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De cajas a bonos navideños

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El autor es Lic. en administración de empresas hoteleras. Reside en Santo Domingo

Por MIGUEL FLORIAN
Hasta la navidad de 2019 se disponía por parte del gobierno el reparto de miles se cajas con alimentos, específicamente para la cena de noche buena de las familias más pobres del país.
Esta práctica era muy criticada porque se prestaba para sacar ventaja política, pues quien estuviera ejerciendo el poder se hacía ver como un protector de los más desposeídos.
Por otra parte, se podían ver espectáculos deprimentes en las zonas del reparto de esas raciones alimenticias, especialmente largas y prolongadas filas, maltrato a la gente por parte de militares y policías, pleitos entre la gente por no quedar fuera del reparto y otras no menos vergonzantes situaciones.
La crítica era generalizada por parte de periodistas, ciudadanos  y algunos actores políticos porque ciertamente esa práctica denigraba a las personas y desnudaba la miseria que mucha gente padecía.
Por mucho tiempo se reclamó el cambio de la forma en que se ofrecía esa asistencia social a la gente para evitar esas imágenes grotescas que se repetían año tras año, navidad tras navidad y por fin llegó el momento del «cambio» de esa humillación colectiva, la que no era bien vista por la mayoría de los dominicanos.
A partir de la navidad del 2020, el nuevo gobierno dispuso la eliminación del sistema de entrega de las cajas y estableció la entrega de «bonos navideños» para facilitar el reparto y evitar el bochornoso espectáculo.
Hasta ahí todo perfecto, ya el problema estaba resuelto, pero, ¿Qué ocurre ahora?
La gente que antes se quejaba de que los políticos se hacían dueños de una parte importante de las cajas y las entregaban a sus compañeros de partido, amigos y familiares, ahora se queja de que los políticos que gobiernan disponen una parte importante de los bonos para entregarlos a su gente.
Ahora se ha facilitado el desvío de la asistencia social navideña porque antes para alguien  quedarse con mil cajas, por ejemplo, tenía que resolver el transporte, disponer de un lugar para almacenar, movilizar la carga con discreción, etcétera.
En la actualidad es tan simple como echarlo en un bolsillo, pues algo tan pequeño y ligero como una tarjeta de crédito y con un valor de 1,500 pesos, se mueve de cualquier forma.
Antes la queja era, «no llegan las cajas», hoy es «no aparecen los bonos». Definitivamente, los pobres de este país siempre llevan las de perder, pues en el día a día, sufren las consecuencias de tener a su disposición servicios básicos deficientes, inseguridad, carencias económicas.
Para colmo se les arrebata la ilusión de celebrar la tradición de la noche buena con un poco de dignidad.
jpm-am
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