Cuotas de partidos
Los partidos políticos son frente de masas. Todos los sectores allí representados deben tener una participación de acuerdo a su proporcionalidad. No el poder que da el dinero, sino la militancia y el compromiso.
Por desgracia, en los partidos políticos dominicanos el poder lo da el dinero. El frente de masas queda obnubilado, sometido a medrar en las gradas, sin tener posibilidades de llegar más allá de su propio círculo.
Se dan individualidades de los protegidos del liderazgo mayor. Un obrero puede llegar a diputado, a senador, a cualquier cargo, pero no como un representante de un sector organizado, sino que es un peldaño alcanzado por la audacia como se mueve.
Se habla de la entrega de cuotas a grupos como las mujeres, la juventud y otros, y necesariamente no estoy de acuerdo. Lo que debe haber es reconocimiento a cada uno de los frentes de masas, y darle su proporcionalidad.
Un partido tiene segmentos de pequeños comerciantes, industriales, obreros, campesinos, chiriperos, marginados, sin empleos, mujeres, jóvenes y viejos robles. No hay cuotas que respeten esos segmentos.
El éxito de un partido es tener un liderazgo que sepa unir los esfuerzos de cada uno de los sectores que lo componen. No todos buscan lo mismo en la praxis política, porque los intereses son diferentes, y las metas diversas. Un obrero no aspira ni quiere lo mismo que un pequeño burgués, ni una mujer profesional, -médico, abogada o socióloga-, busca la meta que ambiciona una chiripera de zona franca. Hay que armonizar.
Sin embargo, mientras los frentes de masa tienen reconocimiento la cuota preferencial a determinados segmentos es un paliativo. Por ejemplo, la cuota de la mujer y de la juventud. Sería dificil que por si sola, una cantida apreciable de mujeres pueda llegr a cargos, si no hay una cuota. Aunque muchas mujeres políticas dominicanas son de sable en mano, y su espacio se lo han ganado por méritos y esfuerzos propios.
El control de los partidos políticos dominicanos parece que hoy lo tiene el gran empresariado, utilizando a políticos de clase media como sus intermediarios. El accionar de los políticos no va dirigido a favorecer a los campesinos o a los obreros, segmentos básicos de la sociedad, sino a los que controlan capital, empresas y conciencia.
En las revoluciones toma el control del movimiento el que tenga más pelotas, y en la política de la democracia representativa, el que tenga más cuartos. Cuando en un movimiento armado sólo se escucha una voz, surge la revolución dentro de la revolución, y cuando en los partidos hablan los de la papeleta, viene la disociación, la fragmentación y la pérdida de liderazgos.
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