Del río Sena al Ozama: la cultura versus la barbarie
Entre los seres humanos es obvio que existen claras diferencias sociales y culturales a simple vista y otras que requieren de ciertas observaciones. De la misma manera podemos decir, que al igual que las personas, también existen profundas diferencias entre las distintas naciones que conforman el mundo actual.
Como es de conocimiento, los seres humanos forman la familia y esta a su vez se convierte en el núcleo central de toda sociedad, formando en consecuencia lo que se conoce como pueblo, término proveniente del latín «populus» que no es más que el conjunto de personas que forman una nación.
Yo pienso modestamente, que la gran diferencia entre unas y otras naciones, no solo estriba en el asunto de las diferencias económicas o extensiones territoriales, sino más bien, en su acervo cultural y en la genuina educación integral de sus ciudadanos. Ese es el gran distintivo que les da un toque de distinción a una nación desarrollada culturalmente y a otra con una pobre deficiencia en la educación de sus habitantes.
Basado en lo anterior, pongo como ejemplo a la ciudad de París, merecidamente conocida como «La Ciudad de la Luz». Es considerada la capital de las artes, lo que la convierte en una de las metrópolis más bella del mundo y todo ello basado en su gran patrimonio cultural.
Algo que hay que destacar y valorizar, es que ese patrimonio de cultura está al alcance de todos sus ciudadanos y es obvio que eso genera en ese tenor una conducta y un comportamiento civilizado de sus habitantes.
NAVEGANDO POR EL SENA DE PARIS
Como había escrito en mi artículo anterior, partí a Europa en viaje de placer y mi primera parada fue en París, capital de Francia. No cabe duda que París tiene unos encantos y una belleza singular y que embriaga de emoción a todo el que la visita. Pero más aún, es más famosa por ser el centro cultural más importante en el mundo occidental.
Es dable recordar, que en esta deslumbrante ciudad nacieron allí o les dieron forma a sus carreras, figuras como Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como»Moliere», Víctor Marie Hugo, René Descartes, Francois-Marie Arouet «Voltaire», Alexandre Dumas hijo, Hilaire-Germain-Edgarde Gas, Oscar Claude Monet, etc. La lista es larga de estos genios que se cobijaron bajo el faro cultural de París.
El que visita a París, necesariamente tiene que conocer cinco lugares que son la imágen viva de esta paradisíaca ciudad. Ellos son: 1) la Torre Eiffel, 2) el Arco del Triunfo, 3) el Museo de Louvre, 4) el Palacio de Versalles (y sus famosos jardines) y 5) navegar por el río Sena. La travesía que hice en este último, fue la motivación que me inspiró escribir esta modesta opinión.
Abordé uno de los famosos «Bateaux Mouches» o «barcos mosca», cuyo recorrido por todo el río Sena dura aproximadamente una hora y desde ese barco, pudimos contemplar la majestuosidad de una ciudad hermosa, limpia, apacible y uniforme. El río Sena hace gala de sus aguas limpia y tranquila. No hay latas, ni colillas de cigarrillos, ni llantas de vehículo flotando. Tampoco basura, ni algas ni lilas y brilla una organización perfecta, detallista y todo acorde al entorno.
Por toda la riviera del Sena, se contempla a bellas francesas tomando el sol, otros leyendo un libro o un periódico, turistas caminando y admirando el paisaje. La limpieza y la perfecta ambientación del entorno, lo hace un recorrido inolvidable para todo el que la visita.
Nuestra vista se extasió cuando en el recorrido tuvimos el placer de contemplar monumentos y edificios como la Catedral de Notre Dame, la Biblioteca Francois Miterrand, el Peti Palais, la Plaza de la Concordia, el Museo del Louvre y la Torre Eiffell. Mientras deleitaba a mis ojos con singular espectáculo cultural e histórico de París, me vino a la memoria la riviera de nuestro río Ozama en la ciudad capital de Santo Domingo. No cabe duda que la decepción se apoderó de mí y fue la chispa que me inspiró a escribir este humilde artículo de opinión.
