De Pericles a Danilo Medina

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EL AUTOR es abogado.

«No era ya el mismo hombre que era antes, ni tampoco sometido al pueblo ni dispuesto a dejarse llevar por los deseos de la multitud». Plutarco

Arquídamo, quien fuera  rey de Esparta (469-412 a. C.) le preguntó en una ocasión a Tucídides quién era mejor luchador, si lo era él o Pericles. El historiador militar ateniense alegó que Pericles, porque cuando estaba derrotado era capaz de convencer a la audiencia de que había ganado. A los ojos de los cronistas antediluvianos, Pericles «estaba por encima de cualquier reproche, en razón que se mantuvo incorruptible aunque no era indiferente a la idea de ganar dinero».

El autor de Historia de la guerra del Peloponeso mantuvo que Atenas era «una democracia de nombre, pero, de hecho, estaba gobernada por su primer ciudadano». Algunos amigos intelectuales con quienes me he reunido a discutir sobre una posible reelección del presidente Danilo Medina Sánchez han considerado que el gobernante dominicano, al igual que Pericles, pero sin el carisma ni el talento de éste, es un populista.

Por otro lado, Plutarco, biógrafo y ensayista griego, autor de Los Moralia, dijo que Pericles, después de aceptar el liderato de Atenas, «no era ya el mismo hombre que era antes, ni tampoco sometido al pueblo ni dispuesto a dejarse llevar por los deseos de la multitud».

En el caso del presidente Medina, en ausencia de un liderato de oposición fuerte ni en el propio partido de gobierno, que sea moralmente aceptable, éste tendría que someterse al «deseo de la multitud», a sabiendas que el electorado está en presencia de un gobierno populista, no ajeno a la demagogia de Hipólito Mejia y Leonel Fernández.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y con éste el expresidente Leonel Fernández, convirtió a muchos dominicanos, como expresara Sócrates de Pericles, en «gente perezosa, avariciosa…», teniendo a más de dos millones de personas como si realmente fueran empleados públicos sin serlos en la realidad», convirtiéndolo en asalariados o proletarios del Estado sin necesidad de rendir una labor por lo que recibe o  se le paga; por este mismo hecho fue que Platón, en sus diálogos, rechazó la glorificación de Pericles.

Uno se preguntaría si el liderazgo de Danilo es tan verdadero y fuerte que debe ser glorificado frente al Ordo Senatorium, cayendo el pueblo en una sin igual demostración de malos hábitos de mitificación como si el país estuviera repitiendo viejos endiosamientos. Algunos responderían a esta pregunta como expresara Plutarco del liderato de Pericles: «Muchos otros dicen que la gente primero le siguió por las colocaciones de tierras públicas, los festivales y los pagos por servicios públicos y por ello cayendo en malos hábitos, convirtiéndose en amantes del lujo por la influencia de sus medidas, en lugar de frugales y autosuficientes».

Cabe preguntarnos si el gobierno del presidente Medina podría ser catalogado de comedido, como aquel placer simple vivido por los griegos. Es que los peledeistas, perredeistas y reformistas suelen decir igual a Crisipo, filósofo griego y figura máxima de la escuela estoica, que «juerga sin coste no hay que dejarla perder».

Personalmente considero que la política de Danilo es una estrategia para ganar apoyo popular y la frugalidad en el manejo del presupuesto del Estado no es tan prudente como aparenta a simple vista. El Presidente se maneja frente a sus gobernados con una pose gestual más que con una actitud sensata frente a la situación social y económica real que vive el país.

Valdría la pena traer aquí una frase de Tucídides, el autor de Diálogos de los melios, analizando a Pericles, éste dijo: «Pericles no era arrastrado por el pueblo, sino que era él quien los guiaba». En el caso del presidente Medina habría quienes opinen que el jefe del Estado, con aparente rostro carismático, actúa como «abogado de las propuestas de sus consejeros».

Un asunto podría ser cierto en la personalidad del presidente Medina Sánchez: es que recurre a dos discursos, similar a Pericles, uno para cada plan político. Hay momentos que el jefe del Estado dominicano no invoca la mímica utilizada para arengar multitudes sino que siempre habla con calma y de forma tranquila, diferente a como manifestara Plutarco de Demóstenes.

Había otros, como Ion de Quios, que decían que las alocuciones de Pericles eran una forma presuntuosa y algo arrogante de dirigirse y que en su arrogancia había una gran cantidad de desdén y falta de respeto por los demás. No podemos decir lo mismo del estilo de discurso de Danilo Medina, pero sí fue ésta la forma de Leonel Fernández. Algunos son más tremendistas que han llegado a catalogar al expresidente Fernández de orador.

En cuanto a la oratoria de Fernández me sumo al criterio de Sócrates sobre la presunta fecundidad discursiva de Pericles en el Diálogo socrático de Platón, llamado Menéxeno. Sócrates satiriza el famoso discurso de Pericles, diciendo con mordacidad que «puesto que el político fue educado por Aspasia de Mileto, profesora de muchos oradores, debería ser superior en retórica que alguien educado por Antífona», «reina de los besos, flor de la orgía/amante sin amores, sonrisa loca/», como aquel verso escrito por Manuel Machado.

El expresidente Fernández fue por leguas menos orador que Joaquín Balaguer y mucho menos aún que Eugenio Deschamp. Deschamp cautivaba la audiencia con «su voz de león». Para poder aquilatar la grandeza de Deschamp como orador sólo habría que oír la salutación a Máximo Gómez a su llegada a Santo Domingo, el 18 de abril de 1901.

Establezco estas comparaciones para decir que aún así Leonel Fernández es mejor orador que el presidente Danilo Medina Sánchez. Sin embargo, para jugar con la Constitución, modificarla en búsqueda de la reelección, no se necesita en el momento actual ser mejor o menor orador; el escenario electoral favorece a Danilo Medina sólo de manera circunstancial, ello así porque Leonel Fernández e Hipólito Mejia no son opciones electorales para el país, toda vez a que el dúo representa atrasos y recuerdos que nadie en sano juicio quisiera reeditar.

¡Que Dios reparta suerte!

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