De convergencias y comunismo
1 de 2 “Sólo cuando el pueblo sea liberado de la responsabilidad y el sentimiento de culpabilidad creado por su mísera situación social y económica, podrá, por sí solo, identificar las causas y los opresores responsables de sus sufrimientos y dará los pasos necesarios para liberarse, de una vez y por toda, de las cadenas que lo atan a la miseria y esclavitud eterna”. En el prólogo a la edición alemana (1890) del Manifiesto Comunista, Frederico Engels, tratando de explicar las razones por las cuales no pudieron –Engels y Marx- titular el manifiesto como “Manifiesto Socialista”, explica que para el 1847, el concepto “socialista” había dividido el movimiento internacional en dos grupos. Los que “que abrazaban diversos sistemas utópicos” y “los charlatanes sociales de toda laya, los que aspiraban a remediar las injusticias de la sociedad con sus potingues mágicos y con toda serie de remiendos, sin tocar en lo más mínimo, claro está, al capital ni a la ganancia”. Hoy, en los inicios del siglo 21, vemos como, en República Dominicana, esas mismas corrientes, una auto-aislada y la otra aburguesadas, confunden la ciudadanía con sus arengas desinformadoras y cargadas de promesas utópicas o falsas. Los primeros, los que proponen llegar al poder a través de una colisión puramente clasista desde donde, el proletariado airoso, implementando su Constituyente Popular, pueda implementar un gobierno sin clase, son los primeros en catalogar de “contrarrevolucionarios” todos los intentos marxistas de adaptarse al momento histórico por considerarlos “una negación total de los ejes programáticos de su partido histórico.” Esta reducida minoría, debido a su limitada capacidad convocadora, limitan su área de acción a la Internet, participando anónimamente, en el mayor de los casos, en las redes sociales donde repetidamente se convierten en los principales “opositores” de las opiniones, acciones y propuestas de todo el que propugne por los mismos objetivos pero usando métodos diferentes. ¡Este grupo se opondría hasta Carlos Marx! Los segundos, y quizás los más dañinos para la salud económica, política y social del pueblo, evitan a toda costa el uso de los términos marxista o comunista con el propósito de lograr el apoyo electoral que los pueda colocar en un cargo electivo. Estos prefieren el término burgués “progresistas” o “liberales” tratando de confundirse con los ciudadanos que, por su educación moral, pueden identificar las injusticias aunque no su verdaderas raíces u orígenes. Estos personajes, los que Engels llamó “charlatanes sociales”, tan pronto comienzan a oler elecciones, como tiburones hambrientos, se disponen a “hacer lo que sea” para logra un pedacito del pastel estatal. Es así como estas personas, en su afán de producir el Senador o Diputado más joven, o el Regidor o Alcalde Pedáneo “más progresista “, contando con la limitada memoria del dominicano, ponen en juego el apoyo del pueblo y se lanzan, a través de precipitados comunicados públicos, a la arena proselitista agarrados de las manos del otrora archienemigo del pueblo, quienes por sus propias acciones y falsas promesas, hoy se encuentran en la oposición y divididos. Este grupo, vendiendo la idea “progresista” de que “aquí lo único que se necesita es un presidente serio y honesto”, hacen “llamados a la unidad”, alrededor de ellos, claro, prometiéndole al pueblo que el gobierno de la “Gente Seria” solucionará todos los males que afectan nuestra sociedad. Claro está, “sin tocar en lo más mínimo, al capital ni a la ganancia” como lo indica Engels en su prólogo. Este peligroso grupo ha contado, en el pasado, con agrupaciones como la del PRD y la del PLD que, con las mismas promesas, han destruido económica, social y moralmente al pueblo dominicano. Ambos pasaron de revolucionarios y liberadores, en la oposición, a contrarrevolucionarios y opresores desde el poder. Estos, en lugar de aliviar las penurias del pueblo, han perpetuado su sufrimiento y le han apagado la luz de la esperanza de un mejor porvenir. Por otro lado, existen los que entienden que los males que azotan nuestra sociedad son causadas por las desgarradoras medidas neoliberales del capitalismo esclavizador y por ende, el bienestar del pueblo, solo se logrará con la destrucción del sistema. Este grupo entiende claramente el papel protagónico de la clase trabajadora (y de los excluidos) en el desarrollo, expansión y globalización del sistema capitalista. Conocen además que los dueños –el proletario de Marx- de la fuerza laboral, como ente necesarios en el proceso de producción, son indispensables, además, para la emancipación de la clase trabajadora y para la destrucción del sistema capitalista como preámbulo al sistema comunal. Estos, al igual que Engels y Marx, tienen la convicción de que “la emancipación de los trabajadores sólo puede ser obra de la propia clase obrera” y como tal, tienen como prioridad la concientización de la clase trabajadora (obreros, campesinos, braceros, peones, chiriperos, etc.) y, en especial, la concientización de los excluidos, quienes, por ser un número considerable en nuestro país, están predestinados a jugar un papel protagónico en la etapa de protestas pacíficas, y de apoyo y presión en la etapa de transición. Entienden que, sólo cuando sean liberados de la responsabilidad y el sentimiento de culpabilidad que la sociedad actual les inculca a los que nacen y se desarrollan en un estado de marginación y miseria absoluta, el pueblo empoderado, podrá por sí solo, identificar las causas y los opresores responsables de sus sufrimientos y dará los pasos necesarios para liberarse, de una vez y por toda, de las cadenas que lo atan a la miseria y esclavitud eterna. Pero como expresó Engels en el apéndice a la edición norteamericana del 1886 de su obra La situación de la Clase Obrera en Inglaterra,…que las masas trabajadoras, creen conciencia de clase, “que sientan la causa común de sus miserias e intereses, su solidaridad como clase frente a todas las otras clases… esto es solo el primer paso. La pregunta es… ¿qué hacer para agilizar este proceso? felipe@lora.org