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Dar para promocionar
Desde principios de diciembre han fluido raudas las notas de prensa en las que organizaciones y personas hacen constar que se desprendieron de cosas materiales para donarlas a gente necesitada.
A estas alturas, esa avalancha de informaciones no ha cesado. Lo donado va desde alimentos, medicinas, juguetes, hasta ropa, colchones y un sinfín de artículos más.
Algunas noticias, incluso, son para anunciar que una acción será efectuada.
Qué bueno que todavía en estos tiempos de tanta independencia personal, de tanto egoísmo, de tanto centrarnos en lo que es nuestro tengamos esa capacidad de dar.
Pero no deja de resultar molesto, irritante ese cúmulo de letras que no pretenden otra cosa que hallar mérito en cacarear las buenas obras.
¿No era acaso que no sepa la mano izquierda lo que haga la derecha? ¿No es, como afirma Confucio, que cuando alguien insiste en dar a conocer algo bueno es porque algo malo tiene?
¿Por qué ese afán de restregar a los más carecidos que le hemos hecho un favor? ¿Por qué incluso llegar al extremo de hasta enviar fotografías de personas en la cuasi indigencia que miran a sus “benefactores” como si de dioses se tratara?
A veces dado el monto de la entrega, es mayor el gasto en el que se incurre en pago de periodistas y fotógrafos para que trabajen y difundan ese “gran gesto de caridad”, plagado de insensatez y de perversidad.
Niños, embarazadas, ancianos son foco de atención en fechas especiales y se convierten sin saberlo o sin importarles, por la gran necesidad que les arropa, en material de engorde del ego de políticos, de organizaciones no gubernamentales, de iglesias y de cuántas entidades quieran luego de lo dado mandar una nota para promoverse.
Pero eso no queda de esa longitud, después de que concluyen su “humanitaria labor”, vienen más noticias, las del balance de lo entregado, porque hay que dejar claro con datos concisos lo bueno que fuimos.