acceso a esos lugares de interés histórico-cultural, diversión o esparcimiento.
Por supuesto, aquí la solución debe correr en el marco de una alianza público-privada -e intergubernamental- y, en paralelo, un programa educativo en materia de educación cívica-ciudadana y vial para todos los ciudadanos; pero, sobre todo, enfocado en servidores públicos, empresarios, operadores turísticos, camioneros y conductores de vehículos sin importar que trabaje o no en el área de transporte.
Finalmente, y volviendo al tema central sobre educación vial, quisiéramos hacer un reconocimiento, post mortem, a un oficial policial de tránsito -de origen español, no recuerdo su nombre- que, en la década de los setenta- realizó una labor ingente y temprana en materia de educación vial masiva -radio-tv-, tanto así que, si hubiésemos dado continuidad sistemática a ese programa, hoy, probablemente, fuéramos un modelo en la región en materia de educación vial.
NOTA DE EDITOR:
El oficial policial de tránsito de origen español al que alude el autor, se llamaba Juan Sánchez González. Se retiró de la PN hace buen tiempo, quizás 25 años, y falleció en SD hace diez años en su residencia del sector Honduras.
los banco, tiendas, hospitales, plazas, oficinas de acuerdo a sus servicios , escuelas etc. el caso de las farmacias y bancas de apuesta es diferente porque abarcan los diferentes horarios para captar el público de los tres tiempos del día. la salud del transcurrir vial diario debe ser estudiada para ser mejorada. por los ciudadanos, quienes velan por las personas y por todo el que convive y visita el país.
los en taponamiento son causa de muchas pérdidas. el cambio en horarios de trabajo por naturaleza de servicio pueden alivianar estos en taponamientos. esto causa gastos en la economía en combustibles. tension emocional y problemas de salud, y grandes pérdidas de tiempo y algo peor a largo plazo una contaminación ambiental muy grande y grave