«NAVEGANDO» POR EL OZAMA
Haciendo esto de manera imaginaria, pero con el conocimiento que tengo por ser hijo de la ciudad capital de Santo Domingo, narro lo que sería un «recorrido turístico» por nuestro río Ozama. No sería en un «Bateaux Mouches» sino en una yola rústica y estrecha. Navegaríamos en unas aguas pestilentes, altamente contaminadas, llena de algas y lilas por doquier que impide casi el tránsito de cualquier embarcación.
Los monumentos que veríamos serían las casuchas de los llamados «padres de familia», los cuales en su mayoría provienen del interior del país y se han asentado allí apoderándose de esos terrenos sin título alguno de propiedad, dando paso a los llamados «cinturones de miserias. Han fomentado la crianza de animales a orilla de río, han construído sus «letrinas» cuyas heces van a caer directamente al río y, como si fuera poco, vierten todos los desperdicios sólidos (basura, gomas de autos, latas, escombros,etc) al río, haciéndolo su vertedero particular.
A este irrespeto al ecosistema , le tenemos que añadir la contaminación de las fábricas que están a lo largo de su litoral, las industrias y las plantas de energía eléctricas y la descarga al río del sistema del alcantarillado pluvial y sanitario de la ciudad de Santo Domingo. Como podemos ver, existe una cultura de irrespeto total y de falta de sensibilidad social en torno al río Ozama que pudiera ser una fuente turística.
La culpabilidad de este desastre ecológico y esta barbarie social a mi entender, recae primeramente en la irresponsabilidad de casi todos los gobiernos que han pasado y que han permitido que esta aberración ambiental llegue a esos extremos. Solo dos gobiernos se han preocupado un poco para hacerle frente al grave problema, pero no ha sido fructífero lo realizado: elgobierno del Dr. Joaquín Antonio Balaguer y Ricardo y el actual incumbente, el Lic. Danilo Medina Sánchez. Ni que decir de las distintas autoridades edilicias , que como dice el dicho popular han asumido una actitud de «Ni pa’ alla voy a mirar».
Muchos dirán que yo no puedo comparar la economía de París con la de una ciudad como la de Santo Domingo, para hacerle frente a un problema social de tal magnitud. Pensar así, sería ver las cosas muy a la ligera. Aquí lo que ha existido siempre es falta de voluntad política, desidia estatal, una galopante incultura ciudadana y un total irrespeto a las leyes vigentes sobre la materia.
La sociedad dominicana está acostumbrada a hacer lo que le da la gana y los funcionarios gubernamentales solo piensan en enriquecerse y no estar pendiente de sus responsabilidades ni asumir ningún papel protagónico.
Hay un dispendio de recursos estatales, que muy bien el gobierno pudiera utilizar para revitalizar y hacer del río Ozama una atracción turística y un patrimonio de la capital de Santo Domingo.
Por ejemplo, bastaría con utilizar los siguientes fondos estatales que se gastan sin generar riquezas y sin solucionar aboslutamente nada: a) Lo rercursos de fondos al llamado «Barrilito» de los miembros del Congreso; b) Los fondos destinados para el financimiento de campaña electoral de los partidos tradiciones, entelequias y ventorrilos políticos y, c) Rebajar los altos sueldos y gastos de representación social de muchos funcionarios estales. Ni que decir de los recursos destinados a este disparate político llamado «Diputados de Ultramar».
Todos estos recursos que suman millones al mes, más los aportes que pudiera hacer el Estado Dominicano, pudieran rescatar al río Ozama del desastre en que lo han llevado y convertirlo en una atracción turística, tal y como lo pude apreciar en el río Sena de París y en el río Támesis en la ciudad de Londres, Inglaterra.
La hermosas imágenes que pude apreciar en ambos lugares, no es algo al azar ni fortuito, ni fruto de una improvisación como a las que nos tienen acostumbrados casi todos los gobiernos que han pasado en la República Dominicana. Ha sido fruto de un trabajo de equipo, de un respeto a las leyes ambientales, de una dedicación gubernamental y por supuesto, de una conducta y un comportamiento culto y educado de los ciudadanos de ambas naciones, los cuales valoran y preservan lo que Dios y la naturaleza le han regalado.
Podremos los dominicanos algún día, valorar, respetar, trabajar y defender nuestro patrimonio, actuando con sensatez, cultura y un adecuado comportamiento, tal y como lo hacen los europeos con los suyos?
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