Cuando la autoridad cambia de sitio en la relación padres-hijos

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LA AUTORA es psicoanalista. Reside en Buenos Aires, Argentina.

POR PAULA MARTINO

Se escucha con naturalidad y frecuencia decir a los padres sentirse amigos y cómplices incondicionales de sus hijos. Esta relación está atravesada por la confidencialidad entre ambos en la cual, sin discriminación de cuestiones de la vida íntima de los padres, el hijo termina siendo convocado a un lugar de consejero.

Tan sólo con detenerse a observar cómo se dirige un niño u adolescente a sus padres uno puede percibir que ha quedado lejos la asimetría que caracterizaba las relaciones padre-hijo de años atrás, asimetría necesaria para que los padres puedan ser padres y no niños. Los padres no son iguales a sus hijos: La necesidad de asimetría es fundamental en una familia para que a los niños no se les demande comportarse como adultos o se les permita todo.

Hoy en día tenemos grandes variaciones respecto de la familia tradicional, por ejemplo, familias homoparentales (padres de un mismo sexo), monoparentales (un niño y un solo padre). Evidentemente las funciones y conformaciones familiares, están cambiando. Silenciosamente, estos sistemas familiares, están entrando en una transformación en donde podemos ver que los lugares se han trastocado y, una de las características común de los nuevos modelos de familia, es que la autoridad ha cambiado de sitio. Incluso en los modelos tradicionales (padre, madre, niños) en donde antes la autoridad recaía, por lo general, sobre la figura del padre, aunque en muchos casos madre u otro adulto, se han intercambiado posiciones y la autoridad termina siendo del niño.

Más allá de las limitaciones propias de cada padre puede tener para asumir esta posición, las razones externas, sociales, que favorecen a esta cuestión las encontramos en el mercado, la técnica y la ciencia. Para tomar un ejemplo del mercado, si uno se detiene a observar las publicidades de los programas infantiles, están dirigidas a los niños. No así, la programación. Para el mercado el niño es un consumidor a quien venderle.

De esta manera los signos y las pruebas de amor que este pequeño gran consumidor espera de sus padres está sujeta a si éstos responden a su apetito insaciable. Entonces, ¿En quién recae la autoridad? En el niño, quien demanda a sus padres incansablemente objetos ya que ninguno colma lo que promete.

Ahora bien, ¿Con qué tiene que ver el Ser Padres? El lugar de padres tiene que ver con comprometerse y sostener la palabra, limitar desbordes, los excesos que ponen en riesgo al propio niño y su tránsito hacia la autonomía. Esto se lleva a cabo desde el lugar de autoridad, no desde el autoritarismo. Frecuentemente, los padres confunden estos conceptos y no asumen un rol de autoridad temiendo caer en posiciones autoritarias.

Desde “ser padres” también se trasmite algo mucho más esencial que la satisfacción inmediata, que es el interés, la curiosidad. Ser padre tiene que ver con tener más experiencias, haber vivido más, con tener deseos propios y diferenciarlos de los de los hijos. Históricamente, la familia es el lugar que recibe al recién nacido, que le transmite un nombre, los cuidados, el lenguaje, la forma de hablar y también los limites, lo que está permitido y no.

Para los padres de hoy asumir esta posición es un gran desafío al que los enfrenta la época actual, posición a la que sus hijos los convocan, a veces sin advertirlo, insistentemente, para regular sus desbordes, su no-limite. Hay que remarcar que un límite tiene que ver con el amor, con transmitirle a un niño que puede y que no pero siempre desde un lugar de autoridad que prodiga un cuidado amoroso hacia él.

jpm
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