Debilidades e irregularidades inaceptables en el hospital de Barahona

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

La muerte de siete infantes en menos de una semana en el hospital Jaime Mota, de Barahona, ha generado consternación indignación y pone en evidencia las debilidades que arrastra el sistema de atención a la salud en la República Dominicana, pese a los esfuerzos realizados por el gobierno.

Un estremecedor drama humano, desnuda el desinterés y el descuido en que desarrollan sus actividades algunos centros públicos de salud, en perjuicio de ese inmenso segmento de la población que no tiene acceso a los servicios de centros privados.

Resulta penoso y hasta inhumano esperar que sigan muriendo infantes para que las autoridades pongan sus ojos en las precariedades con que operan los servicios de atención a la salud de los más pobres.

Un informe elaborado por el Ministerio de Salud reveló debilidades e irregularidades inaceptables en el Jaime Mota que habrían contribuido a los decesos.

Según la investigación en ese hospital no era aplicado correctamente el protocolo establecido por ese Ministerio para el tratamiento de una mujer en labor de parto y a las criaturas, con mayor énfasis en aquellas nacidas prematuras, con bajo peso y otras complicaciones.

A las inobservancias de esas normas se agrega la deficiente operación del laboratorio clínico e imagenología, dos ejes medulares, determinantes al momento de decidir el tipo de tratamiento y medidas preventivas que debe tomar el equipo médico actuante tomando en consideración las condiciones del feto y la situación general de la madre.

Déficit de equipos y de profesionales especializados en distintas áreas de las ciencias médicas, requeridos para asegurar un eficiente cuidado a la salud, completan el tétrico panorama del hospital Jaime Mota, en su misión de salvar vidas, no ponerlas en riesgo, como aconteció con los siete neonatos fallecidos.

Lo más alarmante de todo este cuadro dantesco es que el equipo investigador designado por las autoridades sanitarias también determinó que el 88 por ciento de las muertes eran evitables, dicho de otra manera, hubo descuido, eso costó las vidas a siete niños.

Poco importan los nombres de ellos, lo realmente relevante es el drama desvelado por los fallecimientos. Esas almas inocentes tenían derecho a vivir. Sus padres tenían derecho a disfrutar de ellas, a cuidarlas, educarlas y verlas crecer, es el ideal y el sueño de todo padre.

Cuesta mantener la ecuanimidad ante un acontecimiento bochornoso y lacerante como  la pérdida de esos siete niños por negligencia, mientras el Estado invierte miles de millones en pago de sueldos al personal médico, equipamiento, remozamiento y construcción de nuevas infraestructuras hospitalarias.

Sepultadas las criaturas víctimas de la indiferencia, la irresponsabilidad y la actitud inhumana de quienes dirigen ese centro de salud, sigue latente el agónico grito de auxilio, de rebeldía y de reclamo de las vidas truncas, a un sistema de salud que no los pudo proteger.

Claro está, hubo negligencia, y mucha, el deterioro y múltiples carencias eran conocidas por quienes allí laboran. En lugar de procurar soluciones puntuales cerraron sus ojos, lo menos que han de esperar las familias afectadas por esas pérdidas irreparables es una sanción ejemplarizante, que salve de la muerte a otros niños.

La ministra de salud, Altagracia Guzmán y el director del  Servicio Nacional de Salud, Chanel Rosa Chupani, han dado garantías de que tomarán acciones contra quienes resulten responsables de las muertes.

Con la intervención del Jaime Mota por parte del SNS, ojalá y así sea, pues aunque nada devolverá las inocentes vidas, idas a destiempo, al menos quedará el consuelo y la certidumbre de que no mueran más niños víctimas de la irresponsabilidad   del personal médico pagado con los dineros públicos.

Es plausible la rápida actuación de las autoridades del Sistema de Salud Pública, insisten en su compromiso con revertir las crecientes cifras de decesos materno infantiles. A eso aspiramos todos. Cuidar y velar por la protección de salud de los ciudadanos debe ser una cruzada que involucre el esfuerzo de todos los eslabones de la cadena sanitaria.

La sociedad estará más tranquila cuando tenga la certidumbre de que nadie muera por falta de atención oportuna.

jtpaulino07@gmail.com

jpm
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