Duarte y la soberanía mancillada

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EL AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

Las agresiones de que ha sido objeto la soberanía nacional dominicana  ameritan  de respuestas claras y contundentes. Los planes de fusión son reales. Las grandes  superpotencias Francia, Canadá, Inglaterra  y Estados Unidos,   quieren la unificación total de la isla.  Sobretodo después de la injusta condena  de la Corte Interamericana  de los Derechos  Humanos.  Y después que  el gobierno del  presidente Danilo Medina aprobó la justiciera  reforma  migratoria  para  garantizar el respeto a los  derechos  de  los descendientes  de haitianos  nacidos en  territorio dominicano desde 1929 hasta el 2010.

En el  mes de la Patria, en Febrero,  necesitamos  reafirmar la identidad nacional. Decirle al mundo que no es posible la fusión  entre la República Dominicana  y Haiti por razones históricas, linguísticas, culturales y de raza.  Que ningún  poder  sobre  la  tierra  será  capaz de destruir  la obra  del Patricio  Juan  Pablo Duarte y Diez.

Tanto las agresiones contra el consulado dominicano en Haití, como los esfuerzos denodados  por unificar la isla con una sola bandera, constituyen afrentas  intolerables.  Y  la República Dominicana necesita  ponerse de pie para decirle no a los países que quieren huir de su responsabilidad histórica con Haiti.

Los que no quieren ver la realidad de que somos  el burro  de carga de los haitianos es  porque están ciegos. Los que no quieren ver que somos el país que más pesado ha cargado con la problemática económica, política y social de Haití es porque están prejuiciados. Es hora de cuantificar los millones de dólares que el Estado Dominicano  invierte en educar a miles de haitianos. Es hora de cuantificar el dinero  que invertimos en las mujeres parturientas en nuestros hospitales.  Es hora de cuantificar el más mínimo centavo en la salud, la educación de una fuerza extranjera.  Es hora de recordarle al mundo que las palomas solo vuelan siempre  a donde hay pan.

La manera más digna y honorable de reafirmar nuestra nacionalidad  es  poniendo  en alto la bandera nacional frente a cada hogar dominicano  tanto en la República Dominicana como en Nueva York. Y declarar  una  jornada cívica de movilización nacional. Movilizaciones del pueblo con la guardia al frente para llevar un mensaje fuerte de defensa de la sobertanía nacional.

Que esta  jornada  cívico-militar y patriótica de reafirmación de la dominicanidad  comience en el Malecón de Santo Domingo, siga  pueblo  por  pueblo,  y culmine en el Altar de la Paria, el 27 de Febrero, cpn un discurso  del presidente  Danilo Medina  y rodeado  por  todas las fuerzas vivas de la Nación, por todos los lideres de los partidos políticos, las Iglesias católica y evangélica, las organizaciones cívicas, educativas y populares,  sin importar sus colores ni ideologías.

En Nueva York, con el Instituto Duartiano a la cabeza, que todos rindamos honor a la nacionalidad dominicana  marchando desde la estatua al Patricio  Duarte en la avenida las Américas hasta el edificio

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