Desarrollo  y meritocracia en Singapur

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EL AUTOR es ingeniero industrial y consultor empresarial. Reside en Santo Domingo.

En 1973 el mundo se resintió con el “shock”  que cuadruplicó el precio del petróleo pero se entusiasmó  con el impactante libro del alemán Schumacher “Small is beautiful”,“Lo pequeño es hermoso: Economía como si la gente importara”. En pocas páginas y con un relato seductor negó que las cosas grandes fuesen mejores y que además  debía promoverse la autosuficiencia económica estimulando métodos artesanales aldeanos. El texto sirvió de base para crear el movimiento de “Tecnología apropiada” y recibió prestigiosos premios. Con anticipación Gandhi, místico, predicó que no deseaba industrias, sino hombres industriosos y convirtió la rueca, sencilla rueda de hilar, operada manualmente, en uno de los símbolos de su lucha pacífica contra Inglaterra .La India se hizo independiente con 330 millones de habitantes asentados en un sub-continente de 3.3 millones de km². En esa sociedad, dividida por castas, el Primer Ministro Nehru promovió la ciencia y   hasta desarrolló su propia tecnología nuclear.

 

Contrastando con Gandhi, Lee Kuan Yew, pragmático, materializó el desarrollo hacia afuera con innovaciones tecnológicas  y vinculó con el mundo una   ínfima población asentada en 581.5 km²  convertidos en  720  ganando terreno al mar. Goh Chok Tong, que sucedió a Lee Kwan Yew como gobernante indicó que Singapur fue “bendecido” pues al no tener recursos naturales estuvo forzado a desarrollar su gente. Ratificó que la clave del éxito fue “la práctica de la meritocracia en el servicio civil, en la política, en los negocios y en las escuelas…” permitiendo a los singapurenses “alcanzar la excelencia y competir contra otros”. La excelencia y el mérito parten de 6 años de educación “primaria”, 4 de “secundaria” y 3 de “post-secundaria”. En la “universitaria” se logra la licenciatura en 3 o 4 años, la maestría en 1 o 2 años y el doctorado entre 2 y 5 años. En la “primaria” existe un “Programa para superdotados” que abarca el 1% de cada cohorte. Se impartía un examen al fin de la “primaria” que  definía si el alumno continuaría en escuelas politécnicas o si seguiría la ruta que pudiera conducirlo a estudios universitarios. A partir del 2021 se eliminará ese examen pues se identificó que generaba  en los niños excesivo estrés, auto-impuesto o inducido por los padres. Se adujo que el “kiasu”, o “estar temeroso de perder” se enraizaba como parte existencial de los singapurenses. Se ha ratificado la búsqueda de la excelencia con planes de estudio cada vez más exigentes y se mantienen todas las otras pruebas de más alto nivel.

 

Se enfatiza que el desarrollo se logró con las siglas MPH: Meritocracia, Pragmatismo y Honestidad, considerando que “la meritocracia es un sistema de valores por medio del cual el progreso en la sociedad se basa en la habilidad individual,   buen comportamiento y  evidentes  logros, y no en base a conexiones, rangos políticos o linaje familiar”. En otras palabras, “a cada quien se le da igual oportunidad de ser exitoso, siendo evaluado por el mérito, al margen de raza, religión o clase social”. Singapur sirve de fundamento a quienes argumentan que “aquellas sociedades que recompensan a los seres que hacen el bien y castigan a quienes  hacen el mal, son sociedades que sobreviven y prosperan mucho más que una sociedad que no tiene esas prácticas”. Lee Kuan Yew lo dijo: “Para Singapur prosperar… usted debe tener un sistema que permita que el mejor hombre y el más capaz asuma la tarea que lo necesita”. “El arte de gobernar consiste en utilizar al máximo los recursos limitados que el país tiene a su disposición”. “El talento humano es en la actualidad el recurso más valioso y escaso para crear riqueza en la economía del conocimiento”.

 

La  competitividad que permite triunfar en los mercados globales está basada en el principio de la meritocracia en los sectores público y privado. En Singapur el gobierno recluta y nombra como funcionarios públicos a ciudadanos sobresalientes por su  formación académica, experiencia, probidad y su potencial para desempeñar las funciones a su cargo, no por padrinazgo político. Remuneraciones y ascensos son consistentes con el desempeño y  los eficientes y honestos son mejor recompensados. Para descartar el favoritismo al evaluar  la burocracia, Lee Kuan Yew ponderó los sistemas que regían el servicio civil de Japón y Francia y los métodos de varias multinacionales .Concluyó implantando el sistema de evaluación del rendimiento y resultados utilizado por el departamento de recursos humanos de la Shell, que le ha sido históricamente provechoso.

 

En Singapur hay sectores que cuestionan la meritocracia, acusándola de crear una sociedad elitista con una aristocracia técnico-económica a la cual no pueden acceder los  menos favorecidos, pues no estudian en las mejores escuelas y universidades mundiales. Siendo la meritocracia incompatible con el populismo, el paternalismo y la corrupción,  podría perfeccionarse para no solo ser competitiva sino, además, inclusiva y solidaria. Debe resaltarse que la meritocracia es un  antídoto  ante la mediocracia, gobierno de mediocres, y ante la kakistocracia, gobierno de los peores, no solo ineficientes sino que además a muchos los guía  la pleonexia bíblica, ambición desmedida por poseer  bienes materiales.

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