Dejemos esa lloradera: con Haití, mayor dignidad
Por enésima vez, ahora el pasado 19 mayo de 2017, los haitianos y sus autoridades nos hacen el grosero desplante de no querer permitir la entrada de nuestros productos y mercaderías, adquiridos por los propios haitianos para sobrevivir y/o hacer negocios, tales como pollos, huevos, papas, zanahorias, cebollas, cítricos, vegetales, frutas tropicales, bananos, embutidos, carnes rojas, harina, pastas, panes y otros productos alimentarios, significándose que las autoridades haitianas impidieron que ciudadanos de su país cruzaran la frontera con los productos que adquirieron en el mercado binacional que se celebra los lunes y viernes en la Provincia dominicana de Dajabón.
Lo grave de esta anómala situación de los haitianos contra su propia gente, radica en que las autoridades de Haití en Ouanaminthe (en español Juana Mendez), auxiliadas por miembros de la Policía Nacional de Haití, portaban armas de todo tipo de calibres y gases lacrimógenos, y bloquearon el paso fronterizo con República Dominicana, lo cual provocó protestas de los haitianos y de algunos comerciantes dominicanos.
La Asociación de Comerciantes de Ouanaminthe y el Noreste de Haití, emitió un comunicado en el que rechazó la medida y dijo que los más perjudicados son los pobres.
El Señor René Fonsí Montolío, uno de los portavoces de los comerciantes haitianos que participan en el mercado bilateral, declaró a EFE que las autoridades haitianas no informaron con anterioridad de la decisión y que muchos invirtieron importantes sumas de dinero para adquirir productos en el mercado, aunque posteriormente ante fuertes reclamos autorizaron a que los artículos de origen dominicano comprados en la feria común entraran a Haití.
¿Qué motiva o quién presiona y empuja a las autoridades haitianas a actuar armados, contra su propio pueblo que necesita comprar comida para subsistir?
Que nadie se sorprenda, estas autoridades haitianas en la Frontera en Dajabón, no actúan por si solas; un poderoso haitiano o foráneo, tiene que instruirles a hacer o no hacer, tal o cual cosa.
SUMISION Y LLORADERA
Por otro lado la Asociación Dominicana de Exportadores en un acto de típica sumisión y lloradera, solo por vender y no tener dignidad y patriotismo, se arrodilla ante los haitianos y les ruega que por favor cambien de parecer y permita la venta de los productos, cuando ante las numerosas veces que esta situación se ha repetido, debieron ya, haciendo honor a su carácter de exportadores a tratar de vender en otro país que nos quiera, nuestros productos y no lanzarse por la vía fácil del ruego y el sometimiento a los designios de estas inhumanas autoridades haitianas, pues si a las autoridades haitianas les importa un comino que su pueblo pobre, los pequeños y medianos importadores de su país no puedan adquirir los productos de RD, que ellos en su territorio no producen, los dominicanos no podemos ser tan súcubos y ridículos de mendigar tener esos ingresos.
Tenemos que tener dignidad y ejercer mejor nuestras facultades de soberanía, pues bastante tenemos con la tímida y antipatriótica actuación de las propias autoridades dominicanas, quienes también por órdenes superiores y foráneas han decidido dejar abierta la frontera para que estos Señores entren y salgan a su antojo y quiten los empleos que aparecen, a la enorme fuerza laboral dominicana.
El pasado viernes 19 de mayo, los haitianos se aglomeraron en el portón fronterizo que separa a los dos países por el norte dominicano y estacionaron vehículos, carretas, motocicletas y colocaron escombros para impedir el tránsito de vehículos entre los dos países caribeños, prácticamente solo falto un disparo, para que se armara una guerra entre ambos países, o ¿será eso lo que desean los poderosos?, pues el área fue acordonada por efectivos del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (CESFRONT) de República Dominicana y en el otro lado por la Policía haitiana también armada.
Con Haití y sus autoridades, la RD no puede definir una política integral que contribuya a resolver problemas como este que nos ocupa, pues aunque tengamos la norma, ellos no la cumplen y tenemos numerosos ejemplos de esto.
Si las autoridades haitianas no desean que su pueblo compre nuestros productos, vendámoslos a otro país del área caribeña o de Latino América que nos quiera y que aprecie la calidad y precios de los mismos.
Dejemos esa lloradera, que el dinero no lo es todo y seamos patriotas.